Entrevistamos en esta ocasión a un aficionado campeón de España, Rui Alves, ganador del Trofeo Nacional de Trial 2019 en la categoría de Veteranos para mayores de 35 años.
“La bicicleta es una base inmejorable para luego trasladarla a la moto”
Campeón tanto en bici como en moto de trial, Rui Alves a la hora de escoger entre una y otra para iniciarse en el deporte del equilibrio dinámico lo tiene claro. De ahí que su segundo vástago haya debutado este 2024 en el ‘Trialet de Nens’ de la FCM tras hacer con éxito sus primeros pinitos en el biketrial.
En la presente edición de la Copa Catalana de Trial para Niños ha debutado en la categoría Alevín, Pol Alves, primogénito del piloto Rui Alves que en 2019 se alzó con el título en el Trofeo Nacional de Trial 2019 en Veterano (para mayores de 35 años).
La carrera deportiva de este barcelonés parece un gato. Un gato que se defiende panza arriba y que, como suele decirse de todos, tiene siete vidas. ¡¡O más!! Quizás nueve, como dirían los británicos. Y más a tenor de lo explicado por el propio Alves en nuestra larga y distendida charla mantenida en su Collbató natal, en Barcelona.
Por cierto, tras la misma, como no, nos acercarnos a uno de sus entrenamientos en el Área de Trial de Can Mata del Moto Club Piera Scan Team.
– Ha sido una sorpresa reencontrarte como mochilero de Pol. ¿Cómo surgió la posibilidad de que debutara y participara en la Copa Catalana de Trial per a Nens 2024?
– Pues surgió porqué Pol un buen día me preguntó si podía probar en una carrera de trial con moto. Me dijo: “si no me gusta no iremos más, ¿vale?”. Yo me informé de cómo teníamos que apuntarlo y de cómo funcionaba, y le expliqué a Pol que simplemente íbamos a probar, que si a él no le gustaba no pasaba nada. Y así lo hicimos. Dio la casualidad de que empezaba el campeonato a las dos o tres semanas, por lo que cursé licencias y papeleos y fuimos a la primera carrera. Novatos totales, nos saltamos alguna flecha y él sumó algún fallo por culpa del mochilero. (Risas). Al terminar la carrera me dijo: “Papa, ¿podremos venir otra vez?” Y yo le pregunte: “¿Te ha gustado?”. “Sí, sí, ¡yo quiero venir otra vez!”. Y ahí andamos. (Sonríe). Mientras él disfrute y se lo pase bien, ¡seguiremos!
– ¿Y qué hacía antes de estrenarse como piloto?
– Pues lo que hace cualquier niño. Es muy activo, necesita hacer muchas cosas: jugar, correr, y le encantan todo tipo de deportes. Ademas también es un niño muy familiar que le gusta pasar tiempo con la familia. Y si para delante del televisor es para ver los videos de Toni Bou una y otra vez. (Sonríe). Se los sabe de memoria, pero le encanta mirarlos. También lleva desde los 4 años haciendo biketrial con el hermano. A raíz del biketrial y de adquirir las bicicletas Comas, tuvimos la suerte de conocer a Dani Comas, poco a poco se ha forjado una bonita amistad con él y con sus hijos, y juntos compartimos muchos entrenos con bicicleta y con moto de trial.
– ¿Cómo lo empezaste a preparar?
– Pues la verdad es que yo de trial de niños sabía poco o nada. Así que al ir a las primeras carreras pude ver un poco el nivel, tipo de zonas, y cómo poder empezar a marcarle pasos para que él fuera cogiendo confianza y habilidad con la moto. Poco a poco le fui enseñando la posición sobre la moto, el cómo afrontar ciertos pasos de diferentes modos… ¿Preparación? No tenemos ningún tipo de preparación especial. Al final, pienso que lo importante es que Pol tenga las ganas de coger la moto y jugar con ella, porque si lo hace con ganas sin darse cuenta aprende mucho. Pero siempre que él lo perciba como un rato agradable que compartimos juntos.
– Imaginamos que la afición por el trial le viene de ti. ¿O también de alguien más?
– La afición le viene por mí y mi padre, Carlos Alves. Él es el gran aficionado y amante de este deporte, y nosotros somos los sucesores. (Sonríe).
– ¿De quién fue la idea de regalarle su primera moto de trial?
– Pues la idea fue mía, la verdad. Se la pedimos a los Reyes Magos cuando tan solo tenía 2 añitos, y desde los primeros días ya empezó a jugar con aquella Mecatecno con ruedines. Recuerdo que un día, delante de casa, se le giró un ruedín y se cayó de la moto. Supongo que no entendía qué había pasado y ya no quiso la moto. Pero al poco tiempo, estábamos en el garaje de casa y me dijo que quería subirse otra vez a la moto, pero esta vez sin los ruedines. Yo me dije: ‘Solo tiene 2 años, se va a caer…’ Pero tanto insistió que se los quité, y la sorpresa fue mayúscula cuando vimos lo bien que la llevaba.
– ¿Es sabedor de las victorias de su padre, tío y abuelo?
– (Risas) Sí, sí. Si no de todas debido a su corta edad, sí que tiene noticia de muchas de ellas a través del resto de nuestra familia, ya que hablamos mucho y cuando nos reunimos siempre sale algún que otro recuerdo. Ya sean competiciones o entrenamientos. En definitiva, anécdotas familiares. (Sonríe).
– Tu pasión por el trial arrancó también muy temprano, con 7 años. Pero no fue por el trial en moto sino por el trialsín. ¿Por qué?
– En aquella época vivíamos a pocos metros de la casa y tienda taller de motos y bicicletas de Antonio Trueba. Mi padre trabajaba para su hermano, y les unía una gran amistad. Bueno pues cada día cuando mi padre llegaba de trabajar me recogía e íbamos al taller de Antonio Trueba. Recuerdo que en uno de sus escaparates tenía una preciosa Monty T-211, que mira por dónde un 6 de enero los Reyes Magos me la dejaron como regalo. Fue a partir de ese momento cuando de la mano de mi padre empecé a jugar con aquella bici, y pronto también a competir. Además, tenía la suerte de que al taller del señor Trueba venían a probar motos pilotos como Dani del Valle, el supercampeón Jordi Tarrés o, como no, el carismático Amós Bilbao. Ver lo que hacían era realmente genial. (Sonríe).
– De hecho, llegaste a proclamarte Campeón de Cataluña en 1985, 1986 y 1987 en distintas categorías. ¿Qué recuerdas de aquellos primeros años compitiendo?
– Tengo recuerdos preciosos de aquella época. Más que nada porque era pequeño y todo lo vivía muy intensamente. Las carreras de aquella época poco tienen que ver con el biketrial de ahora, la verdad. Más que nada porque antes las pruebas tenían largos recorridos, y casi todo eran zonas naturales. Cierto es que también había alguna que otra zona artificial pero muy distinto a lo de ahora. Además, la manera de llevar la bicicleta en aquella época dista mucho de la forma actual. (Sonríe).
– ¿Alguna cita en especial?
– Recuerdo una carrera de Trialsín que se hacía en Sant Feliu de Codines, Barcelona. Dos días de competición, con muchas zonas y recorridos de cerca de 20 kms por la montaña. Pues bien, mi padre, en las subidas, me decía que me sentara y descansara, y era él quien iba corriendo a mi lado y ¡¡empujándome!! Suerte que aquellas bicicletas si que llevaban sillín jejeje… También recuerdo un año que estando de vacaciones en casa de mis abuelos en Portugal, nos llamó Pere Pi para pedirle a mis padres que me dejaran participar en el Mundial de Trialsín con la fábrica Monty, que tanto él como en aquel momento su mujer se encargarían de mi como un hijo. Pero era muy pequeño, y mi madre y mis abuelos le pusieron mucha presión a mi padre. Por eso finalmente se decidió que no fuese.
– En aquellos tiempos era habitual que los pilotos de trial se iniciaran con la bici antes de pasarse a la moto y dos buenos ejemplos de ello son Jordi Tarrés y Toni Bou. ¿Coincidiste en las zonas con algún piloto que con el tiempo destacara en bici o moto?
– En aquellos años coincidí en la misma categoría con Sergi Bellavista y Francesc Recio, dos grandes pilotos y ahora también dos de los mejores mochileros en el mundo del trial en moto, con los que tengo grandes recuerdos. También coincidí en las carreras, aunque no en la misma categoría, con otros grandes de la especialidad como Ot Pi, Pep Ribera o Pepe Marcos.
– ¿Pol también se inició con la bici o ya ha empezado directamente sobre una moto? ¿Por qué?
– Como te he contado, empezó a ir en moto con 2 años y sin saber ir en bicicleta. Con 4 años, mi padre le pidió una bicicleta Comas a los Reyes Magos, y fue con ella con la que empezó y aprendió a montar en bicicleta. También con ella empezó a hacer clases de biketrial y a ir a alguna carrera. No ha sido hasta este 2024, y ya con 7 años de edad, que ha pedido coger la moto y hacer trial. Ahora compagina ambas: bici y moto.
– Como padre, ¿qué recomiendas: bici o moto?
– Mi padre siempre me decía que mejor coger la bici primero, y yo pensaba: ‘Bueno, con la moto también aprenden’. Y sí, es cierto que con la moto aprenden. Sin embargo, ahora que tengo un poco más de perspectiva, y viendo la evolución de mis hijos, creo que la bicicleta es una base inmejorable para luego trasladarla a la moto.
– Por desgracia, pusiste fin a tu incipiente carrera deportiva poco después. Pero años más tarde te reenganchaste al trial pero ya al manillar de una moto. ¿Fue tu padre ‘el culpable’ de redescubrírtelo?
– Sí, él fue el culpable nuevamente. (Risas). Él había hecho trial de joven, y con muy buenos resultados. Pero se casó, fue padre muy joven y tuvo que dejar la moto y pensar en sacar adelante a su familia. Años después, creó su empresa, nosotros fuimos creciendo y pensó que ya podía recuperar su gran pasión. Y fue cuando se compró una Beta TR35 Reverse y empezó a entrenar e incluso correr alguna carrera. Es más, íbamos a triales a seguir a los cracks de la época. Y era entonces, cuando terminaba la carrera, que yo le pedía la moto a mi padre, con 12 ó 13 años, y él me la arrancaba. Nunca olvidaré lo que me decía tras hacerlo: ¡Venga, pásatelo bien!
– Que bien, ¿no?
– Todo era fantástico hasta que tenías la mala suerte de que se te calara la moto, ya que con esa edad no era capaz de arrancar aquella 250cc. (Risas). Y era cuando tenía que empujar y pedir a alguien que me ayudara. Y no solo eso. Cuando conseguía que alguien me hiciera ese gran favor, mucho cuidadín con el embrague para que ¡no se me volviera a calar! (Más risas). Por desgracia, mi padre tuvo la mala fortuna de romperse el ligamento cruzado y meniscos de una rodilla, lo que provocó que dejara la moto aparcada. Y fue a partir de ese momento en el que fui yo quien empezó a disfrutar de ella. Y lo hice hasta que un buen día le dije a mi padre que quería comprársela.
– ¿Y que dijo tu padre?
– Me miró y me dijo: ‘Vale, me parece bien. Eso sí, tienes que trabajar ayudándome durante las vacaciones de verano, semana santa… vamos, ¡durante mil días!… y la moto es tuya’. La verdad es que yo solo me quedé con que la moto sería mía y cerré el trato. ‘¡Vale!’, le dije. Después de tres largos años apuntando cada día que iba con mi padre en una libreta comprobé muy a mi pesar que la cosa no avanzaba para nada rápido. Apenas llevaba 300 días y ya me rondaba por la cabeza cambiármela por otra distinta. Pensaba: ‘¡Ostras!, ya quiero cambiarme la moto y aún no he pagado esta’. (Risas). Así que ni corto ni perezoso me senté con mi padre y se lo expuse. ¿Su respuesta? ‘Has hecho un gran esfuerzo, la moto es tuya’.
– La de tu hijo Pol ha sido una moto eléctrica. ¿Recuerdas cuál fue tu primera moto de trial?
– Por supuesto que la recuerdo. ¡Ese primer amor no se olvida! Como he dicho antes, tenía 12 años cuando empecé a coger la TR35 Reverse de mi padre, que luego con el tiempo y el pacto que hice, acabo siendo mía. (Sonríe).
– ¿Te dio tu padre algún consejo antes de subirte a ella y empezar a ‘trialear’?
– Sí: ‘Suelta el embrague despacio y cuidado… ¡no hagas daño a nadie!’ (Risas)
– Yo a Pol el consejo que le doy es que disfrute de cada momento, que, aunque este año ha empezado a competir con la moto, que no olvide que es un juego. Está en edad de jugar y divertirse.
– Con 15 años te empezaste a foguear en el extinto social del MC Baix Berguedà, así como en el del Bages y el Campeonato de Cataluña de Trial Open. ¿En qué campeonato te lo pasabas mejor?
– Pues tanto en el Campeonato del Berguedà como en el Bages me lo pasaba genial. Diría que en ambos por igual. Y lo hacía por el ambiente que siempre habían tenido estos campeonatos, con gente muy afable. Eran competiciones reñidas pero había compañerismo y amistad. Es una época en la que hice grandes amistades. Para ser sociales, estaban muy bien organizados, la verdad.
– En ambos dejaste huella conquistando el triunfo en carreras y categorías. Y lo hiciste pilotando primero la mítica Beta TR35 Reverse y después la icónica Techno. ¿Qué destacarías de aquellos modelos?
– De la Beta TR35, la primera moto que piloté, era una moto super estable, fiable, y dura como la que más, ya que cuando empiezas hacer trial, las caídas suelen ser de las que duelen, y aquella moto era ¡casi indestructible! Era una moto preciosa, que tuvo la mala suerte de quedar pronto eclipsada por la aparición de la Beta Zero, con chasis de doble viga de aluminio, refrigerada por agua. En cuanto a la Techno, tuve la primera que salió, la amarilla y negra, así como la azul y roja. En cuanto a colores las dos tenían una combinación muy bonita. Al pasar de la TR35 a la Techno, el cambio fue notable, la verdad. La nueva moto tenía una respuesta de motor espectacular, y lo que más me impacto fue la notable reducción de peso y mejoras en suspensiones que te permitían jugar con ella y llevarla con movimientos muy similares a los de la bicicleta de Trialsín.
– ¿Todavía conservas alguna de ellas?
– Por desgracia no conservo ninguna de aquellas motos, pero es algo que me encantaría. Ahora, de más mayor, sí que piensas en esas cosas, y quizás por eso conservo la moto con la que volví a las carreras en 2016, una Gas Gas 30 aniversario, y también conservo la TRRS con la que gané el Campeonato de España en 2019.
– Ya llegaremos a ellas más tarde. Sin embargo, en 1998 llegó a tu vida, y a la de tu padre, una de las primeras Bultaco Sherco. ¿Es cierto que fue José Manuel Alcaraz padre, gerente de Zona Cero, quien os invitó a probarla sin compromiso?
– Sí, así fue. Llegó un día mi padre y me dijo: ‘¿Sabes que han sacado al mercado otra vez una Bultaco de trial?’. Yo no tenía ni idea, y me explicó que él había ido con Bultaco y que le encantaría probar una. Así que hablamos con gente y fue Joan Cubero quien nos dijo que sabía de alguien que las tenía a la venta. Hizo unas llamadas y a través de él fue cuando el señor Alcaraz nos invitó a verla y probarla. Es más, le dijo: ‘Si son amigos tuyos, diles que aquí pueden ver la moto, y también se la dejo probar si quieren’. Imagínate. Fue decirnos eso y mi padre y yo salimos raudos y veloces para Gavá, Barcelona, a probar la moto. Vamos, ¡como dos niños pequeños! (Risas). La moto nos encantó, no podía ser de otro modo, con la ilusión que teníamos. Allí conocimos a la familia Alcaraz, y también nos hablaron del Campeonato Open Zona Zero que ellos mismos organizaban. Pues bien, no una sino dos Bultaco Sherco idénticas acabamos comprando, y pronto empezamos a disfrutar de aquel campeonato.
– Tras adquirirla tu padre, tu hermano y tú os convertisteis en fijos del Open Zona Cero de Trial. ¿Qué recuerdas de aquella época compitiendo juntos los tres Alves?
– Pues tengo recuerdos y vivencias espectaculares. Al final estás haciendo el deporte que te gusta, con la gente a la que quieres, muchos entrenamientos y carreras juntos ayudándonos los unos a los otros… Hacíamos muchos triales al año, la verdad. Mi padre siempre decía que el mayor entrenamiento son las carreras. Y tiene razón. En esos años juntos participamos en varios campeonatos, y también disfrutamos de otras carreras míticas como los 2 Días de Tossa de Mar, los 2 Días de Ibiza, 2 Días de Arinsal… eran carreras donde compartías la competición, hotel, comida, cena… Recuerdo particularmente con cariño la época en la que mi hermano empezó a competir. Se inició más tarde, y entre tú y yo… Me reía muchísimo cuando coincidió en las zonas del mismo color de dificultad con mi padre. No veas las disputas tremendas que tenían los dos. Cuando uno tenía un mejor día que el otro o al revés… ¡saltaban chispas! (Risas). Aquello duró unos años hasta que mi hermano, como era normal por edad, mejoró mucho y subió de nivel.
– Ahora que no nos oye nadie. ¿Quién era el más bueno de los tres?
– Si no nos oye nadie… te diré que… ¡yo! (Risas). Si hay posibilidad que nos oigan, pues entonces te diré que cada uno tenía sus puntos fuertes y todas esas cosas que se dicen para quedar bien. (Más risas).
– En 2004 lo ganaste en el nivel rojo, el de mayor dificultad. ¿Con quién te batiste el cobre aquel año por el título?
– El Open Zona Zero es un campeonato que lo disfruté mucho, pero lo disfrute pocos años, y al igual que en el Campeonato de Cataluña mi gran rival era Joan Miquel Llorach. Él y muchos otros pilotos que tomaban parte en todas las carreras del mundo habidas y por haber. (Sonríe).
– Dos años después te coronaste Campeón de Cataluña en el nivel azul y terminaste subcampeón al año siguiente. ¿Te lo esperabas?
– Si bien no me esperaba ser regular todo el año, y terminar en esas posiciones, sí tenía claro que en ese momento estaba a un buen nivel para luchar por las primeras posiciones. Y te explico el motivo. El año anterior a empezar a disputar todo el Campeonato de Cataluña, fui a correr a la última prueba, ya que se corría en Castellolí, Barcelona, y me queda muy cerca de casa. Pues bien, al terminar la carrera me vino un amigo a la furgoneta donde estábamos con mi padre y mi hermano y me dijo que había ganado. Ciertamente, aquel día gané la carrera, pero me ocurrió una situación que no me había pasado nunca hasta aquel momento y que, afortunadamente, no me ha vuelto a pasar.
– ¿Qué te paso?
– Preguntaron quién era yo, ya que no me conocían, y vinieron a pedirme que, por favor, fuera a la mesa y dijera que me retiraba de la carrera. Me explicaron que había una persona que llevaba todo el año luchando por el campeonato y que al yo quitarle el primer puesto iba a perder el título. Me dijeron que no me preocupara porque luego ellos me entregarían la copa a mí. La verdad es que me hicieron pasar un mal momento pensando qué hacer. Finalmente, opté por subir al podio, ya que pensé que al hacer eso beneficiaba a una persona, pero fastidiaba a otra.
– Pues una sabia decisión, la verdad. Y mira si fueron buenos aquellos dos años que diste el salto al Campeonato de España. ¿Sueño hecho realidad?
– La verdad que no me lo había planteado nunca. Lo cierto es que en 2006 estaba en un buen momento, disfrutando de este deporte y pensé: ‘¿Por qué no probarlo?’. La experiencia estuvo bien, aunque me quedó un sabor de boca agridulce. Y me explico… En aquel momento no existía la categoría TR4. Corrían todos en la misma categoría llamada Veteranos. Como te decía, fue una mezcla de sensaciones. La primera carrera la recuerdo bien. Fue en Pobladura de las Regueras, León, un terreno exigente y muy resbaladizo. Sin duda, un buen trial para iniciarse. El campeonato creo recordar que tenía cuatro o cinco carreras en total, y viendo el resultado de la primera empecé a entrenar fuerte con el objetivo de acabar en el podio a final de temporada. Pero no fue posible, ya que conseguí dos cuartos puestos empatado con el tercero.
– Que pena, ¿no?
– Pues sí. Madrid, donde conseguí uno de esos cuartos puestos, fue especialmente amargo. Cuando me llamaron para salir desde el camión de inicio de carrera yo no estaba, llegué tarde, por lo que arranqué 20 minutos tarde. Terminé la primera vuelta primero con una muy buena puntuación, y en la segunda, la presión me hizo cometer errores imperdonables y eso hizo que acabara la carrera en segunda posición. Yo estaba súper contento, la verdad. Pero lo estuve hasta que cuando terminaron de poner todas las puntuaciones vi que tenía 20 puntos por tiempo y ese ‘regalo’ por yo salir tarde me relegaba al cuarto puesto empatado con el tercero. Así que me siguió quedando la espinita del podio.
– Lamentablemente, por segunda vez tuviste que decir adiós al trial en 2008. Esta vez, por lesión y cuando comandabas el certamen catalán. ¿Cómo sucedió?
– Esta vez nada tuvo que ver con el trial. Sufrí un accidente laboral. Me corté un tendón de la mano mientras trabajaba con una amoladora. Y por ello abandoné el trial durante bastante tiempo.
– Ese mismo año te marchaste a trabajar a Portugal, país que conocías bien, y allí harías poco después historia: ¡¡Campeón de Portugal en TR2!!
– Sí. Al año siguiente y debido a la la gran crisis que empezó en mi sector, tuve la oportunidad de ir a trabajar durante año y medio a Portugal. Al estar allí acompañé a mi padre a la última prueba del Campeonato de Portugal, ya que en aquellos años él residía allí y participaba en el mismo con asiduidad habiendo ganado varios títulos seguidos en la categoría de Veteranos. Pues bien, en ella mi padre me presentó al presidente de la Federación Portuguesa y tras hablar un buen rato y explicarle que estaría allí por trabajo año y medio me invitó formalmente a participar en la siguiente edición.
– ¿Cómo pasa uno de dejar las carreras por lesión a coronarse como el mejor TR2 en el país vecino?
– En este deporte para conseguir ese punto de confianza y seguridad se necesita de horas de mucho entrenamiento. También necesitas la motivación necesaria. Pues bien, allí tenía el tiempo y las ganas para lograrlo. Estaba trabajando en un país en donde no tenía cerca a mis amistades. Además, mi pareja seguía en Barcelona y nos veíamos cada dos o tres semanas. Es decir, que pasaba en Portugal fines de semana y muchas tardes después del trabajo completamente solo, con mucho tiempo libre. Por ello me focalicé totalmente en la moto, en entrenar y practicar trial. Supongo que ahí estuvo el secreto.
– ¿Era muy distinto el Nacional luso del certamen catalán o español de la época?
– Pues sí que tenía bastantes diferencias. A nivel normativo era todo igual. Pero, por ejemplo, las verificaciones se realizaban el mismo día de la carrera, lo que te permitía hacerlo todo en 24 horas. Por la mañana, verificaciones y revisar las zonas. Y por la tarde, se disputaba la carrera. Esa era la mayor diferencia en relación al CET. El domingo, después de comer, era cuando arrancaba la acción propiamente dicha. Y por si fuera poco, completábamos un total de cuatro vueltas a un mismo recorrido con 8 zonas. Normalmente, eran zonas largas y muy físicas. Otra gran diferencia entre España y Portugal es que en el segundo pude entrenar libremente por la montaña, sin tener esta sensación de miedo a que te paren los rurales y te multen con la que tenemos que salir por aquí.
– Se dice que los jueces suelen ser más estrictos con los pilotos foráneos. ¿Contigo lo fueron?
– Yo a nivel de competición no tuve en ningún momento esa sensación. Siempre me trataron muy bien en todas las carreras. Tanto los jueces de zona como organizadores fueron justos conmigo y me sentí muy integrado en todo el campeonato. Cierto es que mi padre es nacido allí, mi nombre es muy portugués y quizás eso me ayudó a ser uno más. El único momento en que hubo un poco de conflicto fue cuando gané el título en TR2, ya que con ese resultado entraba directamente como piloto al Campeonato de Portugal en la modalidad indoor. Fue ahí cuando el presidente de la FMP me comunicó que había algún piloto que no estaba conforme con ello, ya que yo no era nacido en Portugal. Fue entonces cuando puse fin a mi etapa portuguesa.
– Por distintos motivos hiciste un nuevo parón en tu carrera deportiva hasta que en 2016 volviste a enfundarte el mono y casco para participar en los sociales del Bages. ¿Qué hizo que te subieras a una moto de trial nuevamente?
– Pues al volver de Portugal, me casé, monté mi empresa y estuve muy centrado en ella para poder empezar y que la cosa funcionara. Cierto es que salía a entrenar muy de vez en cuando, porque cuando no compites, aunque sea como aficionado, los entrenamientos se relajan. Pero ese año me enteré que lo volvían a hacer, y eso me llamó la atención y me motivó para inscribirme a la primera carrera. Mi intención solo era hacer trial, disfrutar del domingo. (Sonríe).
– Regresaste por diversión, pero acabaste ganado el título ese año y el siguiente. Y no lograste el ‘hat trick’ porque te lesionaste la rodilla. Quirófano y 4 meses en el dique seco. Menudo palo, ¿no?
– Sí, cierto. Empiezas por diversión pero cuando eres competitivo, en cuanto llega un buen resultado, quieres más. Además, me reencontré con viejos amigos y también hice muchos amigos nuevos. Era un campeonato con un gran nivel de pilotos y muy buen ambiente. Pero como bien dices, mi rodilla de la manera más tonta me hizo parar. Lo recuerdo como si fuera hoy mismo. La semana anterior a la lesión llamé a la tienda Non Stop Bikes de Tona, Barcelona, y les pedí la nueva GasGas TXT GP. El día antes de lesionarme me llamaron que ya la tenían y me mandaron una foto de la moto en la tienda. Bueno pues al día siguiente, estando sentado en el despacho, me levanté demasiado rápido de la silla, con tan mala suerte que mi rodilla hizo crack. Al escuchar el crujido supe que algo no iba bien. Me hice pruebas y se confirmó que sufría rotura de cartílago con derrame. Por desgracia, el trozo de cartílago quedó detrás de la rótula, así que fue inevitable pasar por quirófano, rehabilitación… y ¡mucha paciencia! (Sonríe).
– Pero cuál ave Fénix, en 2019 te pones como reto competir otra vez en el CET y pisar el podio. ¿Espinita clavada fuera?
– Sí. Después de la lesión de rodilla, cuando empecé a coger la moto, tenía muchas molestias tanto en la operada como en la otra, la sana, por lo que me aconsejaron reforzar la musculatura. Así que empecé a prepararme con una entrenadora personal. Mi único objetivo era encontrarme bien sobre la moto, y ese ‘dolor’ era el peaje que tenía que pagar. A raíz de aquellos entrenamientos vi que podía coger la moto nuevamente y que mi nivel mejoraba mucho sobre ella por estar bien físicamente. Por eso, lo que empezó como entrenos para mi salud, poco a poco se fue convirtiendo en lo que me permitió subirme a la moto muchas más horas. Y, por consiguiente, me planteo prepararme a tope para volver al CET.
– Y no solo lograste tu primer podio en la segunda carrera, sino que ganaste las tres siguientes para llevarte el Trofeo Nacional de Trial en Veteranos (para más de 35 años). ¡Mejor, imposible!
– Fue un año redondo. En la primera carrera quede cuarto, y pensé: ‘¡Otra vez cuarto!’ Pero en la segunda prueba, en Andorra, acabé segundo por detrás de Miguel Ángel Bermejo. Empatamos a cinco pies al final de la primera vuelta. Pero en la segunda, él hizo toda la vuelta con un solo pie y yo me dejé seis puntos. Estuve muy contento por mi resultado pero pensé: ‘Este tío es muy bueno’. (Sonríe). Las dos siguientes carreras eran en Pobladura de las Regueras, y como antaño en aquel terreno tan resbaladizo de agua me encontré genial. De hecho, gané ambos días. Fue allí donde le di la vuelta al campeonato y me puse líder, aunque solo con un punto sobre Bermejo. Todo se iba a dirimir en la última carrera, en Valderrobres, Teruel.
– Más emoción, imposible, ¿no?
– Recuerdo la noche antes cenando. Yo estaba ciertamente nervioso y mi padre me dijo: ‘Tranquilo, mañana hacemos nuestra carrera, sin mirar lo que hacen los demás y saldrá bien’. Y dicho y hecho. Lo clavó. Me salió una carrera espectacular, y demostrando un gran pilotaje. Recuerdo terminar la zona indoor de la segunda vuelta, la 12, y fundirme en un gran abrazo con mi padre. (Sonríe).
– ¿Cómo llevaste tu rivalidad con Miguel Ángel?
– Yo no le conocía. Fue la primera vez que coincidí con él en una misma categoría, y solo puedo decir cosas buenas. Demostró ser un gran rival en pista pero al mismo tiempo todo un señor. Mira, fue la segunda persona en felicitarme tras ganar la última carrera y proclamarme campeón. Eso dice mucho de él.
– También pugnaron con vosotros Antoni Ramonet, Jesús Martín o Juan Manuel Filgueiras. ¿Alguno de ellos te sorprendió por su nivel o estilo de pilotaje?
– Con el único que había coincidido en alguna carrera por Cataluña era con Antonio Ramonet. No voy a descubrir nada de él que la gente no sepa. Es un trialero de los auténticos, con mucha experiencia; además de un piloto muy inteligente que sabe ver trazadas diferentes al resto. Sobre Jesús Martín, no le conocía. Sé que años después también consiguió el campeonato, lo cual me alegró. Cuando le vi por primera vez, vi a un piloto espectacular moviendo la moto, con un trial muy moderno. A Juan Manuel, tampoco le conocía. Mi padre, en cambio, sí que había coincidido con él en el campeonato gallego. Es un piloto amante de esta disciplina y muy valiente.
– La campaña siguiente no pudiste reeditar el título pero terminaste subcampeón tras Eduardo Álvarez. De hecho, os separaron muy pocos puntos en la clasificación. ¿Qué te faltó?
– Pues no sabría decirte si me faltó algo o más bien me sobró. Me explico. Cuando empecé en 2019 mi único objetivo era conseguir un podio. Ese era el reto que me había marcado, y sales con toda la ilusión y también sin ningún tipo de presión. Todo en tu mente son pensamientos positivos ya que quieres algo que no has tenido. Eres alguien desconocido en la categoría y pasas desapercibido. Al año siguiente, como bien sabes, va y gano las dos primeras carreras del campeonato. Así que paso de tener esa ilusión por un cajón a ganar cinco carreras seguidas, las tres últimas de 2019 y las dos primeras de 2020. Recuerda que fue año de pandemia, lo que obligó a la RFME a aplazar algunas carreras, y más tarde llegó el parón veraniego. Cierto es que llegaba líder pero entre una cosa y otra, al reactivarnos noté la presión. Era el actual campeón de la categoría, iba líder y todos se fijaban en lo que hacía. Aquella ilusión y pilotaje seguro que había tenido hasta aquel momento se transformó en una presión que en ese momento no supe gestionar del mejor modo.
– Y como no hay tres sin cuatro… en 2022 ¡vuelves a la acción! Pero esta vez lo haces de la mano de tus dos hijos, Marc y Pol, y como piloto de Bike Trial. ¿Cómo te ‘liaron’?
– (Risas). Pues todo empezó estando de vacaciones. Mis hijos tenían bicicletas de biketrial y un día mi hijo Marc me dijo que quería recibir clases de biketrial. Me dejó muy sorprendido, ya que yo jamás le había tocado el tema del trial. Bueno pues comencé a moverme y preguntar y me dijeron que en Martorell, Barcelona, el Moto Club Micorella y Protrials daban clases. Mi hijo Pol, que en aquel momento tenía 4 años, rehusó asistir. Así que solo inscribí a Marc. Hablé con el profesor de la escuela, Ferrán Escudero, y me aconsejó que si venía con mis dos hijos que le llevara también la bicicleta al pequeño por si luego se animaba, que quizás le apetecería jugar por allí un poco con ella al ver a los demás niños. Y así lo hicimos.
– ¿Pero cuando te liaron a ti?
– (Risas). Mira. Llegamos a la primera clase y Marc empezó con el grupo. Creo que solo pasaron 5 minutos cuando Pol me dijo que él también quería participar. Y desde ese momento empezaron los dos juntos. Poco a poco fui haciendo amistad con la gente de allí y me reencontré con Quim, un buen amigo mío de la época del Trialsín que venía allí a entrenar. Y todos ellos empezaron a liarme para que probara, que entrenara con ellos. Me dejaban probar sus bicicletas, me pedían consejo… y tengo que decir que me liaron pero bien liado. A la vista está. (Risas).
– Según nos han contado, tus primeras veces sobre la bici fueron todo un reto. ¿Qué sensaciones tuviste en tus primeras clases tras 35 años de no subirte a una?
– (Más risas). Recuerdo como si fuera hoy el día que fui a recoger la bicicleta. Estaba super ilusionado con mi nueva Comas 1008 R. Acababa de restaurar una Monty T-219 y había jugado un poco con ella en casa. Pero claro han pasado 35 años de evolución entre una y otra. Me subí a la nueva bicicleta y… ¡ostras! ¡Casi no sabía pedalear! (Risas de nuevo) En serio. Ahí estaba yo de pie sobre la bicicleta intentando hacer sin éxito alguno las mismas cosas que hacía con mi antigua Monty. Mira. No era capaz de levantar la rueda, y mucho menos de levantar la rueda y pedalear a la vez. (Risas). Me dije: ‘¡Madre mía que has hecho!’. La verdad es que las bicis de biketrial han cambiado muchísimo en comparación con las antiguas de trialsín, por lo que no ha habido otra opción que adaptarme a ella. Eso sí, con mucho entrenamiento y horas, ahora nos llevamos mucho mejor. (Sonríe).
– No solo vuelves a entrenar sino que regresas a las competiciones. Tomas parte en la categoría de dificultad media para mayores de 30 años del Campeonato de Cataluña de Biketrial y terminas… ¡segundo! ¡Ni Fernando Alonso se adapta tan rápido a sus monoplazas!
– (Risas). Bueno esa comparación. ¡Son palabras mayores! (Sonríe)… Sí, este deporte es adictivo, y si te van saliendo cositas conforme avanzan los entrenos cada vez quieres más. Supongo que el secreto es disfrutar con lo que haces. Además, tengo la gran suerte de compartir esos entrenamientos y competiciones con mis hijos.
– Y no solo eso. Participas en una cita del Nacional de la especialidad… ¡y pisas el podio!
– También fue una sorpresa para mí. Son aquellos momentos que compites por pura diversión, sin esperar nada y te sale un buen resultado. Acabé tercero.
– ¿Este 2024 sigues compitiendo en bici o solo ejerces como mochilero de Pol?
– Este año sigo compitiendo en bici, a pesar de que el año pasado en una carrera del Campeonato de Cataluña en Vallgorguina, Barcelona, conocí la cara oscura de todo deporte.
– En un salto de un obstáculo a otro se me coló la rueda trasera, como decimos nosotros, y me fui de espalda sobre un canto de hormigón y acabe una ‘semanita’ entera de hotel gratis (Sonríe irónicamente). Semana de hospital ingresado con fisuras en tres costillas y pulmón perforado. En aquel momento dije: ‘Se acabó el biketrial para mí’. Más tarde, empecé a plantearme la posibilidad de seguir practicándolo como afición pero sin competiciones. Pero mis hijos me insistían mucho: ‘Venga papa, tienes que correr’.
– Normal…
– Estuve meses dudando que hacer, ya que la lesión fue muy fuerte y siempre piensas que podría haber sido peor. Pero lo peor que llevé fue la sensación de miedo que tienes al volver a subirte con la bici y estar en altura. Tardé meses en recuperar la normalidad, a perder ese miedo que no podía controlar y que nunca había sentido antes. Afortunadamente, llegó el día en que Pol me sugirió probar el trial con moto y así fue como me he convertido en aprendiz de mochilero también. Vamos, que mis hijos me tienen ¡pluriempleado! (Risas). Pero muy feliz de poder disfrutar de estos bonitos deportes con ellos. (Sonríe).
– A Pol le vemos maneras y confiamos en verlo cuando toque en competiciones de mayor calibre. ¿A tu hijo mayor también?
– Mi hijo Marc le gusta mucho acompañarnos con su moto de trial y va evolucionando con nuevos pasos y retos. Cada día va mucho mejor con la moto pero sé que le gusta mucho más el biketrial. Ahí sí le gusta ir a carreras y competir. Si llegarán a competir algún día en categorías superiores, no te lo sé decir. Lo que sí tengo claro, y no quiero perder nunca de vista, es que en estos momentos son niños. Está bien que compitan, y todos quieren ganar, como es normal, pero quiero que vean el deporte que les gusta como una manera de jugar, de relacionarse con compañeros e intentar superarse y mejorar. Y si siguen entrenando y les gusta tanto como para seguir, yo encantado, ya que en estos momentos me considero muy afortunado de poder compartir una misma afición con mis dos hijos.