Una romanticona
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15 noviembre, 2015 a las 9:46 pm #246962
Diario de ella:
Martes, 10 de noviembre.
Esta época del año no me gusta. Amanece muy tarde y los cuadraditos de sol que se cuelan por el ventanuco del sótano ya no llegan a mi rincón.
Esa araña se está pasando; ya me ha llenado la mitad de los radios delanteros con su telaraña. Bueno, si llega un poco más arriba, le contaré mis batallitas. A lo mejor no es tan desagradecida como la que vive en mi cadena…
¡Uf, ya se nota otra vez la humedad en los cojinetes! A ver si este invierno pasa más rápido que el último. Qué aburrimiento.
Miércoles, 11 de noviembre.
Hoy ha pasado algo raro. Ha venido un desconocido al sótano. Me he llevado un susto, porque desde hacía mucho tiempo sólo bajaba mi dueño (al menos, una vez por semana, para salir con la que hace unos años me sustituyó en su corazón, una geisha de remilgados modales, mucho más joven que yo) así que no me esperaba la visita. Han estado hablando un buen rato, el desconocido y mi dueño. Creo que he oído algo de ‘vender’. Y he notado que mi dueño me miraba de reojo. No me gusta nada.
Jueves, 12 de noviembre.
No he podido dormir dándole vueltas a lo que ocurrió ayer. Estoy nerviosa.
Viernes, 13 de noviembre.
No cabe duda. Mi dueño ha bajado con unos papeles y unos formularios. ¡No, por favor! Prometo no quejarme nunca más, y dejar que acumules objetos sobre mí, o que te olvides de ponerme la funda cuando se cae. No, no…
Sábado, 14 de noviembre.
Hoy ha sido un día especial. Tan bonito como el primero con mi dueño, seguramente habrá sido el último con él. Pero ha merecido la pena.
Esta mañana bajó temprano y, silbando, apartó el montón de cosas que me rodeaban. Me arrastró del rincón y me subió al caballete. Para eso tuvo que bajar a la geisha, que se había hecho la dueña del mejor sitio del sótano: al lado del banco de herramientas mágicas. ¡Qué halagada me sentí en ese instante! Entonces, sin dejar de silbar la canción que echaban por la radio, empezó a quitarme el polvo y las telarañas con un trapo empapado en WD40. ¡Cómo echaba de menos ese olor! Chasqueó la lengua cuando pellizcó uno de mis tacos traseros, aún noto las intensas vibraciones que me produjo en aquel instante, a pesar de que puso una cara de decepción. ¡Soy vieja, no puedes esperar de mí la tersura de una joven como la que me mira extrañada desde el fondo del sótano!
El aceite milagroso y sus manos que tantos años me han cuidado hicieron milagros. Ya no sentía la humedad en las rótulas, mis pulidos y cromados volvían a brillar y noté aire fresco dentro de los flácidos neumáticos después de muchísimos meses.
Entonces me bajó del caballete. Sonrió, no sé por qué. Apretó mi freno delantero y yo hice un esfuerzo sobremaquinal para devolverle una clavada perfecta. Me dolió y se me escapó un quejido, pero él quedó satisfecho. Es todo que puedo hacer por amor. Después se fue al banco y no pude ver qué hacía, pero estuvo un rato hablando solo en una especie de letanía numérica mientras el sótano se inundaba de olor a gasolina.
Me sorprendió cuando me abrió el tapón repentinamente, pero con delicadeza. Noté cómo gasolina fresca me regaba las entrañas. Noté cómo aire viciado de meses salía de mi interior, reemplazado por el néctar que nos da vida a las motos. ¡Qué contenta estaba! Pero la alegría me duró poco. Enseguida me dí cuenta de que me estaba acicalando para la venta. No, no, ¡por favor! ¡Déjame en el rincón! No, no…
Pasó un par de horas y volvió a bajar. Era el ritual vespertino de todas las semanas. Se caló las botas, el casco y cogió la riñonera. ¡Pero no se fué hacia la japonesa! ¡Me cogió del manillar y me sacó a la calle! ¡¡Me iba a arrancar!!
Cuando empujó la primera vez mi palanca de arranque noté un dolor insoportable después de tantos meses entumecida. Yo tenía que quedar bien, y me esforcé con todas mis ganas para sacar la chispa que necesitaba aquella patada que se había acostumbrado al agasajo de la geisha. Fallé. Se me vino el mundo abajo. Pero mi dueño no se rindió. Me pegó la patada que yo recordaba: un latigazo me corrió por la espina dorsal del chasis y mi corazón electrónico soltó una chispa por puro amor a mi dueño.
Me entraron toses, palpitaciones, vahídos, solté malolientes humos. Me esforcé en mantener el tipo, y saqué la casta de mi marca. La gasolina nueva fue destilada bendita y aclaró mi voz. Mi escape de titanio tintineaba con la emoción de limpias pistonadas y lanzaba volutas de alegría por el silencioso. ¡¡Estaba funcionando otra vez!!
Mi dueño apretó el embrague con cariño, varias veces, dándome tiempo a recordar qué debía hacer. Cuando pisó la palanca de cambio, moví mi selector con determinación y le di mi primera con toda la suavidad que pude. Sonrió de nuevo y salimos al campo.
Al principio, como unos novios que se separan y se vuelven a ver después de mucho tiempo, con los nervios, intentamos besarnos con las mejillas al revés. Yo le perdoné todo, porque lo quiero con toda mi alma y le agradecía aquella última salida. Notaba que me quería conducir como a la geisha: me dejaba caer de vueltas y me llevaba en marchas largas. Aún así, entre traqueteos de la cadena, le di todo lo mejor que pude de mis humildes bajos de 250. Pero… aproveché un instante en que se pasó con el puño. Tal vez acostumbrado a la japonesa, se excedió unos grados y entonces dije ¡aquí estoy yo! ¡Volamos juntos sobre la piedra y casi me lo dejo atrás! ¡¡Qué alegría!! Creo que entonces recordó cómo nos entendíamos antes del abandono, porque dejó de abusar de mis bajos y cada vez daba acelerones más briosos y volábamos sobre los huecos, en vez de copiarlos. Mi rueda delantera empezó a despegar más, a rebotar, a girar en el aire. ¡Mi dueño se acordaba de lo que nos gustaba a los dos!
En pleno éxtasis, ya no me dolían las rótulas, ni me acordaba de mi avanzada edad, ni me importaba que aquella fuese la última tarde con él, porque estaba disfrutando como nunca.
Cruzamos arroyos, atravesamos prados de hierba, subimos raíces, bajamos empedradas cuestas. Hicimos giros, paradas, más giros, rampas vertiginosas de tercera, ¡qué forma de disfrutar! La tarde cayó muy rápido. Tal vez porque está entrado el invierno, o porque lo pasé como nunca en mi última cita. En la puerta del sótano, mi dueño apagó mi corazón, pero no me lo partió, sólo sopló mi chispa con la ternura que sólo él sabe.
Probablemente, mañana me venderá, pero ya no me importa. No podré olvidar nunca este día.
Domingo, 15 de noviembre.
Esta noche he dormido feliz y tranquila. Me he despertado de nuevo en el rincón y me asaltó la duda de si lo de ayer había sido un sueño. Pero no, en vez de arañas, tenía aroma de tomillo entre mis radios. Intentaba acordarme de la tarde que pasamos ayer, para grabarla en mi memoria y no olvidarla cuando me despidiera de mi dueño, cuando apareció más temprano de lo normal. Estuvo un buen rato quitando cacharros de en medio y barriendo (hacía meses que no lo veía con la escoba), adecentó el banco, ordenó las herramientas y llenó dos bolsas de porquería variada. El corazón empezó a palpitarme con angustia, la tragedia se veía venir.
En efecto, al rato se abrió la puerta y vi un remolque. Ya lo tenía asumido, no se lo podía reprochar. Después de todo, tuvo el detalle de despedirse de mí con una excursión especial. Entró acompañado del desconocido, dejó un bote en el banco, se rieron un rato y, entonces, ocurrió un milagro.
Bajó la geisha del caballete, la empujó fuera y la subieron al remolque. Me quedé estupefacta.
Miré el bote que había dejado en el banco.
«ACEITE ESPECIAL PARA 2T»
Diario de él:
Martes, 10 de noviembre.
Ya lo he decidido. He puesto el anuncio. Si vendo dos motos, me compro una nueva, que para eso es el dinero. Para disfrutarlo.
Miércoles, 11 de noviembre.
Jodo, qué éxito con la 4RT. Me han fundido la batería del teléfono. Incluso han venido a verla.
Jueves, 12 de noviembre.
Hecho. ¡A ver si coloco la sherpa con tanta facilidad!
Viernes, 13 de noviembre.
Ya he preparado los papeles. Nada que hacer con la sherpa. Ostras… ¿qué voy a hacer mañana? Seguro que salgo y le rompo una maneta, ahora que la tengo vendida. Bueno, ya veré…
Sábado, 14 de noviembre.
He disfrutado como un enano trialero en el bosque de Gandor, o Grijandor, o como se diga. Como no quería fastidiar la 4RT, he salido con la GG. Le he dado con un trapillo para quitarle lo gordo y aún estaba aparentona. Tenía los tacos como piedras, aunque frenaba bien. Pero no veas el lío para hacer la mezcla. Ni me acordaba. He estado un rato con los cálculos y, al final, le he echado un culillo de aceite que había por ahí a los dos litros que me quedaban en la garrafa. Lo que se dice al ‘tonto por ciento’.
He estado a pique de pegármela dos o tres veces. Primero, ni sabía meter las marchas y no me acostumbraba al tacto del motor. En una piedra, se me fue la mano y casi se me escapa. ¡La puñetera, cómo anda! Ya ni me acordaba.
Y ¡amigo, cuando me he acostumbrado de nuevo! ¡Qué disfrute! ¡Qué ligereza, qué tacto suave en baja y qué alegría para saltar a donde fuera!
Se me ha hecho de noche muy rápido. Cuando he vuelto, me han asaltado dudas extremas. Lo consultaré con la almohada.
Domingo, 15 de noviembre.
Hoy han venido a por la 4RT. Se ha ido a una buena casa y con gente auténtica. Estoy contento por ella. Cuando he ido a recogerlos a la gasolinera, he comprado un litro de aceite para la GG. Creo que la nueva puede esperar unos meses…
Un cordial saludo,
JM
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16 noviembre, 2015 a las 1:59 am #246967
¡¡¡si!!! Que bonito es eso JM!! chingón!
locobeta :P :P :P :P :P :P :P :P :P ;)
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16 noviembre, 2015 a las 2:08 am #246969
¡¡¡¡¡¡ ESTUPENDO !!!!!
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16 noviembre, 2015 a las 11:55 am #246977
Gracias a vosotros por leerlo. Está basado en una historia real.
Siempre hemos hablado del cariño que se les coge a las motos, pero no del que nos tienen ellas a nosotros. Creo que no viene mal un poco de romanticismo puro al foro, en estos momentos tan chungos que estamos pasando por diversas circunstancias.
Un cordial saludo,
JM
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16 noviembre, 2015 a las 1:35 pm #246983
Bonito relato. En estos tiempos, es un auténtico gustazo encontrar un post de temática original, imaginativo, bien escrito y con estilo. Enhorabuena.
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16 noviembre, 2015 a las 2:05 pm #246986
Simpático, original y entretenido. Un placer haberlo leido.
Enhorabuena!!!
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16 noviembre, 2015 a las 4:36 pm #246990
Obrigado JM!
Estamos mesmo a precisar de post diferentes dos que agora são habituais.
Ficamos a aguardar, como era costume, as tuas análises ás motas que aparecem. Tens muito trabalho pela frente com as Vertigo e TRS.
Abraço dos Açores
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16 noviembre, 2015 a las 6:11 pm #246994
Fenomenal¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
La verdad es que surge un «cariño» especial entre tu y tu moto……………………………………
Un saludo
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16 noviembre, 2015 a las 6:51 pm #246997
Me ha encantado
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16 noviembre, 2015 a las 7:16 pm #246998
Leer este relato ha sido como abrir una ventana y respirar un soplo de aire fresco después de tanta «boina» de contaminación.
En cada moto que cuidamos, disfrutamos, sufrimos, dedicando tantas horas de nuestra vida, dejamos parte de nosotros mismos.
También,es indudable, que cada una de ellas nos va grabando su huella.En esa interacción difícil de entender entre moto y piloto se crea un vínculo a veces imposible de romper.
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16 noviembre, 2015 a las 7:25 pm #247000
Muy bueno JM, Locobeta y tú, los poetas del foro, jeje
Salúd.
casiacero
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16 noviembre, 2015 a las 7:54 pm #247002
Quedará como uno de los Post más originales y exquisitos de este Foro!
Como lector agradecido no puedo más que preguntarle al autor por una duda obligada:
El relato parece que nos sitúa en un casual «redescubrimiento» de las reacciones impetuosas del motor 2T de la «catalana rebelde»,que había perdido las preferencias de su dueño por la refinada educación de una «geisha» más previsible y hedonista. – ¿Es una reconciliación forzada,después de que el primer comprador haya elegido a la más bella de las concubinas del «harén»,ó es que el vendedor había sucumbido a los embrujos de la «geisha» y había olvidado en su «subconsciente canalla» que lo que de verdad le «ponía» era la indomable catalana?La pulsión del relato se mantiene porque parece que quien habla es la vieja Sherpa. – ¿Quién podría merecer más cuidados y reconocimiento que la venerable anciana de CEMOTO? – Y ésta es la pregunta,amigo «JM»: Has querido vender a la adolescente geisha y tienes en venta a la abnegada meretriz con menopausia…¿Qué vínculo indisoluble existía con la Gas Gas,si fué la única que nunca estuvo en venta?
Hay una historia de amor que,parece,que te guardas para un segundo capítulo de la historia! – Me queda la expectativa y la enorme curiosidad por un segundo relato que me cuente quién es esa Gas Gas que no quieres que cambie de mano y que estás dispuesto a que las arañas vuelvan a cubrir de un manto de telarañas cuando vendas la Sherpa y te compres una nueva «sílfide» de 63 kilogramos. – ¡Volverás a caer en la «concupiscencia» de la joven amante,…dejarás que la Gas Gas vuelva a llenarse de polvo,…pero no la venderás!Un saludo.
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16 noviembre, 2015 a las 11:21 pm #247008
Bonita historia con final feliz! Luego como dicen, segundas partes nunca fueron buenas, asi que yo creo que como la vendas mas de uno te coje manía, pobrecita…
Un saludo!
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16 noviembre, 2015 a las 11:33 pm #247009
Simplemente genial el relato!!! :)
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17 noviembre, 2015 a las 12:41 am #247018
FLIPANTE
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17 noviembre, 2015 a las 12:05 pm #247033
Hola a todos,
Gracias por leerlo y, sobre todo, por volver a juntaros todos como amigos en un hilo agradable. El nombre o la marca de las motos es lo de menos, cada uno, por nuestra edad e historia, tenemos ‘esa moto’ que es especial. No importa si es 2T o 4T, si es checa o eslovaca, si es azul o roja o si tiene dos o tres amortiguadores. Está más que demostrado que el trialero es el más sentimental de los moteros camperos, tal vez porque aprende a desarrollar ese ‘tacto mágico’ que los demás campistas nos envidian.
He apelado a vuestra sensibilidad para que veáis que son más cosas las que nos unen que las que nos separan. Muchas veces disfrutamos mucho más con lo sencillo, con lo improvisado, que con los grandes acontecimientos. Cada uno de nosotros es ‘trialero a su manera’ y su disfrute es particular. Lo importante es disfrutar y compartirlo.
Un cordial saludo,
JM
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17 noviembre, 2015 a las 12:32 pm #247034
gracias Jm!!
Un post fantastico e disfrutado muchisimo leyendo esa bonita historia.
saludos
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17 noviembre, 2015 a las 5:43 pm #247036
«JM»,…lo que voy a comentar no desmerece tu primer relato,que si por algo llegó a muchos de nosotros,fué por el ingrediente romántico que muchos identificamos en las relaciones subliminales que tenemos con algunas motos y algunas marcas.
Claro que los trialeros somos «marquistas» y hasta algo fanáticos,…pero este fenómeno «desenfadado»,(semejante al hincha de fútbol),se observa más en el Trial Clásico,por la vieja rivalidad de marcas y de pilotos,y,sobre todo,por esa especial liturgia que supone el esfuerzo en una restauración y el inmenso cuidado que supone el mantenimiento de una pieza que es casi de coleccionismo (…no olvideis las quejas,nada gratuitas,de muchos pilotos de carreras de clásicas con zonas en piedra,demasiado ratoneras y estrechas,por el peligro que suponía para el daño en sus «costosas» monturas y el escaso mercado de recambios). – Una clásica es una «pieza de culto» con la que se establece una estrecha relación sentimental. – Cosa bien distinta a la que sucede con las motos modernas (…todos recordamos en la época de «pre-crisis»,cuando nos reuníamos más de 100 pilotos en un Paddock,que se cambiaba de modelo,cada año,con un asumido sentimiento de «desapego».Y que,incluso,no teníamos ningún reparo en cambiar de marca.)
Cuando yo te pregunto por qué es la Gas Gas la que va a permanecer en el garage y son la 4RT y la Sherpa las que se ponen en venta,no es por una cuestión de marca,de color ó de cilindrada. – Es porque has hecho una elección! – Es porque es una curiosidad inevitable y una pregunta que el mismo relato obliga a hacerse al lector.
De todas formas,no es más que una deformación personal cada que leo cualquier texto. – En el «Diario de ella» está toda la riqueza del texto y tu enorme «sensibilidad mecánica»,(pero siempre con la engañosa presunción del lector de que «ella» es la Sherpa),…pero en el «Diario de él» eres menos generoso y te limitas al «reencuentro» con la Gas Gas y al litro de aceite de 2T. A la reconciliación con la Gas Gas,después de la infidelidad con la geisha y el desahucio de la abuela,…es inevitable la pregunta: ¿Por qué la Gas Gas?
(Porque es más importante de lo que parece si es roja ó azul,catalana ó japonesa,de 2T ó 4T,250 ó 300,clásica ó moderna. – Las historias de amor tienen su «intrahistoria» y ésa es la que ha faltado en el relato para un cotilla como yo: ¿Por qué la Gas Gas?)Saludos.
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17 noviembre, 2015 a las 6:33 pm #247038
¿Por qué la Gas Gas?
Bueno, no quería personalizar el mensaje, ya digo que ‘la moto’ es la que cada cual tiene en su corazón. No obstante, si interesa el asunto, lo explico brevemente para no desvirtuar el ángel de cada uno.
Mi GG es una moto muy común, la compré hace 10 años justos en un momento de debilidad, porque ya tenía otras en el sótano (entre ellas la primera 4RT 2005). En ese momento (¡y en cuál sí, dirás!) GG no iba muy boyante y tiró de Öhlins atrás y Marzocchi de aluminio delante para hacer un producto atractivo. Comenté el detalle en el foro antiguo y el genial Corsino me tiró de la lengua. En un alarde de arrogancia lancé la bravata: «Si Raga gana el mundial, me la compro.»
Raga ganó y me la compré.
Tuvimos un mal comienzo, pues llegó con el guardabarros roto (los transportistas) y la pinza trasera perdiendo líquido (los montadores de AJP). Adolfo se portó como lo que es y enseguida tuve el recambio. Y… ya que me puse a desmontar… ¡¡desmonté todo!! Total, como tenía la 4RT para aburrirme mecánicamente, con la GG me divertía a lo grande. En ese ‘cuerpo-a-cuerpo’ mecánico que nos llevó hasta navidad, aprecié un motor años luz por delante de los demás (en diseño) y malentendido por un montaje apresurado. Cuando la monté de nuevo, funcionaba tan bien, que tardé sólo dos semanas en vender la 4RT.
Desde aquel año han ocurrido muchas cosas en mi vida, algunas malas, otras buenas. Entre unas y otras, siempre tenía el hueco para evadirme en el campo y, a la vuelta, fijarme en algún detalle que se podía mejorar. En diez años, mi GG ha acumulado multitud de piezas hechas a mano y un montón de sentimientos volcados en el ínterin. Ha gastado dos pistones, innumerables neumáticos y pastillas, dos manillares, quinientos mil litros de gasolina y diez años de mi vida. No solo eso, sino que ha visto pasar por al lado suyo cuatro o cinco motos (ya he perdido la cuenta) que llegaron más nuevas que ella y se volvieron a ir más nuevas que ella. La última, la 4RT del domingo.
Es un modelo muy corriente. Se hicieron muchas ese año y se vendieron muy bien. Pero mi unidad es única.
Como ya peino canas (el otro día me lo dijeron) tengo que aprovechar para probar más motos mientras pueda. La 4RT ya está tachada de la lista (dos veces), ahora voy a por otra. Pero éste es un juego diferente; más frívolo y superficial, donde la GG nunca pide cartas.
Y la Sherpa… bueno, aunque peine canas, ¡¡no son tantas!! Es una moto de museo y tiene su aquél, pero a mí me pilló muy joven. No me identifico con ella. Debe dejar hueco para el frívolo paseillo de modelos cuanto antes. Si alguien la quiere, es a 1978 lo que mi GG a 2006. Regla de tres, donde sobra una.
Un cordial saludo,
JM.
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17 noviembre, 2015 a las 8:48 pm #247042
Ésa era la «intrahistoria»,la íntima confesión que alguno de nosotros presumíamos.
Le has puesto voz a «una romanticona»,pero no era más que una argucia literaria para esconder el pudor de un «viejo romanticón» que empieza a peinar canas y recuperaba la melanina del cabello en las largas horas de taller,de fresas y de tornos con las que la rejuvenecías a «ella» y ella te rejuvenecía a tí.
Una bonita historia de amor con una «moto corriente» que soporta las infidelidades con la geisha,(…y con alguna jovencita que vendrá),porque ya existe una relación íntima e intransferible con el «cirujano» que la ha hecho «única».
Ahora entiendo el «diario de ella»,…y lo que «él» no nos había contado. (…las pistonadas de «ella» y los latidos de «él» son la misma partitura,…y las mismas canas que ambos van pintando)Saludos.
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18 noviembre, 2015 a las 12:04 am #247048
Enhorabuena.
Expléndida historia.
Como Siderot, yo también pensé que «ella» era la sherpa, antes de leer la versión de «él».
Intrigado, he buscado tu Bultaco en el mercadillo y me parece preciosa.
¿Seguro que no hay sitio para las tres en tu garaje?
Saludos. -
18 noviembre, 2015 a las 12:35 am #247051
¿Seguro que no hay sitio para las tres en tu garaje?
Gracias, SherpaT, me alegro de que te haya gustado. Y sobre la pregunta, sitio tengo, pero estoy seguro de que en otra familia vivirá mejor (y, de paso, me ayudará a convencer a mi esposa de carne y hueso de que lo mío no es una enfermedad). Lleva todo el tiempo parada desde que se la compré a ‘Cota200’ en inmaculado estado.
Jo, ¡cómo me conoces, LittleMilton!
Un cordial saludo,
JM
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18 noviembre, 2015 a las 4:11 am #247064
Me atrevo a vaticinar que, cuando compres la VÉRTIGO, la GG pasará siglos criando telas de araña.
En cambio, con la sherpa, podrás ir, más chulo que un ocho, a tomar el aperitivo con tu esposa de carne y hueso, entre murmullos de admiración.
Sólo tienes que matricularla e instalarle un asiento biplaza. Yo tengo uno, original y sin estrenar que puedo venderte (carillo, eso sí). Como dije en otro post, me entregaron mi primera sherpa con los dos asientos e instalé el monoplaza el primer día. Era la 199A azul, pero supongo que valdrá para la tuya.
Saludos.
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18 noviembre, 2015 a las 12:40 pm #247073
Hombre… canas sí, vértigos… todavía no. Vamos a esperar a ver. Y la sugerencia de llevar a la señora al aperitivo en sherpa… ¡me la guardo para cuando prepare el divorcio! ¡Es maquiavélica!
Un cordial saludo,
JM
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