En esta ocasión entrevistamos a uno de los pilotos aficionados con más larga trayectoria en nuestro deporte, Juan Carlos Maurer, vencedor del Trofeo Nacional de Trial 2021 en Veterano B.
“El Trial es un deporte tan bonito y con un ambiente de camaradería tan sano como pocos he visto en mi vida”
Aún en activo y habiendo cumplido 48 temporadas como federado, Juan Carlos Maurer es, sin duda, uno de nuestros nombres propios en la zona norte. Nadie como el bilbaíno, con una de las carreras más longevas y exitosas a nivel regional, para glosarnos las virtudes y lecciones vitales aprendidas practicando el deporte del equilibrio dinámico.
Juan Carlos Maurer, profesional de Bilbao con una amplia experiencia en el negocio marítimo-portuario y actual Director Gerente en Industrial Titan, empresa especializada en la fabricación de productos industriales flexibles basados en láminas de polímeros y tejidos técnicos recubiertos de PVC, poliuretano, neopreno, nitrilo y otros materiales de uso industrial, es uno de los nombres más ilustres, respetados y queridos del deporte del equilibrio dinámico en nuestro país.
Por su amplio y dilatado palmarés a nivel regional, multicampeón vasco de la especialidad en distintas categorías, y, sobre todo, por su carisma, liderazgo y compañerismo en las zonas. ¡¡En 2025 cumplirá nada menos que 49 temporadas seguidas siendo piloto federado!!
Su máximo éxito deportivo hasta la fecha, por cierto, su victoria final en el Campeonato de España de Trial 2021 en Veterano B (para mayores de 35 años).
Pues bien, aprovechando el marcaje y celebración del pasado X Trial de Sámano por el Moto Club Cota, cita puntuable para los Campeonatos del País Vasco, Cantabria y Vizcaya, charlamos largo y tendido con Maurer sobre su pasado, presente y futuro para con nuestro deporte.
– ¿De dónde procede tu pasión por las motos?
– En realidad, no soy un “apasionado” de las motos. Soy un apasionado del trial como deporte. Disfruto mucho del contacto con la naturaleza y con el reto de superar obstáculos con la moto. Me parece una combinación muy bonita. A mi padre le encantaba la montaña, y a mí también: sigo practicando montañismo, escalada y esquí.
– Eres de Bilbao capital. Imaginamos que la moto fue tu primer medio para recorrer y descubrir la belleza del Monte Ganekogorta, del Monte Artxanda o Kobetamendi, entre otros. ¿Estamos en lo cierto?
– Soy nacido en Bilbao pero con 12 años nos trasladamos a Getxo, y como es un municipio que linda con el mar, mis salidas en moto eran a lo largo de la costa. Desde la playa de Arrigúnaga hasta Barrika, pasando por Azkorri, Sopelana y Meñakoz. Playas que hacia el año 1975 fueron ya testigos de una prueba del Campeonato de España de Trial, con lo que zonas tenía a patadas. Para ir a Artxanda tenía que recorrer unos 15 km por carreteras pero en aquellos años no había problemas. Así que entrenaba mucho allí también. Sobre todo, porque era el principal sitio de entrenamiento de Roque Tabares, que en esas fechas tenía contrato con Bultaco y participaba en el Campeonato de España –NdR: piloto vasco que destacó en la década de los setenta logrando situarse en el Nacional entre los 10 primeros en muchas ocasiones–.
– ¿Quién, cuándo y cómo descubriste el Trial como deporte?
– De chaval tenía una bicicleta BH de esas plegables, a la que le había quitado los guardabarros y hacía de todo por las campas de Algorta donde vivía. Al principio era bajar a tumba abierta por los caminos. Pero por las playas de Arrigúnaga y Azkorri me fijaba en tíos que iban con motos de trial. Me quedaba asombrado viendo cómo subían y hacían giros increíbles. Recuerdo que me fijaba en todos los mandos que usaban para entender qué hacían. Era la época en que en las bajadas se usaba ¡el descompresor!
– Entonces empecé a hacer zonas con la bici, y me dí cuenta que era muy divertido también. Un día delante de la campa de casa estaba yo haciendo mis zonitas cuando apareció un tío con una Ossa Mick Andrews, la primera. Me vio cómo evolucionaba con la bici y me dijo: “tú chaval andarías bien en trial”. Y parece que no tuvo mala vista… (Sonríe).
– Tu primera moto fue una Bultaco Lobito T 74. ¿Quién y por qué te la regaló?
– Como ya he contado, tuve la suerte de poder ver a bastante gente practicando el trial cerca de casa y me atrajo mucho. Por otro lado, en los años 70, con 16 años, si tenías una moto ligabas mucho, así que la motivación era ¡doble! (Risas) A base de insistir en casa al final conseguí que por mi 17 cumpleaños mi padre me comprara una Lobito T 74. Por cierto, más tarde me enteré que sin el consentimiento de mi madre. ¡Imagínate la sensación! Fue algo alucinante porque uno de mis amigos tenía un Vespino y otro una Puch Minicross. Para los que no lo sepan, ese modelo de Lobito era uno de trial, no la anterior Lobito que era tipo enduro. Ese nuevo modelo, al año siguiente de salir, o a los dos años, pasó a llamarse Sherpa T 74. Era exactamente la misma moto solo que pintada de rojo en lugar de amarillo.
– Y con ella participaste en tu primera carrera de trial en Baracaldo. ¿Qué recuerdas de aquel día?
– Recuerdo que me sentía un tanto acomplejado porque era el único que llevaba una moto de 74cc y con ¡ruedas pequeñas! Empecé el trial muy bien, la verdad: en la primera zona, hice un cero. Luego seguí haciéndolo bastante bien hasta que llegó una zona que era una subida en segunda con las Sherpas, Cotas u OSSAs de 350cc. Y me ves a mí con mi Lobito haciendo la subida en primera a base de giros pero sin hacer fiasco. (Sonríe). Al final, terminé quinto y no me lo podia creer. Llegué a casa muy contento. Me encantó competir nuevamente en algo, ya que anteriormente, hasta los 14 años, había competido en gimnasia deportiva dentro del equipo del Club Deportivo Bilbao.
– ¿Ah sí?
– Pues sí. De hecho, me proclamé Campeón de Vizcaya en 1973 en la categoría infantil. Pero lo tuve que dejar debido a una fractura de codo por una caída en el caballo con arcos.
– ¿Por qué en tu segunda carrera en Corella, Navarra, decidiste cambiarla por una Bultaco Sherpa 350? ¿Quién te la agenció?
– Parece que el buen puesto logrado en mi primer trial también gustó a mi padre, así que le convencí para comprar una moto competitiva. El problema de la Lobito era evidentemente la falta de motor, así como el chasis y ruedas pequeñas. Para colmo, en las bajadas, el motor se ahogaba siempre (el carburador era un Zenith), y como entonces los embragues no eran manejables… pues pie al suelo y que el motor se recupere… Vamos, ¡horrible! Total, que me puse a buscar una moto de segunda mano y encontré una Sherpa 350 en buen estado. ¡Fue flipante! Podías dejar morir el motor en segunda en una rampa, abrías gas y ¡la moto respondía! Total que con ella me fuí al Trial de Corella y terminé… ¡¡segundo!! ¡¡No me lo podía creer!!
– Como no hay dos sin tres y a la tercera va la vencida, en Elosu, un concejo del municipio de Villarreal de Álava, en la provincia de Álava, subiste a lo más alto del podio por primera vez. ¿Cómo te sentiste?
– Pues imagínate, mi tercer trial y ¡quedaba primero! Lo mejor de esa día fué que esa carrera se disputó el mismo día que la de Corella.
– ¿En serio?
– Por la mañana corrimos en Corella, a más de 200 km de Bilbao, y por la tarde en Elosu. Fue una buena paliza en coche, la verdad, y más teniendo en cuenta que todavía no había autopista… Como anécdota te contaré que en el transcurso del trial la moto se paró. ¡Se había soltado el chiclé de alta! Menos mal que como el carburador era un Bing con cuba que se soltaba con una grapa el arreglo fue relativamente rápido…
– ¿Lo celebraste de alguna forma en especial?
– Vinieron a verme mis padres y dos de mis hermanas, con lo que todo fue muy emocionante. Recuerdo que abrimos una botella de cava para celebrarlo. (Sonríe).
– Por cierto, eres licenciado en Empresariales. ¿Cómo compaginabas moto y estudios?
– La moto para mí ha sido y es simplemente una afición, por lo que no me ha generado problemas de calendario.
– Desde 1977 que a cada año te has sacado la licencia de Trial. Casi medio siglo federado…
– Pues sí, nunca he dejado de competir. Ha habido algún año en el que apenas he participado en alguna carrera por lesión. Pero por lo demás, todos los años “religiosamente” me saco la licencia. Mi buen amigo Javier Aldecoa me gana por un año, pero ya sabe él que yo voy a seguir ¡¡hasta que le pase!! (Risas). Estaría bien tener un listado de los pilotos que más años llevan con licencia ininterrumpida. Supongo que el primero de la lista será Carlos Casas… –NdR: El piloto español con más presencia en el mítico 6 Días de Trial de Escocia y responsable del Noassar Park Center Experience en los últimos tiempos–.
– Y poco después llegó a tu vida la Montesa Cota 348. ¿Qué la diferenciaba de la Sherpa 350?
– Eran motos bastante diferentes. A mí, la moto me entró por el ojo, que se dice. Me encantaban sus líneas. Era mucho más bonita que la Sherpa, que además ese año salía con el depósito de plástico mate, bastante fea, o la OSSA, que se estaba quedando un tanto desfasada. La moto se metía en los giros mucho mejor que la Sherpa. Por contra, era menos estable y en subidas costaba mantener la trazada recta. De motor era muy viva, y respondía con más nervio que la Sherpa. En cuanto a frenos, andaba algo peor que la Sherpa. Sobre todo cuando había agua de por medio.
– En 1980, ya en Sénior, lograste 11 victorias en el Campeonato Vasco-Navarro. Te alzarías con tu primer título, ¿no?
– Es curioso pero no tengo datos sobre los campeonatos en esas fechas. Todavía estaba todo en manos de la RFME y quizás no se distribuían los resultados de una forma eficaz. Además, tengo la idea de que en esos años todavía los pilotos extranjeros no podían puntuar en los campeonatos, y yo entonces tenía nacionalidad alemana. A Boni Geebelen –NdR: piloto catalán de origen flamenco (cuando tenía un año su familia se trasladó a Tossa de Mar) destacó en competiciones nacionales a finales de la década de 1970 y principios de la de 1980, habiendo sido uno de los primeros en pilotar en la Península Ibérica las Fantic que importaba Jaume Subirà– le pasaba lo mismo, creo. No me atrevo a decir si habría quedado campeón, segundo o tercero, porque en ese año se celebraron nada más y nada menos que ¡¡33 triales!!
– ¿Quienes eran tus rivales por aquella época?
– Mis rivales en aquellos primeros años fueron, sobre todo, Iñigo Ucelay, Javier Aldecoa y Rubén del Río. Había otros pilotos muy buenos también como Víctor Sagarduy (DEP), Isidro Chávarri o Paco Antolín. El “maestro” Roque Tabares y el guipuzcoano Ander Landaluce estaban en la categoría Súper y no llegué a competir con ellos hasta que yo también pasé a la categoría máxima en 1981.
– Por cierto, tu desembarco en el Campeonato de España se produjo un poco antes. ¿Recuerdas dónde y en qué categoría?
– Bueno, no fue un desembarco propiamente dicho. (Sonríe). Simplemente se celebraba una prueba del Nacional para la categoría Super, el Trial Memorial Santiago Herrero, en Bilbao en 1978, y no podía dejar pasar la ocasión de participar y compartir zonas con los pilotos de referencia de esos años. Por cierto, en esos años, las carreras valederas para el Campeonato de España sólo eran para la categoría máxima, Super. En paralelo, había algunas pruebas exclusivamente para la clase Senior y otras para Junior. Pero no coindicían en lugares y fechas. Recuerdo de aquel trial que fue muy duro porque estaba lloviendo a cántaros y el terreno estaba embarradísimo. Para el que no lo sepa, en esas fechas todas las categorías hacían las mismas zonas. Todavía no había puertas diferenciadas. ¡¡Imagínate el porrón de puntos que hacíamos…!! (Risas).
– En aquella primera carrera del CET compartiste zonas con Toni Gorgot, Jaume Subirà, Manel Soler, Quico Payà, Pere Ollé o Albert Juvanteny, entre otros. ¿Qué te parecieron?
– Fue muy bonito y emocionante verles en las zonas. De todas formas, en esos años todavía no eran “marcianos estratosféricos” como son ahora los pilotos de TR1. Además, yo entrenaba asiduamente con Roque Tabares, a quien debo muchísimo de mi nivel de trial logrado en esos años, y por lo tanto estaba acostumbrado a ver genialidades imposibles para mí.
– ¿Y el nivel de la categoría Super?
– Las zonas de los ‘Super’ estaban al alcance de nuestro nivel. Otra cosa ya era las diferencias de puntos. Podías entrar en todas las zonas, a pesar de que sabías que en algunas ibas a hacer fiasco. No existía el peligro de las zonas actuales de TR1.
– Imaginamos que en 1981, al año siguiente, con muchos de ellos volverías a coincidir en los 3 Dies dels Cingles de Bertí, en Sant Feliu de Codines, Barcelona. ¿Cierto?
– Sí, claro. Mi primer viaje a Cingles fue inolvidable. No sólo acudían los mejores pilotos nacionales, sino un montón de pilotos extranjeros. Y el ambiente era formidable. El paddock en el Hotel Mas Badó era algo increíble. Todos alojados en el hotel, compartiendo desayunos, cenas y charlas. Recuerdo que una noche después de cenar nos pusimos a jugar al futbolín, contra Danilo Galeazzi, a quien tuve la ocasión de poder saludar en la reunión “Trial Legends” celebarada en 2018 en Sant Sadurni d’Anoia, y otro piloto italiano que podría ser Fulvio Adamoli, Campeón de Italia absoluto en 1978, Gianni Tabarelli de Fatis, SubCampeón en 1984 y 1985, o Giovanni Tosco, Campeón de Italia de 1973 a 1976… No recuerdo exactamente quien. ¡Había muchos italianos! Fue divertidísmo, la verdad, y para mí algo muy especial sentirme partícipe de ese ambiente.
– Participaste en ‘Els Cingles’ durante más de una década. ¿Tu trial de larga duración preferido?
– ¡¡Sin duda alguna!! Como tampoco tenía mucho presupuesto, no podía acudir a más eventos de ese tipo. A nivel nacional, era el que más carisma tenía.
– Como piloto, ¿qué te atraía de este trial?
– Era como ir de vacaciones de trial: cambiabas de región y terreno. Además, solíamos ir unos cuantos del País Vasco, siempre en grupo y ayudándonos mutuamente. Podías conocer a muchos pilotos punteros y muchos extranjeros que aportaban un encanto especial a la prueba. Como he dicho antes, el estar alojado en Mas Badó era lo más porque estabas en medio de todo el ambiente. Recuerdo esperando todas las tardes a que sacaran las clasificaciones del día con nerviosismo. Hombre, mis puestos eran siempre muy modestos, pero seguías teniendo ese espíritu competitivo por supuesto.
– Sin dudad era una cita mágica…
– Por supuesto. Luego, con los años, se desplazó el paddock a diferentes sitios, en el propio San Feliu de Codines o en el Club de Tenis de dicha población. Pero ya no era lo mismo porque el ambiente estaba ya disgregado, aunque yo seguía acudiendo con el mismo entusiasmo. Me gustaba mucho esa sensación que te da la veteranía de conocerte los sectores, el recorrido, las zonas…
– … Vamos, que ya no te perdías como sí te ocurrió el primer año…
– (Risas). ¿Cómo lo sabes? Me ocurrió el primer día. Después del avituallamiento del mediodía en la campa de Cabanyelles, en la carretera de San Feliú de Codines a Gallifa, seguí la interzona. Pero en un sitio me equivoqué y sin saberlo seguí las marcas del itinerario de la mañana hasta que me dije “¡estos parajes me suenan!” Total que decidí seguir hasta que llegué nuevamente al avituallamiento. (Risas). Anécdotas tengo muchas para contar, pero hay una que recuerdo siempre. Uno de los años se salía desde el pueblo, y dejamos el coche aparcado cerca de las últimas zonas indoor. Era una explanada sin asfaltar, con esa tierra rojiza típica de Cingles. Pues bien, cuando terminé la jornada y llegué al coche, que era mío, me encontré con la sorpresa de que había estado todo el día con ¡el portón abierto!
– ¿¡Noooo!?
– Imagínate cómo estaba el interior de polvo. Me resultó imposible quitar aquel tinte rojo. De hecho, se quedó en los plasticos de la carrocería interior para siempre. La buena noticia es que no faltó nada del coche. Allí estaban todas las herramientas y nuestras bolsas. Por mucho que intenté averiguar quién fue el último en usar el coche, a día de hoy todavía sigue siendo un misterio sin resolver (Risas).
– Hubo que esperar hasta 2004 y 2005 para verte en acción en los 3 Días Trial de Santigosa y en los Scottish. ¿Por qué tardaste tanto en ir a Santigosa?
– Sobre Santigosa leía las crónicas en Solo Moto y Motociclismo, las revistas de motor de la época, y me generaba cierto interés en ir a probar. Pero como he dicho antes, mi presupuesto era escaso.
– Si te soy sincero, los Scottish no me llamaban en absoluto. Leía las crónicas y me decía algo así como “para qué vas a gastar tanto dinero en ir ahí cuando al final las zonas son todas super fáciles y estás más tiempo rompiendo la moto en carretera que haciendo trial”.
– Se dice que si practicas trial al menos una vez en la vida deberías disputar los Seis Días de Escocia. ¿Estás de acuerdo?
– Totalmente de acuerdo. En el año 2000, junto con mis amigos Patxi Sustatxa e Iker Aguirre, decidimos apuntarnos a los SSDT como equipo. Tuvimos suerte y nos seleccionaron a los tres. Pero no contábamos con que surgiera la enfermedad de las vacas locas y la edición de 2001 se suspendió. En 2002 y 2003 lo volvimos a intentar pero me quedé fuera. Finalmente en 2004 volvimos otra vez los tres.
– A todo esto, ¿qué te parecieron ambas competiciones?
– Decidí apuntarme a Santigosa como entrenamiento para Escocia. El trial me pareció excelente. El entorno es precioso, las zonas muy bien marcadas y el recorrido también. La experiencia de los SSDT… ¡brutal! Desde luego es un trial que no deja indiferente a nadie. Hay gente que está enganchada a esta prueba. Todo el mundo sabe que Carlos Casas es aquí el máximo exponente de esta adicción. Y también hay gente que ha jurado no volver nunca más. A mí me pasó algo especial.
– ¿Qué te sucedió?
– En 2004 iba lo que yo pensaba que era suficientemente preparado físicamente. El lunes empecé bastante bien y contento. El martes, sin embargo, ya fue bastante desastre porque leí mal el mapa y cuando pensaba que ya estaba en la carretera camino del último sector las flechas me llevaron a una pista, y dicha pista a un camino… y el camino a un sendero… y luego otra vez el monte interminable… Me dije: “¡Joder! ¡Qué cabrones son! Bueno, pasé media hora más por el monte y aterricé otra vez en la carretera. “Bueno, ya está, enseguida el ultimo sector y al paddock”, pensé. Pues no, otra vez lo mismo: desvío a pista, camino, sendero y ¡p… monte otra vez! Me paré y me bajé de la moto. No voy a contar aquí todo lo que dije sobre los escoceses. Juré que iba a terminar esa m… de trial y que no iba a volver nunca más.
– ¡¡Menuda aventura!!
– Espera, que hay más. El miércoles por la tarde se me empezó a agarrotar la zona lumbar y a duras penas pude terminar y llegar al hotel. El jueves… ¡No podía ni levantarme de la cama! Me dije a mí mismo: “estos escoceses no van a poder conmigo. El año que viene vuelvo a terminar los p… Scottish, y no volveré jamás en la vida”. El caso es que en 2005 volvimos.
– ¿No tuviste suficiente aventura?
– El reto estaba ahí. Esta vez fui mejor preparado física y mentalmente. Y por suerte pasaron los días sin contratiempos, disfrutando mucho de las zonas, y aguantando muy bien los peligrosos blackwaters. El último día estaba tan fuerte que incluso subí ¡¡quince puestos en la clasificación!!, cosa muy difícil porque normalmente subías o bajabas 4 ó 5 puestos de un día para otro. Acabé tan satisfecho y feliz que juré que iba a repetir ¡todos los años que pudiera! Fíjate que paradoja, de no querer saber nada de los SSDT ¡a querer volver siempre! Lamentablemente, obligaciones profesionales y familiares me han impedido volver.
– Durante todo ese tiempo, te disfrutamos en el certamen vasco-navarro, en el de Bizkaia, así como en el de Euskadi. Primero en Sénior y a partir de 1996 ya en Veterano +35. cosechando múltiples triunfos y hasta diez coronas. ¿Satisfecho?
– Sí, muy satisfecho. En todos estos años he pasado por muchas categorías: Junior, Senior, Super, Senior C (cuando se eliminó Super) y finalmente en Veterano. Han sido siempre años en los que he disfrutado en los diferentes campeonatos. Me ha gustado mucho competir e intentar conseguir victorias y títulos.
– ¿No te quedó en su día la espinita de probar suerte en el Campeonato del Mundo?
– Nunca me ví con capacidad para meterme en una prueba del Mundial. Eso ya eran palabras mayores.
– En donde sí que has dejado tu impronta ha sido en el Trial de las Autonomías, en 1999 y 2000. ¿Qué recuerdas de ambas ediciones?
– Fueron momentos bonitos porque te juntabas con pilotos de toda la geografía española, y por sentirte miembro del equipo representando a tu comunidad autónoma. En La Cabrera, Madrid, impresionaba un tanto los escalones de granito, terreno al que no estamos acostumbrados en el Pais Vasco. Y en Ezcaray, La Rioja, el evento tuvo un encanto especial porque nevó… ¡y bastante!
– Tras bastantes años ausente oficialmente, se ha recuperado este año en Valdemanco. ¿Crees que la RFME tendría que seguir apostando por él?
– Desconozco cual es el formato actual, pero pienso que siempre es bueno el juntar a pilotos de todos los rincones de España en alguna prueba, aunque sea una vez al año o cada dos años.
– En 2002 la Federación Vasca te concedió la Medalla de bronce al Mérito Motociclista. Orgulloso, ¿no?
– Sí, ¡claro! Fue el primer reconocimiento por mi trayectoria deportiva, y también por haber subido al podio final en el CET en Veteranos +35 de 1999. Mi incursión en el CET de Veteranos empezó, sin embargo, dos temporadas antes, en 1997. Fueron unos años muy bonitos, viajando por España y peleando por hacer buenos puestos. La competencia era muy grande, pero tuve la ocasión de hacer buenos amigos, como el propio Carlos Casas, Salvador Planella, Carlos Varadé, Pere Camp, Manel Jané, Manuel Panizo… Y cuando en el 99 acabé tercero para mi fue un logro muy importante. Nunca pensé que iba a lograr algo mejor…
– Además de piloto, también has sido Comisario Deportivo, Director de Competición, Director Técnico y Cronometrador. ¿En que lado se está mejor: como piloto o como cargo oficial de la RFME?
– Si tengo que elegir, todavía me quedo en el lado de piloto puesto que es lo que me gusta, y todavía pienso dar guerra muchos años más. (Sonríe). Obtuve las titulaciones de la RFME porque un grupo de amigos pilotos todos decidimos crear un moto club para organizar triales en un momento en que había muy pocos en el Pais Vasco. En 2006 fundamos el Moto Club Cota, y desde entonces organizamos uno o dos triales al año valederos para los Campeonatos de Vizcaya, Euskadi y Cantabria, y en alguna ocasión también para el de La Rioja.
– Y por si tenías poco tiempo libre… de 2012 a 2016 cambiaste tu moto de trial moderna por una clásica. ¿Qué recuerdas de ese lustro al manillar de una Montesa?
– En 2012 me animé a participar en triales de clásicas con una Cota 242, y la verdad es que es otro mundo. Recuerdo que a la primera prueba en Robregordo, Madrid, el primer día salí con mi primer casco, un Climax, y pantalones vaqueros, tal y como empecé con mi Lobito. Luego ya me dí cuenta que una cosa era correr con una clásica, y otra muy distinta era el ‘atrezzo’ y la preparación de las motos… ¡Había mucha profesionalidad! Todos con ropa moderna, y de las motos… ni te cuento que no sepas. (Sonríe). Me lo pasé bien y decidí seguir. Pero no he tenido mucha continuidad. Eso sí, siempre compaginando con moto moderna.
– ¿Quién era en clásicas tu rival más acérrimo?
– Como ya te he dicho no he acudido con asiduidad a los triales de clásicas, pero mis amigos Javier Aldecoa e Iñigo Ucelay eran varios de los que más destacaban en sus respectivas categorías. Por supuesto que hay muchos más, como Antoni Ramonet, Ramón Membrives o Mariano Gómez, por citar algunos. En los últimos años, mi amigo Roberto Mendibil está en lo más alto en su categoría.
– En los últimos tiempos, algunos pilotos jóvenes también participan en triales de clásicas. ¿Lo ves bien o crees que adulteran la competición?
– ¡Menuda preguntita! (Risas). Para mí, lo que habría que hacer es o bien dividir las categorías por edades (de más de 50 años por ejemplo) o implementar unas compensaciones por edad como las que hay en el FIM Trial Vintage Trophy, que me parecen muy acertadas. Los jóvenes serán siempre bienvenidos al trial de clásicas, siempre y cuando se comporten deportivamente como hacemos los veteranos. Es decir, no intentar colarse en las entradas de zonas, integrarse con el espíritu de las motos clásicas, compañerismo y buen rollo.
– El trial femenino también ha ganado enteros en los últimos años. Por desgracia, en clásicas, de momento no. ¿Por qué crees que no hay pilotos chicas en clásicas?
– Otra preguntita… Supongo que será porque el trial femenino es relativamente reciente, y las chicas encuentran más aliciente en andar con una moto moderna.
– Desde 2019 te volvemos a disfrutar en el CET. Primero encuadrado en Veterano y desde 2021 en Veterano B. Categoría esta última de la que te convertiste su primer ganador oficial ese mismo año. ¿Confiabas en hacerte con el título tras desdoblar la RFME la categoría de Veteranos?
– Como ya he dicho antes, el CET en Veteranos es un campeonato muy bonito. Te reencuentras con pilotos amigos, cambias de aires, viajas, y tienes la oportunidad de ver a las demás categorias superiores. En los últimos años la categoría Veteranos era unificada, ya no se separaba por edad, por lo que obviamente año tras año vas retrocediendo en la clasificación. ¡Los años no perdonan a nadie! Pero cuando me enteré que en 2021 se desdoblaba la categoría en A y B pensé que tendría más opciones de hacer mejores puestos, y por eso me apunté a la primera prueba en La Foz de Morcín, Asturias. Yo pensaba que las zonas iban a ser las mismas que en Veterano A, como era antes, pero cuando llegué al paddock me encontré con la sorpresa de que las zonas eran distinas. Y me dio pena.
– Pues porque a mí siempre me había gustado medirme con Carlos Casas y demás pilotos de mi quinta, y de repente me encontré con que no íbamos a compartir zonas. Pero bueno, por otro lado, me di cuenta de que tenía opciones de luchar por la victoria. Fue un trial durillo con mucho barro, y la sorpresa de llevarme el triunfo fue muy agradable, la verdad. (Sonríe).
– Dos triunfos y dos segundos, con Manuel Panizo como rival máximo y Salvador Planella birlándote el primer puesto en la última cita. ¿Tu mejor campaña?
– Sin duda alguna. Después de mi victoria en Morcín, pensé que merecía la pena continuar con el campeonato en serio e intentar lograr el título. Así que me centré en entrenar duro, y para ello en el Campeonato de Euskadi me apunté en la categoría TR2, para meterme caña. Y a la vista del resultado, creo que fue una buena decisión. Además, conseguí el apoyo de mi amigo Patxi Sustatxa como mochilero, y de mi amigo Jesús como “groupie” incondicional que nos acompañó a todas las pruebas. De hecho, él se encargó de conseguir una botella de cava en Olván para celebrar el título como se merecía.
– ¿Cómo viviste ese toma y daca hasta la última carrera con Panizo?
– Después de la primera prueba, vinieron los dos días de Pobladura de las Regueras, en León, terreno bien conocido por Manuel. El primer día ganó él y yo hice segundo. El segundo día, por el contrario, intercambiamos posiciones: yo primero y él segundo. Tengo que decir que Manuel es un tío muy duro y aguantó esos dos días a pesar de correr con una lesión en el talón de aquiles. Total, que después de Pobladura seguíamos con la misma diferencia de puntos, y nos jugábamos el título en Olván. Saqué papel y lápiz, y con la clasificación provisional delante, empecé a dibujar distintos escenarios, qué diferencia de puestos entre Panizo y yo me podía permitir, etc. Pero al final me dije: “ tú a lo tuyo, vete a ganar y que sea lo que sea”. Así que fui yo entrando en zonas por delante de Manuel. La tensión era máxima, y lo peor era que el trial era muy fácil, con lo que el mínimo fallo te podía llevar al desastre. Efectivamente, en la primera vuelta, cometí un fiasco tonto en la salida de una zona sencilla. Pero Manuel también sumó otro fiasco tonto. La segunda vuelta la hice a cero para terminar con solo cinco puntos. El mejor fue Planella, que ganó con cuatro puntos, mientras que Panizo quedó tercero con un total de siete.
– Al año siguiente, por desgracia, solo te disfrutamos en Pobladura, y al otro ni te vimos y este 2024… tampoco. ¿Por qué?
– Justo después de terminar los campeonatos de 2021 tuve una caída entrenando y me lesioné un hombro. El accidente me dejó prácticamente fuera de juego casi todo el 2022. Después, empalmé con otra lesión lumbar… ¡Es lo que tiene hacerse mayor!
– Por cierto, ¿qué te parece que Veterano esté desdoblada?
– Pues me parece bien, por supuesto. Pero lo que debería hacerse es desdoblarla aún más. Quiero decir, tener en cuenta la edad. No es lógico que, por ejemplo, Adam Raga, con 42 años sea TR1 y esté compitiendo al máximo nivel, y que la categoría para Veteranos empiece con 35 años, sin haber más divisiones. Debería instaurarse… no sé, la categoría Veteranos +50 o incluso +55. Y no lo digo sólo por mí, que ya tengo 66 años, sino porque la pirámide poblacional trialera es muy vertical, y no hay más que mirar a la cantidad de pilotos veteranos de verdad que corren en clásicas. Muchos de ellos estoy seguro de que se meterían en el CET si hubiera una clasificación separada para ellos. No se trata de la dificultad de las zonas exclusivamente, hay muchos pilotos de más de 50 años con un nivel muy elevado que pueden competir en zonas de nivel Veterano de hace un par de años. Solo hay que mirar la gran cantidad de pilotos de trial que había en España en los años 80 y 90, muchísimos más de los que hay en la actualidad. Por eso la pirámide poblacional trialera es tan vertical, y pienso que habría que dar cabida a todos ellos. O en lugar de desdoblar las clasificaciones por edad, se podría aplicar el mencionado coeficiente corrector por edad como se hace en el FIM Trial Vintage Trophy.
– ¿El nivel actual de Veterano A es el adecuado o habría que subirlo?
– Esta pregunta va en línea con lo que he dicho antes. Me da la sensación que últimamente se ha subido el nivel de Veterano A debido a la entrada de “veteranos” de 35 años, que tienen un nivel muy alto. Sin embargo, los pilotos que competían en Veterano A y ya no ven opciones de pelear por un buen puesto, no les motiva nada pasarse a Veterano B. ¿Por qué? Porque se aburrirían. Ya he dicho antes que en 2021 yo pensaba que iba a entrar en las mismas zonas de Veteranos antes de que se desdoblara la categoría y no sabía que el Veterano B fuera a hacer zonas relativamente sencillas. Me habría gustado seguir haciendo zonas exigentes, pero con clasificaciones separadas según edad. Aparte del tema dificultad, lo que habría que tener en cuenta es que las zonas no sean peligrosas, como debe corresponder a una categoría VETERANOS con mayúsculas. A partir de cierta edad, a los pilotos no nos gusta nada hacernos daño…
– ¿En las próximas campañas, te seguiremos encontrando allí o quizás tendremos que buscarte nuevamente en la Copa de España de Clásicas?
– Mi idea es concentrarme en el CET de Veterano B, así como en el Campeonato de Euskadi en TR3. También me gustaría volver a los Cingles y a Santigosa algún día. Las clásicas, de momento, las he abandonado porque la edad va pesando y prefiero intentar hacer una cosa bien en lugar de varias de forma mediocre. Pero sin ninguna duda lo que voy a hacer es seguir haciendo trial, porque para mí es un deporte tan bonito, y con un ambiente de camaradería tan sano, como pocos he visto en mi vida, que voy a seguir formando parte de esta comunidad tan especial que formamos los amantes del trial “hasta que el cuerpo aguante”, que se dice.
– Juan Carlos Maurer y Jaime Busto, ambos Campeones de España. ¿Quién crees que será el siguiente piloto vasco en coronarse en una de las categorías del CET?
– Me siento diminuto cuando me pones a la altura de ¡Jaime! En cuanto a la pregunta, es muy difícil de contestar, y todo depende de la categoría. A Mikel Lertxundi le veo fuerte y con posibilidades, también a su hijo Haitz, Eneko Martínez, Iñigo Lázaro, Fernando Echazarra, Patxi Sustatxa…
– Imaginamos que como buen bilbaíno… apuestas por Busto como futuro Campeón del Mundo en TrialGP, ¿no?
– ¡Por supuesto! Y no sólo porque soy amigo de la familia. Su padre Javi y yo hemos entrenado juntos y peleado en los triales durante muchos años. La pasión que siente Jaime por el trial es tan grande y desde tan pequeño que está destinado a ser Campeón del Mundo. A sus genialidades encima de la moto se le van sumando años de experiencia, y cada vez se le ve más centrado. Es cuestión de tiempo. Mi deseo es que Jaime sea Campeón del Mundo con Toni Bou todavía en plena forma.
– Para terminar… Por tu experiencia y bagaje, ¿quién crees que ha sido el mejor piloto de la historia de este deporte?
– No podría decir quién ha sido el mejor piloto porque cada uno hay que valorarlo en su época. Pero si me preguntas por los mejores que yo he conocido, y en orden cronológico, yo empezaría por Martin Lampkin.
– ¿El primer Campeón del Mundo?
– Sí. Déjame contarte una anécdota vivida en el Trial de Clásicas de Robregordo en la participó Lampkin. El primer día llovía a cántaros y hacía un frío de coj… Estábamos Lampkin y yo para entrar en una zona complicada de escalones de roca con giros. Él entró primero, no pudo con uno de los escalones y se dió una buena. Vamos que acabaron rodando él y su moto para abajo. Le ayudé a sacar la moto. Bueno, pues a pesar de las condiciones meteorológicas (a todo esto iba sin guantes) y de la caída, el tío arrancó la moto, se colocó en la entrada de la zona… ¡y le dio otra vez! Y esta vez sacándola. Me quedé impresionado. Toda mi admiración para el gran Lampkin. En segundo lugar, Jordi Tarrés. Fue un piloto excepcional que revolucionó el trial. Y actualmente, lo que está logrando Toni Bou no lo había logrado nadie antes.