El diseñador de algunos de los coches más hermosos de la historia, el italiano Giorgetto Giugiaro, es un auténtico apasionado por el trial, deporte que sigue practicando a sus 85 años.
Texto: Horacio «Yoyi» San Martín. Fotos: Giugiaro Architettura, SIRI Video, Motociclismo.it.
Para todos los aficionados al mundo del motor, el nombre Giorgio Giugiaro os será bien conocido, ya que se trata de uno de los carroceros italianos de mayor prestigio internacional, elegido como el mejor diseñador del siglo XX, pero lo que probablemente no sabíais es que es un gran apasionado por el trial, afición que sigue disfrutando a sus 85 años.
En este artículo os vamos a desvelar el lado más desconocido del gran Giugiaro, el más cercano a nosotros, su pasión ya no sólo por el mundo del motor y del automóvil, sino por el trial y el disfrute de la montaña y el deporte que lleva practicando desde hace 40 años.
Giorgetto nació en Garessio en 1938 y comenzó a diseñar carrocerías en los años 60, destacando entre sus creaciones más conocidas vehículos que hoy son icónicos para los aficionados, como por ejemplo los Alfa Romeo Giulia GT, Alfasud, GTV, Brera, 156, 159, los BMW 3200 CS y M1, los Bugatti EB 118 y Chiron, De Tomaso Mangusta, DMC DeLorean, Ferrari 250GT y GC50, los Fiat 850 Spider, Panda, Punto, Uno, Croma, los Lancia Delta, Prisma y Thema, los Maserati Ghibli, Bora, Merak, Quatroporte, 3200GT, Renault 19 y 21, Saab 9000, Seat Ibiza, Málaga, Toledo o los Volkswagen Golf, Passat, Sciroco.. Estos son sólo algunas de sus creacciones, entre otras muchas.
Radicado en Turín, meca del diseño automovilístico, tiene a su alcance algunos de los parajes montañosos más hermosos del planeta, los Alpes del Piamonte, los Alpes marítimos, el valle de Aosta… a los que se escapa para disfrutar sobre su moto de trial.
Él mismo lo contaba recientemente en el reportaje «Giugiaro, diseñando el futuro» que se estrenó en la televisión pública italiana RAI3 el pasado 3 de noviembre, y que aún puede verse en la plataforma RaiPlay y a través de Rai Italia. Un documental de 56 minutos con guión de Riccardo Mazza, dirigido por Marco Speroni y producido por Silvio Ricci para SIRI Video.
En este documental se descubren muchos detalles sobre su trayectoria profesional pero también personal, y él mismo cuenta como a sus 85 años consigue mantenerse joven, curioso y, sobre todo, activo, gracias a sus inquietudes.
Por una parte, junto a su hijo Fabrizio, sigue experimentando con soluciones estéticas y tecnológicas innovadoras en distintos ámbitos del diseño: arquitectura, diseño industrial y automovilístico, transporte ferroviario, pero por otra parte sigue ilusionándose como un niño saliendo con su moto o esquiando cuando los médicos le dejan.
Él mismo contaba en una entrevista de la edición italiana de la revista Motociclismo, que el trial le sirve para mantenerse jóven: «Siempre que puedo, y también por prescripción médica, aprovecho para hacer deporte. Como durante la semana me cuesta sacar tiempo, suelo hacerlo el fin de semana. Me encanta hacer trial con mi moto por las montañas alpinas por la zona del sur del Piamonte, donde vivo, y en la frontera con Francia. Salgo a las nueve de la mañana, regreso sobre las seis de la tarde y no paro ni a comer, apenas algo de fruta o un poco de chocolate. Tengo tres motos pero mi favorita es la de trial, aunque no lleve sillín, lo que me obliga a ir de pie.»
Cuando se le menciona la edad, lo tiene claro: «Lo importante a mi edad es no correr riesgos. No sabes lo que me emociona llegar hasta donde llegan los campeones, subir el Monviso hasta los 3.600 metros. Por supuesto, no lo hago todo de un tirón, necesito tiempos de recuperación cada vez más largos. Pero todo esto relaja mi mente, mantiene mi cuerpo en forma. Y me hace ver lugares espectaculares.»
Para Giorgetto, el Trial le sirve para mantenerse en forma, disfrutar y además vivir aventuras descubriendo otros lugares, llegando a explorar el desierto con su moto de trial, donde recorrió más de 600 kms con su hijo e incluso dejó probar su moto a un grupo de Touaregs.
«Conducir la moto de trial requiere de mucha fuerza en las piernas y equilibrio cuando voy por las piedras. Además, he viajado tres veces a Libia para recorrer el desierto en moto, durmiendo en tienda de campaña. Rodar por allí, sin ver a nadie, es una sensación extrañísima que se suma a la de las noches bajo el sobrecogedor manto de estrellas.»
Giorgetto es un auténtico trialero, y declara que le gusta más la montaña que el mar: «Me apasiona la naturaleza. Especialmente la montaña. Suelo ir con mi familia a mi casa en la Costa Esmeralda, pero en cuanto se descuidan me escapo con la moto.»
En otra entrevista de el Corriere di Torino confiesa que le debe su felicidad a su mujer a la que conoció en los inicios de su vida laboral, cuando ambos trabajaban en FIAT, antes de pasar a Bertone. «María Teresa me ha dejado experimentar e incluso cometer errores. Y, sobre todo, me ha perdonado todos los errores que cometen los hombres: incluidos los cinco dientes que perdí al estrellarme contra un árbol yendo en moto cerca de Garessio. Sin alterarme demasiado los recogí del suelo y corrí al dentista para que me lo arreglara.» Dice que aquella fue de las pocas veces que se le ocurrió salir sólo, por lo que siempre prefiere salir en compañia, aunque en grupos pequeños, máximo de tres.
La pasión de Giorgetto por el trial no es algo reciente, lleva cuarenta años practicándolo, primero con una Bultaco, pasando después por Italjet, Aprilia, Montesa, GasGas, Jotagas, Sherco y ahora TRRS, siempre motos de 2 tiempos. «Empecé a hacer trial hace cuarenta años, cuando intentaba seguir el ritmo de mi hijo Fabrizio, que entonces tenía catorce años y era un salvaje de la moto. Ahora seguimos montando juntos, a él le gusta la eléctrica pero yo prefiero una dos tiempos.»
La moto de carretera también la ha experimentado, pero su alma es trialera. «Me compré un par de BMWs de carretera, sobre todo por razones estéticas. Pero vivo para el trial porque me da la oportunidad de evadirme, de estar en la naturaleza. En los años setenta también tuve una Suzuki 650 y monté en la BMW de mi padre, aún conservo su Vespa.»
Cuando se le pregunta si cambiaría su trialera por una bicicleta e-bike o una moto de enduro, lo tiene claro… «La bici de pedaleo asistido puede ser buena para mis piernas, para mantenerme en forma sin demasiado esfuerzo. Pero nunca sustituirá a mi moto de trial, en parte porque no tiene suficiente autonomía. Por otro lado, la moto de enduro es demasiado potente y me agota. Una vez monté en una Honda CR500R e hice las mismas cosas que en la moto de trial, con la diferencia de que acabé el día agotado…»
Tiene claro seguir disfrutando mientras pueda, dice que lo importante es la cabeza. «Los años pasan volando, mis piernas son más frágiles pero sigo adelante. Lo que cuenta es la cabeza, el físico de alguna manera sigue. Hago deporte, muchas salidas con la moto de trial durante el año.»
El diseñador de algunos de los coches más bellos de la historia, confiesa que hoy hay menos creatividad. «Diseñábamos coches bonitos porque éramos pobres. Cuando tienes pocos medios, sale el ingenio. Hoy, los coches son todos un poco iguales. Me sigue interesando todo lo nuevo, menos mi moto de dos tiempos. Seguro que en el futuro saldrán más grandes diseñadores.»
Sobre la conducción confiesa que le gusta ir rápido… «Qué le vamos a hacer, estamos hechos para transgredir, para sobrepasar los límites. A veces me persiguen los guardas forestales en los Alpes porque tiendo a desviarme de los caminos habituales.»
A pesar de que en los Alpes italianos la legislación es mucho más permisiva que en España, y el Motoalpinismo es un deporte permitido, reconoce que una vez le multaron con 80€ porque no llevaba la matrícula ni la documentación, pero lo pasó tan bien que mereció la pena, hubiese pagado el doble… Riendo vuelve a hacer otra confesión: «En Cerdeña, sin embargo, una vez me ocurrió lo contrario: convencí a los guardas forestales locales para que me acompañaran a descubrir nuevas rutas.»
Así es Giorgetto Giugiaro, todo un referente para los apasionados al automóvil, y ahora también para los trialeros.