No es tan largo de explicar.
En realidad el pionero no fué Jordi Tarrés. – Y por hablar de precedentes,(…errata de «procedentes»),podríamos hablar de las «insolencias» de Schreiber,de prematuras insinuaciones en el pilotaje de Gorgot sobre una «ligera» TR80,…y,sobre todo,de los primeros gestos de Lejeune y el embrague de su TLR. – Pero si nos acercamos a los ’90 podríamos afirmar que más que Tarrés fué Andreu Codina el precursor de las sinergias del Trialsín!
Y,evidentemente,que sí,…que son las demandas de los estilos de conducción de los pilotos las que generan una cierta exigencia en los conceptos que manejan los mecánicos y los ingenieros para diseñar las motos ( ¿Qué consiguió Sammy Miller en Martorell desarrollando un concepto de moto totalmente diferente a las viejas 4T británicas?) – Con esta premisa no deberíamos escandalizarnos si afirmamos que los Codina y los Tarrés fueron el cementerio de la generación de las Bultaco,Montesa y Ossa de los ’60 y que una sorprendente Beta TR34,una Aprilia Climber ó una Gas Gas Contact ejercieron la misma función de defunción que una Sherpa a una BSA ó una Norton.
El Trial es un deporte vivo y progresivo. – Es inútil anclarse en inmovilismos y catecismos puritanos.
Para cualquier espectador,por muy enternecedor y romántico que se sienta,no existe más que la evidencia del progreso y la «desestructuración» de los mitos. – El Trial es lo que tenía que llegar a ser. – Ha seguido un camino lógico y progresivo de desarrollo y de mayor eficiencia (…Y,vaya si ha llegado a ser eficiente!,…a mí se me congelan los huevos cada que veo a Toni Bou sobre una moto de Trial!)
