domingo, abril 28, 2024

Entrevista a Isaac Pons, subcampeón del Mundo de Trial Junior en 2004

 

En esta ocasión echamos la vista atrás y entrevistamos a Isaac Pons, SubCampeón del Mundo de Trial Júnior en 2004 y SubCampeón de Europa Juvenil 250 en 2002; además Campeón de España Júnior ese mismo año.


“El trial es un deporte que podemos practicar en familia”

El SubCampeón del Mundo Júnior en 2004 Isaac Pons aboga por practicar el deporte del equilibrio en familia, ya que ayuda a tener hábitos de vida más saludable al tiempo que se refuerza vínculos familiares y se educa a los más pequeños.

En la presente edición de la Copa Catalana de Trial para Niños ha debutado en la categoría Iniciación, Pol Pons, primogénito del piloto Isaac Pons que allá por los 2000 era una de las mayores promesas del trial patrio. Pues bien, aprovechando una de la participaciones de su hijo nos emplazamos para charlar tranquilamente días más tarde en su Vidreres (Girona) natal.

– Ha sido una sorpresa reencontrarte como mochilero de Pol. ¿Cómo surgió la posibilidad de que debutara y participara en la Copa Catalana de Trial per a Nens 2023?

– Primeramente, muchas gracias por esta oportunidad de darme voz. Pol debutó en la Copa Catalana de Trial de Nens el año pasado. Fue en Corbera de Llobregat, en Barcelona. Fue su primera carrera. Quería, o más bien queríamos, probar a ver qué tal. Para ser su primera carrera comprobamos que el nivel y exigencia era bastante elevado, por lo que decidimos tras hablarlo con él que, si quería volver a competir, primero debería entrenar.

– ¿Y qué hacía antes de estrenarse como piloto?

– Pues antes de la carrera de Corbera nos íbamos a recorrer ‘caminitos’ y senderos en familia, y alguna que otra subida por las montañas que tenemos cerca de casa. Fue a raíz de competir cuando se dio cuenta de que salir de paseo en moto de trial con papá y mamá no basta para participar en una prueba de trial. Así que decidimos entrenar.

– ¿Cómo lo empezaste a preparar?

– Le marcamos zonas con conos, y así, poco a poco, ha ido mejorando su técnica; aunque a día de hoy lo que más le gusta sigue siendo el salir con su familia a recorrer caminos. (Sonríe). Así que cuando a principios de año vimos el calendario le pregunté si le apetecía hacerla (la Copa Catalana de Trial per a Nens 2023), y la respuesta fue enseguida que sí. Hay que decir que su madre también estuvo de acuerdo. ¡Sin su OK, no podíamos competir!. (Risas) Así que viendo que tenía ganas, lo tiramos para adelante. (Vuelve a sonreír).

– Imaginamos que la afición por el trial le viene de ti. ¿O también de alguien más?

– Imagino que sí. Pero también tenemos a mi padre, que es un aficionado al trial desde joven, y a su madre, a quien también he motorizado. (Risas). Lo bueno es que el trial es un deporte que podemos practicar en familia. Y es que practicarlo ayuda a tener hábitos de vida más saludable al tiempo que se refuerza vínculos familiares y se educa a los más pequeños.

– ¿De quién fue la idea de regalarle su primera moto de trial?

– Se la pidió a los Reyes Magos… ¡el año pasado! Cuando Pol tenía 4 meses su abuelo le compro una bici KTM sin pedales, y el niño ya empezó a gatear… porque quería ¡subirse a la bicicleta! Así que no tardó mucho en tener su primera bici. Con dos años y medio. Con esa edad tuvo su primera bici de pedales. Lo bueno es que nunca le tuvimos que poner unos ruedines. Más tarde también le compramos una bici eléctrica. Y cuando cumplió 4 años, por casualidad, coincidimos con uno de los muchos espectáculos de TrialShow, las exhibiciones que realizan Jordi Pascuet y Marcel Justribó. Pues bien, aquel día Pol probó por primera vez una moto de trial eléctrica. Y lo cierto es que tanto le marcó que para Navidad ¡solo quería la moto! Y así fue. (Sonríe).

– ¿Sabe que su padre llegó a ser piloto mundialista?

– Sí. Sabe que su padre compitió con algunos de los pilotos que él admira, como Jeroni Fajardo, Toni Bou, Adam Raga, Taddy Blazusiak… entre otros.

– A principios de los 2000 Isaac Pons era uno de los nombres de futuro del trial de nuestro país. En 2002 te proclamaste Campeón de España Júnior (Todotrial ya existía y cubrimos el campeonato, ver aquí) y terminaste segundo en el Europeo Juvenil 250 (también lo publicamos en Todotrial). ¿Qué recuerdas de aquella temporada?

– Tenía 15 años. Me apretaban mucho en los estudios y tenía poco tiempo para entrenar. De hecho, solo lo hacía los fines de semana. Fui encargado de desarrollar la nueva moto de serie de GasGas de aquel momento, la GasGas Pro. Lo cierto es que todos los pilotos entrenaban a diario y el nivel subió mucho. Recuerdo que Toni Bou acababa de llegar de la bici (de trial) y que tenía como entrenador a Joan Pons, ex mundialista y ganador de los Scottish. Pues bien, empezó a aplicar la técnica de ir con una rueda. Y eso que la moto que llevaba, una Beta, se veía muy pesada. La GasGas era mucho más ligera. Pero el caso es que no acabábamos de afinarla bien. Los embragues nos llevaban de cabeza… Yo, por mi parte, contaba con la ayuda de Josep Vilarrasa. Lo bueno de que la moto nos llevara de cabeza es que aprendí mucho de mecánica, lo cual me sirvió para que aprendiera a arreglarme yo mismo los problemas que pudieran surgir en mis motos.

– Por cierto, ¿sabrías decirme quién fue el Campeón?

– Claro que sí: Toni Bou.

– Muy poca gente puede puede presumir de haberse batido el cobre contra el mejor piloto de la historia de la especialidad. Y en tu caso, además, de haberle ganado incluso una carrera. ¿Guardas algún recuerdo de Alpino, sede de tu primera y única victoria aquel año?

– Esa prueba fue todo un ‘show’ de principio a fin. Creo que los nervios los perdí el día anterior a la carrera, en la furgoneta y de camino.

– ¿Ah sí?

– Mira. Nos perdimos y llegamos de madrugada, a escasas horas de que arrancara la carrera. Antes, no había GPS. (Risas). Además, a mitad de carrera, se me rompió la bomba del freno trasero. Afortunadamente, César Carmona, actualmente Gerente de Mots y Moting Parts y que por aquellos entonces era Team Manager de GasGas, me ayudó a arreglarlo. ‘Apañamos’ la moto y gracias a ello pude finalizar el día. La primera plaza fue toda una sorpresa, la verdad.

– Llegaste a la tercera y decisiva carrera con opciones al título al igual que un tal James Dabill. ¿Os marcasteis mucho durante la misma o cada uno fue a su ritmo y solo?

– Sí. (Sonríe). Teníamos un ‘pique’ sano. Muy buen rollo, buena persona… No hace mucho nos encontramos y la verdad es que nos tenemos en buena estima.

– Pisaste el podio, pero ganó Bou. Ahora que ya han pasado unos años, ¿qué te faltó ese día para repetir triunfo y alzarte con la corona continental?

– Me faltaron horas encima de la moto, la verdad. Recuerdo que Toni nos explicaba que su madre lo acompañaba por las tardes a entrenar. La mía, por el contrario, no quería que fuese en moto. Creo que para que todo funcione, toda la familia tiene que estar de acuerdo. A mi madre siempre le han dado mucho respeto las motos, aunque ella tuvo una OSSA Mick Andrews que se la regaló mi abuelo. Pero al trabajar en un quirófano de urgencias en un hospital, no le hacía mucha gracia que su hijo fuera en moto. Y eso siempre me ha cortado un poco las alas.

– Por aquella época, ¿ya os parecía ‘un extraterrestre’?

– Extraterrestre, no. Pero allí es donde empezó todo y a la vista está de que tenía razón. Aplicó la técnica de la bici de trial a la moto y lo transformó, como hizo Jordi Tarrés en su época y momento. Yo me obsesionaba en entrenar a una rueda para atrapar a Toni. Pero mi padre, con el que yo entrenaba, no lo veía eficaz.

– ¿Por qué no encontraba efectivo dicho entrenamiento?

– Porque al principio él creía que era más espectacular que efectivo, no era a lo que se estaba acostumbrado, pero a la vista esta, que ahora, es la base de un buen trial.

– Donde sí lograste ser campeón fue en el Campeonato de España de Trial Júnior. Y lo lograste tras imponerte a otros pilotos que con los años todos reconoceríamos por su palmarés y victorias nacionales e internacionales como Dani Gibert, Laia Sanz, David Darnés o Dani Oliveras. ¿Cómo fue aquel Nacional Júnior?

– No fue mal. Tenía buen nivel y los resultados fueron positivos. En alguna carrera me ganaron, no se si por un mal día mío o por la ayuda extra de algún juez. Pero en definitiva, tuve un buen año.

– En toda la temporada no te bajaste del podio en ninguna carrera y te impusiste en dos carreras. ¿La regularidad fue tu mayor baza?

– Imagino que sí, el ser regular y mantener el nivel ayudó. Entrenaba mucho con Jeroni Fajardo. También con Josep Vilarrasa en Olot, Girona, y David Sánchez Bosch, en Igualada, Barcelona.

– Al año siguiente diste el salto al nivel absoluto tanto en el CET como en el Europeo. ¿Notaste el cambio en el nivel de dificultad?

– El cambio de nivel era evidente, y los diferentes tipos de terreno que nos encontrábamos en las zonas también eran distintos. Aquel primer año fue de aprendizaje. Pero mi fallo fue cambiar de moto. Tuve que adaptarme a ella, y ésta no era competitiva como a la que yo estaba acostumbrado.

– Por cierto, presenciaste en directo los hechos de Mancha Real, la cita inaugural del CET de 2003, cuando hubo el famoso plante de pilotos. ¿Cómo lo viviste?

– Yo hice caso a las indicaciones de la Federación y de Jordi Prat, nuestro Team Manager en el Equipo Nacional Júnior de la RFME. Era mi primera carrera en Sénior A y se me hizo muy raro todo lo que aconteció.

– La mayoría de los pilotos españoles Sénior A se plantaron en protesta por la admisión de los pilotos extranjeros en el CET, y además los Senior B se retiraron como protesta por la dificultad de las zonas y el tiempo máximo de un minuto por zona. Visto ahora, ¿consideras que su plante estuvo justificado?

– La verdad es que no mucho. No lo vi justificado. Todo venía porque Dougie Lampkin y Takahisa Fujinami lo ganaban todo, y venían a competir aquí porque no tenían rivales de peso en sus respectivos países. Lo del tiempo máximo por zona, no lo vi mal, ya que de no haberlo puesto, tendrían que dificultar más las zonas. El trial está cambiando y el nivel ha subido mucho, sobre todo gracias a los pilotos que ya despuntaban en mi época y que siguen compitiendo a día de hoy.

– ¿Crees que las sanciones impuestas fueron las apropiadas o que por el contrario se excedieron por ejemplarizantes?

– Lo recuerdo vagamente… por lo que no te puedo decir mucho.

– Por cierto, arrancaste la temporada con Scorpa, pero la terminaste con GasGas. ¿Por qué aquel cambio a mitad de año?

– Empecé muy bien con Carles Barneda, actual mochilero de Toni Bou como mi acompañante en las zonas con Scorpa. Tenía buenos tratos, pero no se cumplieron. Además, las motos no llegaban, por lo que decidí regresar a GasGas, en donde siempre me apoyaron. Y allí pude disponer, pagando mi padre, de una moto competitiva; aunque luego no hubiera más presupuesto para afrontar más gastos…

– Esa temporada y la siguiente competirías a nivel internacional bajo los colores de la RFME y su equipo nacional júnior. ¿Cómo se fraguó tu llegada al mismo?

– Imagino que por los buenos resultados. Venía de ganar el CET en Júnior. Tener una buena trayectoria era tu mejor carta para entrar a formar parte del equipo nacional. Es un proyecto muy chulo y necesario de la RFME en el que se acoge y respalda a jóvenes pilotos con falta de recursos. Allí se les da ese ¡empujoncito! que a veces hace falta para llegar a la profesionalidad.

– Ignacio Verneda y Jordi Prat estaban al frente del proyecto. ¿Fueron ellos quienes te ‘ficharon’?

– Sí. Se pusieron en contacto con nosotros para hacer el Campeonato de España en Sénior A, el Campeonato de Europa absoluto y Campeonato del Mundo en Júnior.

– ¿Con qué compañero de equipo compartías más ratos?

– Con todos. En pretemporada, al ser de Girona, entrenaba bastante con Dani Oliveras, mientras que en las carreras, por el contrario, pasaba más tiempo con Dani Gibert. ¡Y éramos como Zipi y Zape! (Risas).

– ¿Recuerdas alguna anécdota confesable de aquella época, de alguna carrera?

– Confesables… ¡¡pocas!! (Muchas risas). En EE.UU., después de la prueba, no me dejaban subir al avión porque llevaba el carburador en la maleta facturada y olía a gasolina. Hacía poco que había sucedido lo del 11S. Así que imagínate. No querían que subiese al avión: De no ser por los trofeos que me acompañaban, dos águilas preciosas como ganador y tercer clasificado, me habrían dejado en tierra. Con ellos pude justificar que venía de una carrera de motos. El equipo y yo, casi perdemos el avión. Pero todo acabó bien.

– Menuda historia…

– Pero no es la más fuerte. En Crakovia, Polonia, acabamos la prueba y nos fuimos al supermercado porque desde allí viajábamos a la República Checa para tomar parte en la siguiente cita mundialista. Pues bien, aparcamos la furgoneta y entramos en el supermercado. Y en eso que le pregunto a Jordi Prat, que era quien conducía, que a quién le había prestado la furgoneta, porque se estaba marchando. “¿Cómo que se va la furgoneta si tengo las llaves aquí?”, me respondió. ¡¡Nos la estaban robando!! Suerte que no estaban las motos, solo ruedas y recambios. No la recuperamos, pero lo pudimos solucionar, y con coche de alquiler nos fuimos hasta la República Checa. Podría contar muchas más… (Sonríe).

– ¿Crees que puntuar antes en el Mundial o el CET era más complicado que ahora?

– Antes, hacer de los 15 primeros del Mundial, al competir tantos pilotos, coger un punto era complicado. Ahora… Bueno, menos en Trial2. Ahí si que está la cosa difícil. (Sonríe).

– Solo estuviste dos campañas en el Mundial Júnior, pero dejaste tu impronta en cada una de ellas. De hecho, conseguiste hasta 6 victorias y un total de 12 podios. ¿Satisfecho?

– Sí, la verdad. Pero por aquella época me lesioné un día que engañé a mis padres. Sin decir nada a nadie, me fui a entrenar. Entrenaba en una cantera, y mientras estaba allí una de las piedras cedió y me pilló el pie. Me quedó aprisionado, no podía moverlo… Intenté mover la piedra haciendo palanca con el manillar de la moto, pero sin resultados… Así que me quité la bota del pie que no tenía debajo de la piedra y la lance lo más lejos que pude, hacía el camino, para ver si alguien me veía y así me podía ayudar. Por desgracia, la bota quedó a medio camino, por lo que desde donde pasaban las bicis, y algún coche, no se veía…

– ¿Y cómo saliste de allí?

– Al final, me saqué el casco y lo lancé lo más lejos que pude. En esta ocasión, el casco, tras rodar, alcanzó un lugar más visible. Y, por suerte, unos señores que iban a coger leña lo vieron y pudieron ayudarme… Eso sí, estuve 4 ó 5 días ingresado en la UCI, con el pie con gangrena. Cuando salí del hospital, me fui directo a Puerto Pajares, Asturias, a competir. Recuerdo llevar durante todo el camino el pie en hielo, que lo íbamos repostando cuando parábamos en las distintas áreas de servicio del camino.

– ¿Qué triunfo o podio recuerdas con más cariño? ¿Por qué?

– El Campeonato del Mundo Júnior que se celebró en Sant Julià de Llòria, Andorra en 2004. ¿Por qué? El sábado puntuaba para el CET, y rompí el motor de la moto después de una caída. Pues bien, estuve cambiando el motor hasta las 12 de la noche, y después hice rodaje para no salir con el motor sin kilómetros. ¡Y gané la carrera!

– Casi 50 carreras internacionales y sumando puntos en Mundial y Europeo. No está nada mal, ¿no?

– Sí, estoy muy satisfecho, pero con sabor agridulce. Creo que para llegar a ser un deportista de élite necesitas de padrino, y no fue mi momento.

­– Las crónicas de la época hablan de ti como uno de los pilotos más bravos del momento. ¿Tú también te definirías así?

– A mí, en el equipo nacional me apodaban ‘el jabalí’! (Risas). Y es que cuanto más exigente era la zona, más motivado estaba. (Sonríe).

– Sin embargo, a finales de 2004 decidiste dejar el trial. ¿Por qué?

– No encontré padrino que me ayudara, y mi padre ya había hecho más que suficiente para hacerme llegar hasta donde lo hice.

– ¿Cómo y cuándo te enganchaste al enduro? ¿Quién fue el culpable?

– En 2007 empecé a practicarlo. ¿El culpable? ‘Taddy’ Blazusiak, viendo sus videos en ‘The Romaniacs’.

– Dani Gibert, Alfredo Gómez, Mario Román, Pol Tarrés, Graham Jarvis, Billy Bolt, el propio Blazusiak o los hermanos Sergi y Xavi León también cambiaron en su día la moto de trial por la de enduro. ¿Por qué crees que se dio en su momento ese trasvase de pilotos de una modalidad a otra?

– Por la situación económica por la que atravesaba, y aún atraviesa, el trial como deporte. El enduro extremo no estaba tan explotado y se veía un poco más de futuro.

– En 2015 conquistaste tu segundo título nacional, el primero en dicha modalidad, en Sénior B 2T. ¿Qué recuerdas de aquel año?

– 2015 fue mi primer año disputando el Campeonato de España de Enduro. Antes, en 2013 y 2014, ya había participado en el Campeonato de Catalunya de la especialidad acabando segundo y campeón, respectivamente. Fue un año de aprendizaje, con muchas horas de ‘furgo’ para ir a las carreras. Murcia, Almería, Santiago de Compostela, Cuenca, Lalín… me recorrí toda España. (Risas). Lo complicado no era ir, si no el volver. Y es que el domingo por la tarde después de dos días de carrera, coger la furgoneta… Por suerte, la mayoría de viajes de vuelta a casa se los ‘comía’ ‘la jefa’, que me acompañaba a todas las carreras.

– ¿Te preparabas como cuando hacías trial?

– Entrenaba los fines de semana y yo era mi propio mecánico… Los fines de semana de carreras, nos íbamos con Anna, ‘la jefa’, el miércoles tarde o el jueves por la mañana para estar allí un día antes y andar las especiales. Hicimos buenas amistades en el paddock: los ibicencos Adrià Costa, Javi Palau, que también hace trial y a veces lo veis en el CET, el andaluz ‘Wiwi’ o Jaime y Emilio, el gallego Jacobo Méndez, los vascos Unai y Beraza… Lorenzo Santolino… entre otros… También aprendimos rápidamente quienes eran los ‘niños bonitos’ del paddock.

– ¿Los ‘niños bonitos’ del paddock?

– Yo era un piloto amateur, y los pilotos oficiales me miraban un poco por encima del hombro. En especial, los pilotos de mi región, los catalanes. El resto, súper bien. No sé el por qué de tanta competitividad… Cuando las cronos eran técnicas, se me daban muy bien, supongo que por mi base del trial. Lo cierto es que fui muy regular toda la temporada. Y sí, gané el título.

– ¿Recibiste algún tipo de ayuda?

– En las carreras me ayudaban, y daban asistencia, Dani Llobet, el padre y el hijo, a través de su equipo de MotorGas y el ‘máquina’ de Salva ‘Dudux’. Nos hicieron sentir uno más de la familia. En dicha escuadra estaban Nil Durà, Pau Tomàs y Mireia Badia, quien ya apuntaba maneras. Al año siguiente, también participé en el Nacional de Enduro. Pero lo hice en Enduro 2. Y la verdad es que estoy muy contento de hasta donde llegué. Aunque en la última carrera de ese año, en Gordexola, que coincidía con Campeonato del Mundo de Enduro, acabé en el hospital, inconsciente, con coágulos en la cabeza, y sin recordar nada hasta pasadas dos semanas.

– Y por eso decidiste poner fin a tu etapa en el enduro.

– En efecto. No era el primer accidente grave que sufría. Años atrás me rompí el bazo entrenando, y casi no lo cuento… Además, al año siguiente llegó Pol, y tenía claro que no quería volver hacer sufrir a los míos con más accidentes.

– El trial clásico es menos arriesgado, ¿no?

– (Sonríe). Ahora, una vez al año, participo en los 2 Días Internacionales Trial Clàssic Costa Brava. De hecho, hace dos que participo con una Bultaco Sherpa salida del Museo Claret de Sils, amigos de la familia, y cedida por Paco Artigas, que fue quien me la trajo a casa para que pudiera correr con ella. En 2022, sin ir más lejos, los corrimos mi padre, Anna, Paco y yo. Fue un fin de semana muy divertido. La verdad es que ya tenemos ganas que llegue la edición de este año. (Vuelve a sonreír).

– ¿Cambiarías el título de Subcampeón Junior por haber participado una sola vez en lo que ahora es TrialGP?

– No cambiaría nada. En cada época he disfrutado de lo que hacía. Me lo he pasado muy bien en el trial, en el enduro, en las clásicas… y ahora me pasa lo mismo ejerciendo de mochilero de mi hijo.

– Imaginamos que tu hijo Pol te tiene como piloto favorito. ¿Quién era el tuyo?

– Mi piloto favorito era Jordi Tarrés.

– ¿Tu afición por el trial viene de tu padre?

– La verdad es que sí. Sin él no hubiese llegado a nada. Él era quien me proporcionaba las motos, quien me tapaba las cosas con mi madre y el que me dejaba hacer trial… Gracias a él y a su esfuerzo, llegué donde llegué, y se lo agradeceré siempre.

– ¿Cuál fue tu primera moto de trial? ¿Y tu primera carrera?

– Mi primera moto de trial fue una automática de 49cc que había en la época. No me digas cuál, porque no me acuerdo. En cambio, sí te puedo decir con cuántos años y en dónde hice mi primera carrera. Fue en Rellinars, Barcelona, y tenía apenas 6 años.

– Si no recordamos mal, tu padre te acompañaba al principio. ¿quién sufría más en las carreras?

– ¡Los dos! (Risas). Ambos tenemos un carácter… de mecha corta. Yo no quería defraudarlo y él sabía que yo podía hacer más.

– Con Pol compitiendo, ¿quién es ahora el que sufre: tú, el abuelo o su madre?

– (Nuevamente risas). Ahora vamos a disfrutar del momento y a pasar el fin de semana en familia. No sufrimos porque Pol, en este sentido, es responsable.

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