Entrevistamos en esta ocasión a Fernando Cabré, ganador de la FIM Europe Trial Cup de 2014 y flamante Campeón de la Copa de España de Trial de Clásicas y de la Copa Catalana en 2023 en la categoría Clásicos.
“Cuando escucho una Pre65… ¡se me ponen los pelos de punta!”
El de Vilanova d’Escornalbou, en Tarragona, es el primer piloto español en ganar la FIM Europe Trial Cup. Hasta tierras tarraconenses nos desplazamos para charlar con el flamante Campeón de España y Cataluña 2023 en la categoría Clásicos.
Nos referimos, como no, a Fernando Cabré, quien en la última década se ha convertido en todo un coleccionista de victorias y campeonatos al manillar de una moto de trial clásica. No en vano, desde 2013 ya se ha coronado en dos ocasiones Campeón de España de Clásicos, en tres de Cataluña e incluso en una de Asturias; además de haber ganado citas clásicas como los 2 Días Trial Santigosa Clàssic (2DTSC), los Dos Días de Trial de Clásicas de Maeztu o los 2D Trial Costa Brava.
Hasta la fecha, su máximo galardón a nivel internacional es, sin embargo, su triunfo en la FIM Europe Trial Cup de 2014. ¿Añadirá este año el Trial Vintage Trophy FIM 2024 que se disputará en Ripoll? Él mismo nos saca de dudas.
– ¿Quién te descubrió el trial como deporte y a qué edad?
– No recuerdo como. (Sonríe). Supongo que fue el interés por las motos y las revistas de aquel entonces. Más o menos con 14 años.
– Sin embargo, durante tu adolescencia alternaste el trial con el deporte rey, el fútbol. ¿Es así?
– Por supuesto, el futbol era mi pasión.
– ¿De qué jugabas?
– De delantero centro.
– A propósito, si un domingo coincidían una carrera con un partido, ¿por cuál te decidías?
– La competición de fútbol era amateur y se jugaba los domingos por la tarde, por lo que me daba tiempo a ir en moto por la mañana. Eso sí, casi sin comer. Y fútbol por la tarde.
– Tus primeras motos fueron Montesa: la 348 y la 349. ¿Por qué esta marca y esos dos modelos?
– En realidad, mi primera moto fue una Derbi Coyote, a la cual machacaba subiendo piedras y pasando por trialeras. Un amigo de la familia me veía con tanta pasión con la moto, que un día me dijo que tenía en casa una moto de su hermano y que me la podía dejar. ¡Madre mía! ¡Una Montesa Cota 247! ¡Qué locura! Cada domingo la tenía. ¡Y como disfrutaba! (Risas). ¿Por qué Montesa? Fue porque mi jefe en donde trabajaba en aquel entonces tenía buenas relaciones con el dueño del taller y representante de Montesa en Reus, Tarragona, por lo que tuve facilidades para comprar la 348 y la 349.
– ¿Qué recuerdas de esas primeras motos?
– ¡Imagínate! Mucha ilusión y venga a subir y bajar trialeras. (Risas)
– ¿Ya competías a nivel aficionado o simplemente las tenías para salir de excursión o hacer encargos?
– Las tenía para hacer caminos y entrenamientos con amigos de los pueblos vecinos. La competición como tal en aquellos tiempos era difícil por el tema de los desplazamientos. Y es que al principio no tenía carné ni coche. Pero ya con 18 años mi jefe me dejaba la furgoneta del trabajo. Además, aquellas carreras no eran como las de ahora, completamente regladas. Eran más bien ‘piratas’. Eran carreras de los pueblos cercanos a mi casa. Las que ya eran más serias, las oficiales, como el certamen provincial, por ejemplo, no siempre eran cerca, por lo que llegar a ellas tenía su complicación y dificultad.
– ¿Con qué pilotos conocidos del momento compartiste zonas?
– No recuerdo ahora, pero más bien eran carreras entre amigos.
– ¿Quién te sorprendió más? ¿O hubo otros pilotos que también te marcaron?
– Pues mira, Toni Gorgot con su OSSA amarilla. Recuerdo que el Campeonato de España pasó un año por mi pueblo, Vilanova d’Escornalbou, en Tarragona. Bueno, parte de su recorrido, organizado por el Motoclub de Cambrils. Y en aquella carrera pude ver en acción al propio Gorgot, así como a Lluís Gallach o el mismísimo Jordi Tarrés, entre muchos otros.
– Por cierto, ¿alguno de ellos era tu piloto favorito? ¿Lo sigue siendo?
– Todos me parecían unos fenómenos. Y a día de hoy les tengo admiración y respeto por lo que llegaron a hacer.
– Pero por desgracia, tu trabajo, el pasar por la vicaría, la llegada de tus hijos… hicieron que tuvieras que olvidarte tanto del fútbol como del trial. ¿Por qué?
– Me preguntas, ¿por qué? Cuando tu trabajo te absorbe de tal forma, la ilusión de formar una familia, la llegada de tres hijos maravillosos, montar tu propio negocio, comprar herramientas, máquinas, taller, trabajadores, pagar nóminas, seguros, impuestos (que te dejan frito)… No tenía otra que trabajar y trabajar. Por eso, ni fútbol ni trial, muy a mi pesar.
– Durante muchos años el trial estuvo ausente de tu vida. ¿Cuándo te reencontraste con este deporte? ¿Cuándo regreso a tu vida?
– Regresó de la mano de mi hijo Marc Cabré, quien con 6 años me pidió una moto. Y bueno pues con 8 años me dijo que quería hacer trial.
– ¿Quién le descubrió a tu hijo Marc el trial? ¿Y lo que es más importante: quién le metió el ‘gusanillo’ para que te pidiera practicarlo?
– Fue un joven del pueblo que se llama Marc Escoda. Practicaba trial y mi hijo cuando se lo encontraba se lo miraba siempre con pasión. Le maravillaba ver cómo realizaba las zonas cuando entrenaba. Supongo que, por una parte, su pasión y amor por el trial viene de verlo y, por la otra, me gusta pensar que ha heredado mis genes. Y, por consiguiente, también le encanta el trial. (Risas).
– Su petición, ¿te agradó o asustó? Más que nada porque ya atesorabas 45 años. Vamos, que ya no eras un chaval.
– Me agradó muchísimo. Empecé a recordar cuando yo tenía 15 ó 16 años… (Sonríe).
– De hecho, nos han contado que había pasado tanto tiempo desde la última vez que te costó Dios y ayuda arrancar vuestras motos. ¿Es verdad?
– (Risas). Más que arrancar las motos… fue ¡arrancar yo! (Más risas). El tiempo pasa y uno no estaba en la onda del trial.
– ¿Qué recuerdas de aquellas primeras veces en las que se subió a la moto?
– Imagínate. No cabía en mí de tanta felicidad. Ver a mi hijo con pasión y disfrutar con la moto…
– ¿Y de sus primeras competiciones?
– ¡Mucho sufrimiento! (Risas). Solo deseas que le salga todo bien. Los padres somos incorregibles.
– Quién sufría más: ¿el Fernando mochilero o el Fernando padre?
– Si el padre es el mochilero… ¡se padece el doble!. Y es que solo quieres que le salga todo bien y, por supuesto, que no se haga daño. Y que disfrute, que se lo pase bien.
– Pero llegados a cierto día y edad, Marc decidió colgar las botas y el casco como piloto. ¿Por qué motivo?
– En el fondo, solo él sabe los motivos. No se si fue por la presión que a veces ejercemos los padres para que sean los mejores, o si fue por un cambio de rumbo como adolescente, por los estudios…. El caso es que decidió aparcar su incipiente carrera deportiva.
– ¿Qué te pareció su decisión?
– La decisión que tomó, para mí, como padre, fue frustrante. Los padres vivimos en una nube y la realidad es otra. No todo el mundo puede ser el mejor. Aunque, a día de hoy, todavía pienso que tuvo mucho coraje y la suficiente personalidad como para tomar esa decisión tan importante en su vida. Un decisión que creo que tomó gracias a la formación, esfuerzo, disciplina y seguridad que te proporciona el practicar trial, dicho sea de paso. También tengo que decir que nuestra relación y unión de padre e hijo es fantástica, gracias, supongo, al trial. Estoy muy orgulloso de él.
– Sin tu hijo como principal ‘leitmotiv’ para practicar trial te volviste a centrar en tu empresa. ¿No lo practicabas ni a modo de desconexión?
– La verdad es que no tenía ganas de hacer trial ni nada. En ese momento, la moto no entraba en mis pensamientos, la verdad. Además, tenía mucho trabajo en mi empresa.
– Hasta que un día, tu buen amigo y también piloto Rafa Sanromà por fin te convenció para que le acompañaras a un trial de clásicas. ¿Por qué no te animaste a competir de buenas a primeras?
– Así fue. Rafa, al final, me convenció para que fuese de control a una carrera de trial de clásicas que se disputaba en Tarragona. Y bueno, viendo lo que vi, ese día empezó mi fiebre también por el trial clásico.
– Fue verle en acción, así como al resto de participantes, y enamorarte nuevamente del deporte del equilibrio dinámico. ¿No fue así?
– ¡Correcto! En cuanto pude, conseguí una moto y empecé a entrenar todo lo que podía y más para poder participar en carreras.
– Tu ‘fiebre’ por el trial clásico te ha llevado a amasar desde 2013 un espectacular palmarés a nivel nacional y catalán: dos veces Campeón de España en Clásicos (2019 y 2023); 3 veces Campeón de Cataluña, dos en Clàssics (2019 y 2023) y una en Pre75 (2022); y ganador, entre otras citas clásicas, de Santigosa (2016, 2017, 2019 y 2023) y 2D Trial Costa Brava en Open Amarillo. ¿Esperabas un retorno al mundo del trial tan exitoso?
– No, no me esperaba ganar tantas carreras y títulos. Pero la ilusión que tengo es como si tuviera 20 años, aunque la realidad de hoy es que ya tengo 67 años. Pero lo disfruto de lo más. Sí que tengo que decirte que, a parte de conseguir los títulos que mencionas, también me enorgullece haber quedado hasta en cinco ocasiones SubCampeón de España; algo que no es nada fácil de conseguir, sea dicho de paso. (Sonríe).
– Por cierto, también eres Campeón de Asturias. ¿Cómo es eso?
– (Risas). Lo de Asturias es una anécdota de lo más curiosa. El Campeonato de España de Clásicas se disputaba en Oviedo y a doble jornada. El sábado por la mañana se corría el Nacional, y por la tarde se aprovechaba la infraestructura del campeonato para hacer el de Asturias a una sola carrera. No se cómo sucedió, pero recuerdo que la organización me dijo: ‘¿serías capaz de correr?’, bromeando. Por la mañana ya había ganado el título nacional, por lo que acepté el desafío y les dije que si me dejaban inscribirme, correría. Y tal cual. Nada más acabar a las tres de la tarde el Nacional, sin apenas tiempo para comer y asearme un poco, a las cuatro y media afrontaba de nuevo 12+12 zonas diferentes del Campeonato de Asturias para una vez acabado volver a preparar la moto para el domingo. ¡Una locura! No me enteré que había ganado ese mismo día. No fue hasta el día siguiente, hasta el domingo, que lo supe. Ese día acabé segundo en el Campeonato de España. Y fue tras la ceremonia de podio que me dijeron que me entregaban el trofeo de Campeón de Asturias.
– Sin embargo, tu título más importante es la FIM Europe Trial Cup de 2014. ¿qué recuerdas de aquella temporada?
– ¡Fue fantástico! Nos enteramos que se hacía esta prueba y unos cuantos del Tarragona Trial Team decidimos probar suerte. Y no fue nada fácil, ya que la administración de la FIM nos puso muchas pegas por las licencias. Un abuso total de precio. Pero al final se pudo solucionar. Sobre el trial, que fue maravilloso, tuve la gran suerte de quedar primero y, por consiguiente, campeón. Como he dicho, fue fantástico.
– ¿Es dicha corona la victoria que ocupa el lugar más especial en tu corazón de trialero clásico?
– Es un gran título, por supuesto. No es nada fácil conseguirlo y lo recuerdo con mucho orgullo. Pero en el fondo… ¡me gustan todas las victorias! Todas tienen aquel plus al pensar en ellas. (Sonríe).
– ¿Sigues confiando en Montesa y sus modelos o te has abierto a otros modelos y marcas históricas?
– Me preguntas por Montesa, pero también tengo modelos de Bultaco, OSSA, Fantic y Beta. Con ésta última, por cierto, es la marca con la que corro actualmente. Eso sí, la Copa Catalana de Trial Clásicas de Pre75 la disputé el año pasado con una moto diferente para cada cita: Bultaco, Montesa, OSSA y Yamaha.
– Por cierto, ¿hay algún modelo que hayas querido pilotar y que todavía hoy persigas?
– Me encantan las Pre65. Esos motores, el sonido que tienen… ¡Uff! Algún día intentaré tener una.
– En tu opinión como piloto, ¿cuánto ha cambiado el trial como deporte desde tu juventud hasta el día de hoy?
– Creo que en clásico no ha cambiado mucho. En el moderno, o a partir de las post clásicas hasta el día de hoy, muchísimo.
– ¿También lo han hecho las zonas?
– Las zonas que entrenaba de joven, a día de hoy, las he vuelto a hacer, y aún más difíciles que antes. También quiero decir que la preparación de las motos es mucho mejor ahora que antaño.
– Algún compañero de zonas clásico tuyo se queja de que en los niveles más difíciles hoy en día participan pilotos jóvenes con su técnica de pilotaje moderna y que ello desvirtúa la competición. ¿Estás de acuerdo con ese pensamiento?
– Los jóvenes no solo corren en la categoría más difícil, están presentes en casi todas las categorías. Creo que se dan cuenta de que el trial clásico es muy noble. Además, se intenta que las zonas no sean peligrosas, y que haya buen ambiente entre pilotos. Y todo ello, quieras o no, hace que se lo pasen bien. Para mi, es un hándicap competir con pilotos más jóvenes, y es que en estas carreras se puede ver a un piloto de 35 ó 40 años midiéndose contra uno como yo de 67 años. Respecto a lo que se habla sobre que desvirtúa la competición, la edad puede influir, pero yo me pregunto: ¿y las motos? Pocas hay originales.
– En la actualidad, además de en clásicas, ¿también compites de vez en cuando con moto moderna?
– No, con motos modernas no compito. Aunque con la moto clásica corro carreras de modernas para entrenar. De las motos modernas, todas me parecen una pasada. (Sonríe).
– Este año Ripoll albergará el Trial Vintage Trophy FIM 2024 ¿Participarás?
– Me hace ilusión, pero veremos como llegamos a la fecha, a septiembre. Y ya decidiré si finalmente corro o no.
– Como piloto y aficionado, ¿en qué momento crees que se encuentra el trial como deporte?
– En general, está en decadencia. Con las leyes actuales, la dificultad de ir en moto, entrenamientos, multas… poco a poco lo están matando. Prefiero no pronunciarme sobre lo que en realidad pienso sobre la burocracia y dirigentes de este país.
– ¿Hacia dónde crees tú que tiene que evolucionar el trial?
– A mi parecer, para que se produzca una evolución primero es necesario un cambio en las leyes.
– Las motos de este siglo han cambiado mucho con respecto al anterior. Mecánicamente hablando, ¿hacia dónde crees tú que se va a ir en los siguientes años?
– Por supuesto que han cambiado. Solo hace falta ver la estética, motores y prestaciones. Actualmente, se están poniendo de moda las motos eléctricas. Pero cuando escucho una Pre65… ¡se me ponen los pelos de punta! Veremos que pasa.
– A todo esto, ¿qué prefieres: stop o non stop?
– Yo creo que lo mejor es stop y con tiempo en la zona, como por fin ha decidido adoptar el Mundial de TrialGP para este 2024. El motivo, supongo que es por que marcar zonas non stop, con el nivel que tienen los pilotos, es muy difícil, ya que provoca que paren 2 ó 3 segundos, y entonces se crea una confusión en el público, los jueces e incluso en los propios pilotos.
– ¿Por qué crees que en el Campeonato del Mundo se apostaba por el non stop a diferencia del resto de competiciones nacionales?
– Supongo que era para buscar un dinamismo dentro de la zona para que no se hiciera muy lenta. El problema que hay hoy en día es que los pilotos saben pilotar sobre una rueda y es muy difícil marcar zonas, ya que la trazada es completamente diferente a la de antes. Hay dirigentes que se dieron cuenta y hay otros que todavía pensaban que estaban en los años 80 ó 90. Y los pilotos están en 2024. Por suerte, han sabido rectificar.
– Toni Bou acaba de conseguir su título mundial número 34. Con los números en la mano no hay discusión. Pero si has de elegir entre él, Dougie Lampkin, Jordi Tarrés y Sammy Miller, ¿con quién te quedas? ¿Por qué?
– No hay discusión alguna en que el mejor, a día de hoy, es Toni Bou, como Sammy Miller, Jordi Tarrés y Dougie Lampkin lo fueron en su época. Aunque para mí, la templanza con la que Dougie Lampkin afronta las zonas, me impresiona. Y digo esto porque miro videos de las carreras con todos los pilotos de la época y él las afronta con un temple que me fascina. Es un trial de trazada, que es lo que a mí me gusta. El trial de hoy es más bien un circo y espectáculo, y aquí yo no llego.