sábado, abril 27, 2024

Entrevista a Francesc Estrada, campeón de España y Cataluña de Trial de Clásicas

 

En esta ocasión entrevistamos a Francesc Estrada, ganador de la Copa de España de Trial de Clásicas 2002 en categoría Trialeros y de la Copa Catalana de Trial de Clásicas en 2001.


“El trial es lo que es y siempre ha sido igual, no creo que tenemos que obsesionarnos en querer hacer demasiados cambios que puedan ir a peor”

Francesc Estrada, uno de los primeros campeones de la Copa Catalana y de España de Clásicas, aboga por hacer triales asequibles para todo el mundo, que la gente disfrute, se lo pase bien y no deje de ir.

Nos desplazamos hasta Alpens, sede de la última cita de la Copa Catalana de Trial de Clàssiques de esta temporada, y Barcelona, hasta el barrio de Sans de la Ciudad Condal, para conversar con uno de los pioneros del deporte dinámico y que en los últimos tiempos ha regresado a la acción. Nos referimos a Francesc Estrada, quien en su juventud compartió zonas con nombres como Lluís Gallach, Marcel·lí Corchs, Joan Freixas o Gabino Renales.

Este último, por cierto, sigue siendo a día de hoy su piloto favorito. De hecho, fue el culpable de que en su momento se enamorara perdidamente de la Ossa TR80, la amarilla, moto con la que muchos le conocimos y que piensa recuperar en un futuro no muy lejano en su vuelta a la competición. Eso sí, para el próximo año su apuesta en clásicas será la Montesa Cota 330. En modernas, la TRRS One.

– ¿Quién te descubrió el trial como deporte y a qué edad?

– Lo descubrí en mi pueblo, Collbató, en Barcelona, donde pasé toda mi infancia y juventud. Recuerdo a los ‘mayores’ con sus Montesa Cota 247, Bultaco Sherpa Kit, Ossa MAR… Con apenas 7 u 8 años me pasaba horas y horas mirándolos. Ellos me enseñaron que existía un deporte maravilloso que a la postre llevo practicando toda mi vida.

– Nos han contado que de pequeño siempre le pedías a los Reyes Magos de Oriente lo mismo: una Montesa Cota 25. ¿Es así?

– ¡Sí! Por aquellos tiempos empecé a pedir mi primera moto. Soñaba con una Cota 25 que veía en el escaparate de una tienda de la Avenida de Sarrià de Barcelona, cercana a casa. Cuando salía del colegio corría para poder quedarme unos minutos soñando.

– ¿Y te la acabaron trayendo?

– ¡Nooo! (Risas) Tuve que esperar unos años más. (Más risas).

– Tu historia como piloto de trial arrancó en diciembre de 1978, ¿qué pasó por esas fechas?

– Fue en la Navidad de 1978. Ya con 15 años, Papá Noel la trajo a casa. ¡Se portó mejor que los Reyes Magos! (Risas) La sorpresa estuvo en que aquella soñada pequeña Montesa Cota 25 había crecido, al igual que yo, y se había convertido en una flamante ¡¡Cota 348!! Nunca olvidaré ese día… ¡¡allí empezó todo!!

– ¿Por qué una Montesa Cota 348 exactamente, y no otra moto u otra marca?

– Siempre me atrajeron las Montesa. No sé bien el por qué. Quizás aquel color rojo, su diseño increíble… Siempre he sido montesista, hasta que años después descubrí las Ossa. Y ahora se puede decir que tengo el corazón partido por estas dos marcas (Sonríe). Aunque me gusta pilotar todo tipo de marcas. De hecho, cada temporada voy cambiando de modelo o marca. Me gusta probarlo todo.

– ¿Qué recuerdas de aquella primera moto?

– Puedes imaginártelo… ¡me lo enseñó todo! De no saber poner una marcha hasta correr triales con ella. Siempre estará en mi corazón. De hecho, aún la conservo. Y este mismo 2023 participé al manillar de la misma en los 2 Días de Trial de  Clásicas de Ger, organizados por el Moto Club Cerdanya. Me trae muchos recuerdos…

– Dos años más tarde, sin embargo, la cambiaste por una Cota 349. ¿Notaste el cambio de número?

– Bueno fue una evolución lógica. Pero creo que no del agrado de muchos. Aumentó la potencia del motor, una relación de marchas más largas… pero donde cambió más fue a nivel de chasis; variando la geometría de la dirección y haciendo la moto un poco más larga. Sin embargo, lo más recordado de esa moto fue el detalle del tubo de nivel de gasolina en el depósito. Siempre se la recuerda como ¡¡la Cota del tubito!! ¡Otro de los modelos que algún día volveré a hacer rodar!

– Con ella competiste tres temporadas en el nivel júnior del Campeonato de Cataluña. Y en el mismo compartiste zonas con pilotos como Lluís Gallach, Gabino Renales, Marcel·lí Corchs o Joan Freixas. ¿Recuerdas alguna anécdota con ellos?

– Sí. Mis tres años de júnior coincidieron con una hornada de jóvenes increíbles capaces de hacer puntuaciones mucho mejores que los participantes en el nivel Súper. Esto hacía que en las clasificaciones aparecieras no lejos, no, lo siguiente. Pero competir con y contra ellos fue una gran ayuda; una buena escuela para aprender.

– ¿Quién te sorprendió más? ¿O hubo otros pilotos que también te marcaron?

– En general, me fijaba mucho en todos. Siempre intentas aprender de los demás, y esto es algo que hago todavía hoy.

– Por cierto, ¿alguno de ellos era tu piloto favorito? ¿Lo sigue siendo?

– Hay un piloto que me marcó mucho: Gabino Renales. Su gran finura, técnica y clase me sorprendió y maravilló. Fue mi piloto favorito de juventud. De hecho, muchos pilotos actualmente hablan de mi peculiar pilotaje también fino. Bueno pues esto se lo debo totalmente a Gabino. También él fue el culpable de que me enamorase de la Ossa TR80, la amarilla.

– ¿Compaginabas estudios con trabajo? ¿Y también con las carreras?

– ¡¡Claro que sí!! Durante los años de FP estudiaba por la mañana y por la tarde trabajaba en el negocio familiar dedicado a la venta de electrodomésticos. Actualmente continuo trabajando en él y después de 40 años es mi profesión. De ahí que algunos de mis amigos trialeros me llamen “el rentadores” (el lavadoras). (Risas). Y los domingos… ¡¡trial!!

– En los años posteriores pilotaste otras motos, como una SWM TL320, una Beta TR32, una Cota 307, una Fantic KROO o una Aprilia Climber, muchas de las cuales aún hoy conservas. ¿Qué te gusta de cada una de ellas?

– Exacto, menos la 307 y la KROO las demás las conservo y utilizo siempre que puedo. De hecho, la SWM la uso mucho para las carreras de clásicas. Me gusta recordar otras épocas. Soy muy nostálgico.

– ¿Hay algún modelo que hayas querido pilotar y que todavía hoy persigas?

– No. Las motos que me gustan son las que tengo porque tienen algo especial para mí y procuro conservarlas, mantenerlas en funcionamiento y usarlas todo lo que pueda. Cada año cambio porque, aparte de correr un trial, me gusta disfrutar de la moto. (Sonríe).

– Sin embargo, en un momento dado colgaste el casco y la moto de trial. ¿Por qué?

– Bueno, porque la vida siempre tiene épocas, cambios, familia, hijos… y también, a veces, necesitas un poco de descanso. Aunque alguna vez me arrepienta, lo hecho, hecho está y hay que mirar hacia delante. Y que esta segunda juventud dure lo máximo posible. (Sonríe).

– Durante década y media te dedicaste a tu otra gran pasión: volar. ¿Cómo y por qué surgió esta pasión y hasta qué punto la mantienes?

– No sé si debería decirlo aquí, pero ésta es realmente mi gran pasión. Desde pequeño cogía el tren y me iba al aeropuerto de Barcelona y me ponía en la terraza a hacer fotos a todos los aviones que partían o aterrizaban. ¡Los conocía todos! Pero en casa no había ningún precedente y, al no poder dedicarme profesionalmente, me quedé con la aviación como hobby. Actualmente, ya llevo 33 años volando.

– El maestro Josep Rovira Paxau también era un gran apasionado de la aviación a nivel también mecánico. ¿Pudiste coincidir con él en algún helipuerto?

– Sí, lo sé. Cuando coincidíamos en algún trial siempre hablábamos de aviones, nunca de motos. (Risas). Increíble persona, y, aunque por desgracia no llegué a conocerlo mucho, guardo un gran recuerdo de nuestras charlas, los genios siempre dejan huella. Con quien sí coincidí mucho y en su día hicimos muchas horas de vuelo juntos fue con Jaume Mas, otro piloto de la época.

– Y en el 2001 te descubrieron la Copa Catalana de Trial de Clásicas de la FCM. ¿Cómo ocurrió?

– Totalmente de casualidad. Fui con mi mujer a ver a un amigo de Navàs, en Barcelona, y me comentó que existía la Copa Catalana de Clásicas. Me dijo que estaba muy bien, que el ambiente era muy chulo, que había diferentes niveles… y que tenía que volver a probar. Es más, me dijo que si me animaba incluso me dejaba una moto. Y me convenció rápido. (Risas).

– Y tras dicha conversación, una semana después, te estrenaste en ese campeonato al manillar de una Fantic 240. Fue en La Clau, en Sant Llorenç Savall. ¿Recuerdas cómo te fue?

– Me trajo una Fantic 240. Me aconsejó apuntarme en el nivel amarillo para empezar y corrí mi primer trial después de 15 años. De hecho, tuve que rescatar las botas Alpinestar Schreiber, que compré en Andorra el año 1981… Pues bien, al cabo de un rato… ¡¡saltó la suela!! Pero seguí adelante (Risas). Creo que terminé entre los 10 primeros. ¡No me lo esperaba! Más tarde encadené tres victorias consecutivas: Mataró, Pla de Sant Tirs y Andorra, por lo que me puse en cabeza de la clasificación, posición que ya no dejé hasta el final, arrebatándole el título a mi amigo Xavi León, que era el vigente campeón.

– Nada más terminar creo que llamaste a tu amigo. ¿No es así? ¿Qué le dijiste?

– Cuando terminó el trial me preguntó: “¿Cómo ha ido?”. “¡No tengo ni idea!”, le respondí. Y a continuación le dije “¡oye!, pero… ¿cuánto quieres por la moto?”. Y ya no se la devolví. (Risas).

– Como decías, ese año, y el siguiente, participaste en Amarillos, ganando el título en el certamen catalán en 2001 y el Nacional en 2002. ¿Esperabas un retorno al mundo del trial tan exitoso?

– En efecto. El primer año gané el certamen catalán con la Fantic y al año siguiente el Nacional con la Ossa Amarilla. Al siguiente, ya hice el paso al nivel medio, en aquel entonces el nivel azul. Pues bien, de ahí ya no me he movido. Eso sí, ahora es el nivel verde.

– ¿Qué recuerdas de ambos campeonatos que por aquellos entonces estaban arrancando?

– Tengo muy buenos recuerdos. Había una afición increíble, un gran ambiente, inscripciones que siempre superaban el centenar de pilotos, muchísimas pruebas actualmente desparecidas como las que hacíamos en Mataró, Pla de Sant Tirs, Andorra, Sant Boi de Lluçanès… y la más increíble y nostálgica prueba de aquella época: los Dos Días de Cabrianes, en el Bages, en Barcelona.

– ¿Y de tus compañeros de zona y rivales?

– También guardo un gran recuerdo de muchos. Cuando te encuentras con alguno que ya no va asiduamente, pero lo encuentras en alguna prueba especial cómo pueden ser los 2 Días Trial Costa Brava, te fundes en un abrazo y te das cuenta de lo bien que lo pasamos en su momento.

– Por cierto, muchos te recordamos al manillar de una Ossa TR80. ¿La piensas recuperar para las carreras?

–Sin duda es mi moto preferida. La que he usado más y a la que le tengo un cariño especial, ¡es patrimonio familiar!. Algún año la volveré a usar, pero tengo pensado que quizás el próximo año recupere la Montesa Cota 330.

– Desde 2003 estás en lo que ahora es Verdes. ¿Para cuándo Azules?

– Estoy muy a gusto en este nivel de dificultad. Creo que es mi categoría ideal. ¿Azules? ¡Ni hablar con 60 años! ¡Lo más lógico sería pasar a amarillos! (Risas).

– Por cierto, ¿han cambiado mucho desde entonces a día de hoy ambas competiciones?

– Básicamente, el trial no sufre de muchos cambios, y creo que es lo mejor. Eso sí, siempre hablando del trial amateur. Hay que hacer triales asequibles para todo el mundo, que la gente disfrute, se lo pase bien y no deje de ir.

– Algún compañero de zonas tuyo se queja de que en los niveles más difíciles hoy en día participan pilotos jóvenes con su técnica de pilotaje moderna y que ello desvirtúa la competición. ¿Estás de acuerdo con este pensamiento?

– Para mí, esta es la parte más negativa del trial. Históricamente, siempre ha habido pilotos muy críticos en todo: que si las zonas no me gustan, que si la moto está demasiado preparada… Creo que tenemos cabida todos, si uno quiere llevar una moto de estricta serie, ¡perfecto! Y si otro la lleva más preparada, pues ¡perfecto también! En el trial el que marca la diferencia es el piloto.

Los pilotos jóvenes tienen otro tipo de pilotaje. Han tenido otra escuela, y si al final no van los jóvenes, entonces sí que tendremos un problema. En estos años he visto de todo, incluso a pilotos quejándose al organizador ¡¡porque no le ha gustado el trial!! Pero si al organizador y a los controles ¡¡hay que hacerles un monumento!! Gracias a ellos nosotros disfrutamos de nuestro deporte.

– En la actualidad, además de en clásicas, también compites con moto moderna. ¿Qué modelo te ha seducido? ¿Por qué?

– Acostumbrado a las clásicas, las motos modernas realmente van muy bien. Es más, cuando aprietas el freno, ¡¡la moto frena!! (Risas). Hace muy poco me he agenciado una TRRS.

– Además de piloto de trial en clásicas y modernas, también lo eres de enduro en clásicas y modernas. ¿De dónde surge el gusto por esta otra modalidad?

– Principalmente soy trialero, pero el enduro también lo he practicado siempre. Es una especialidad que me apasiona y esporádicamente compito en alguna prueba del certamen catalán de clásicas.

– ¿Estuviste en los recientes FIM Vintage Enduro en La Cerdanya?

– No. Me hubiera gustado mucho. Creo que fueron increíbles, pero motivos laborables no me lo permitieron.

– ¿Te gustaría participar en su próxima edición o prefieres hacerlo en el Trial Vintage Trophy FIM 2024?

– Creo que me decantaría por el Trial Vintage Trophy. En 2024 se disputa en Ripoll. ¡¡A ver si puedo y no tengo que esperar a la jubilación!! (Risas).

– Como piloto y aficionado, ¿en qué momento crees que se encuentra el trial como deporte?

– No creo que pase por su mejor momento. Un deporte tan minoritario como el nuestro es un deporte muy frágil. Creo que necesita de la ayuda de todos: pilotos, organizadores, federaciones, administración…

– ¿Hacia dónde crees tú que tiene que evolucionar el trial?

– El trial es lo que es y siempre ha sido igual, no creo que tengamos que obsesionarnos en querer hacer demasiados cambios que puedan ir a peor. Creo que con ganas y buen entendimiento entre todos podemos seguir disfrutando de este maravilloso deporte muchos años.

– Las motos de este siglo han cambiado mucho con respecto al anterior. Mecánicamente hablando, ¿hacia dónde se va a ir en los siguientes años?

– Creo que el cambio hacia la moto eléctrica ya no tiene marcha atrás, como está pasando con los automóviles. A mí, personalmente, no me gusta, aunque creo que será el futuro para los más jóvenes.

– ¿Crees que veremos en el futuro una moto de trial híbrida como ya sucede con los coches?

– Seguramente que sí. Con lo que avanza este tipo de tecnología, todo es posible. Eso sí, ¡espero que me coja ya retirado!

– A todo esto, ¿qué prefieres: stop o non stop?

– Para mi nivel de pilotaje, prefiero non stop. Pero solo es una opinión particular.

– ¿Por qué crees que en el Campeonato del Mundo se siguió apostando, hasta este año, por el non stop a diferencia del resto de competiciones nacionales?

– Realmente no lo sé. Como el nivel de los pilotos españoles es tan alto… ¿Puede ser que fuese la forma que tiene la FIM para igualar fuerzas entre pilotos? En todos los deportes siempre hay deportistas que destacan más porque tienen un don especial, que les hace mejor que los demás, y no podrás hacer nada nunca contra eso. Si por ejemplo cogemos el tenis, ¿cuántos miles y miles de tenistas buenos hay en todo el mundo? Pero ¿quiénes juegan las finales? Los mismos de siempre. Y esto forma parte del deporte, y siempre ha sido así.

– Toni Bou ha conseguido su título mundial número 34. Con los números en la mano no hay discusión. Pero si has de elegir entre él, Dougie Lampkin, Jordi Tarrés y Sammy Miller, ¿con quién te quedas? ¿Por qué?

– Todos ellos han sido los mejores en su momento y han marcado una época… pero ¡¡lo de Toni Bou no tiene comparación!!. Creo que será muy difícil que nadie puede superarle nunca. ¡¡Pero me quedo con Gabino Renales!! (Risas).

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