Los pasados 27, 28 y 29 de diciembre se celebró el cuarto y último curso de formación de La Primavera del Trial de SPEA-RFME. Además de con Toni Bou, Pol Tarrés y Gianluca Tournour, los participantes contaron con la presencia de Albert Cabestany.
Cabestany, ‘profe’ invitado
En este último encuentro de 2013 tomaron parte un total de diez pilotos. Los españoles Oriol Noguera, Jaime Busto, Nacho Fernández-Sancho, Miquel Gelabert, Arnau Farré y Marc Riba; los italianos Carlo Minot y Andrea Riva; y las jóvenes promesas francesas Pierre Sauvage y Steven Coquelin.
Todos ellos continuaron perfeccionando su técnica y conocimientos sobre el trial en las localidades barcelonesas de Navás y Cal Rosal, esta última escenario en las últimas temporadas de la cita final del Campeonato de España de Trial al aire libre, el CET.
El primer día se trabajó en la primera localización; lugar de sobras conocido por el actual campeón de todo. No en vano, en dicha zona, muy a menudo Toni Bou y su compañero de equipo Takahisa Fujinami se preparan. El de Piera contó además de con la ayuda de Pol Tarrés y Gianluca Tournour, los otros monitores habituales en estos stages de La Primavera del Trial de la RFME, con el concurso y apoyo de uno de sus grandes rivales y amigo: Albert Cabestany.
La segunda jornada, ya sin Cabes, tuvo como campo de entrenamiento Cal Rosal, donde los participantes entrenaron en las zonas que se utilizaron en la prueba del Campeonato de España disputado en el mes de noviembre. Y el tercer y último día, nuevamente se regresó a Navàs.
¿La mecánica de cada jornada? Tanto por la mañana como por la tarde se marcaron varias zonas con diferentes dificultades. Los primeros en pasar eran los propios monitores, mostrando la manera de franquearlas. Y a continuación, los alumnos. Una vez sorteadas, los profesores analizaban las actuaciones de cada uno y se les daba los consejos oportunos para mejorar. Pero a diferencia de los tres cursos anteriores se estrenó una nueva fórmula, como muy bien nos explicó Luciano Bonaria, patrón de SPEA: «Marcamos una zona igual para todo el mundo. Primero con un nivel de dificultad equiparable a lo que en España sería TR3. Después, una vez superada por todos y analizada, subimos el nivel de la misma a TR2 y finalmente los pilotos la tuvieron que enfrentar como si estuvieran compitiendo en TR1. De hecho, simulamos una situación real de carrera. Les contamos los puntos a todos. (Risas). La ventaja de este sistema de trabajo es que al contar con Toni y Albert los chicos podían ver antes de hacerlas ellos cómo las encaraban ambos; cómo las enfrentaban y con qué soluciones las intentaban superar. Creo que la experiencia fue muy positiva, ya que si bien entrenaron en niveles superiores estoy seguro de que de este modo almacenaron más y mejor los gestos atléticos y la técnica usados por sus maestros para repetirlos ellos posteriormente.»
Por cierto, todos los participantes dispusieron de un garaje para hacer el mantenimiento de las motocicletas. Además, la RFME puso a su disposición el camión del Equipo Nacional, donde estaba instalado el avituallamiento.
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