Lamentamos tener que informar a la comunidad trialera del triste fallecimiento a medio día de hoy del expiloto de trial Xavi Vilalta, de sólo 47 años, tras un fuerte rebrote de la enfermedad que padecía.
Xavi Vilalta será recordado entre todos los aficionados al trial que tuvimos la suerte de conocerle, como una persona de gran calidad humana, siempre amable, agradable, sencillo y atento. Así fue toda su vida, desde sus inicios como piloto de trial, modalidad que le apasionaba y de la que hizo su forma de vida. Nacido en Sant Pau de Segúries (Girona) el 12 de junio de 1970 llegó a ser piloto oficial de JP, Gas Gas y Fantic a finales de los 80 y principios de los 90, marcas con las que disputó el Mundial de Trial y el Campeonato de España de Trial en su máxima categoría.
Tras colgar las botas siguió vinculado al trial como mochilero de grandes figuras, como por ejemplo David Cobos, Marc Freixa o Albert Cabestany, además de ser responsable del Equipo Nacional de la RFME. Pasó a ser Team Manager del equipo privado Otyan y después estuvo trabajando durante muchos años en el departamento comercial de Sherco. Pasó a ser director comercial de Derbi, gracias a su carácter afable y agradable. Recientemente se incorporó a las filas de Vértigo, también como director comercial, y trabajando además en la multinacional Jané, donde desempeñaba su labor como gran profesional recibiendo un amplio reconocimiento internacional por parte de distribuidores de todo el mundo.
DE ÍDOLO A AMIGO
Yo era un friki del trial. Aún me gusta mucho y lo sigo de vez en cuando, pero con los años los intereses y las necesidades cambian. Aunque por aquel entonces era de los que habría hecho cualquier cosa para ver un trial o montarme en una de esas motos que olían a perfume y con las que podías hacer maravillas. Por no decir que hubiera dado cualquier cosa por ser como mis ídolos Tarrés, Bilbao, Colomer… y Vilalta.
Tarrés era el mejor, pero Vilalta era paisano mío. Lo veía en directo como estrella de honor en exhibiciones que montaba el Motor Club Ripoll en la plaza del pueblo, y me caía la baba viéndolo evolucionar por encima de palés, coches y otras estructuras dispuestas para el disfrute de los que amamos esta especialidad. Cuando acababa la función, lo veía hablar con gente del motor club que yo conocía y me moría de ganas de acercarme y poder hablar con él, pero nunca me atreví a hacerlo. Era un ídolo, y a pesar de su sonrisa cristalina lo veía en una esfera superior. Nada más lejos de la realidad.
Empezaba el curso 93-94 de FP en Ripoll, y yo circulaba tan tranquilo con mis amigos por el pasillo de la escuela, cuando por el cristal de la puerta de un aula veo a Vili con un profesor charlando. ¡El corazón me dio un brinco de la emoción!! Después de indagar por ahí descubrí que Vili empezaría el curso como uno más puesto que el desafortunado accidente de tráfico que había sufrido meses atrás le había obligado a dejar temporalmente el trial. Pero lejos de lamentarse y hundirse, se puso el «mono de trabajo» y no tuvo ningún reparo en bajar a la tierra de los simples mortales y retomar los estudios como cualquier otro chaval de la época. Así era él, optimista, fuerte y luchador por naturaleza, pero a medida que lo fui conociendo descubrí mucho más que esto. Descubrí a una persona amable, alegre, simpática, divertida, atenta, generosa, empática… Todos los adjetivos buenos del diccionario definían a su persona.
Con el tiempo fuimos forjando una buena amistad. Una vez fuimos a montar en moto de cross y otra hasta me consiguió una moto de trial para que le acompañara en su trabajo de mochilero en un Santigosa de aquellos años. Recuerdo que no lo pude seguir… Era tan bueno yendo en moto que para mí era imposible aguantar su ritmo por el interzona. Pero en ningún momento me dejó tirado. Me esperaba, me esperaba, y yo le estaba lastrando en su trabajo de mochilero. Al final tuve que ser yo quién le dijera que ya me espabilaba por mi cuenta. Este es uno de los muchos recuerdos que guardo de él, pero uno de los que representan mejor su enorme generosidad.
Después de aquella época, que para cualquier otro en su lugar podría haber significado el hundimiento definitivo, Vili refloreció en lo suyo. No en competición, pero si como un elemento de cuidado dentro del mundo del trial. Siempre metido en todos los proyectos y trabajando con marcas del sector… Nosotros perdimos el contacto, aunque nos fuimos reencontrando de vez en cuando en algún trial indoor que yo iba a ver con mis amigos y nos poníamos al día de nuestras vidas. Pero cada vez menos. La última, hace un par de años en el parque cerrado del trial de Santigosa. Yo estaba allí con mi hijo mayor, nos hicimos una foto con Tarrés y de pronto allí lo vi. Nos fundimos en un fuerte abrazo y nos presentamos mutuamente a nuestros hijos, que aún no conocíamos. Era como siempre. Un amigo de aquellos que, aunque pasen los años sientes que no ha pasado ni un minuto des de la última vez que lo viste.
Hoy es un día triste. Una vez más vemos como la vida no tiene escrúpulos en llevarse a alguien que no merece morir a esta edad. Vili tenía muchos años por delante. Se merecía ver crecer a su hijo. Se merecía continuar disfrutando de su familia y amigos, de sus aficiones. Se merecía continuar luchando en sus trabajos, en sus batallas cotidianas…
En fin, ya sabemos que este mundo no es perfecto, y aunque Vili seguramente tampoco, sí que era una de las personas que he conocido que más se acercan a ello.
Vili, allá donde estés recibe un abrazo de un viejo amigo…