Entrevistamos en esta ocasión a Josep Arcarons, quien fuera gran promesa del Trial nacional a finales de los 80 y principios de los 90 pero se vio obligado a dejar la disciplina. Años más tarde volvió con el Trial de Clásicas, ganando la Copa de España 2008 en Master.
“Cualquier cosa que logres, que sea porque te lo has ganado”
Ex piloto del Equipo Nacional RFME, Josep Arcarons no solo fue uno de nuestros jóvenes valores más prometedores de los años 80 y 90, sino que incluso tuvo como padrinos deportivos a Antonio Portús y Josep Rovira Paxau, dos de los técnicos especializados en desarrollo de motos de trial más importantes de las últimas décadas.
Repasando el cartel oficial del TrialGP de España 2024 en Ripoll, cuya organización lideró el Ripoll Motor Club, nos topamos con dos pequeños patrocinadores locales: el Trot del Cavall y El Molí, dos pequeños restaurantes enclavados en el corazón de dicha localidad gerundense. Pues bien, al frente de ambos hallamos a un viejo conocido. Ni más ni menos que al ex piloto mundialista Josep Arcarons.
Ganador del Campeonato de Osona de Trialeros Aficionados «COTA» en categorías Juvenil (1987) y Trialers (1993 y 1995), subcampeón de España de Trial Junior y Senior B, segundo en los 3 Días Trial Santigosa en 1992 y 1993, piloto mundialista con GasGas y el equipo Nacional de la RFME y posteriormente ganador de la Copa de España de Trial de Clásicas 2008 en la máxima categoría entonces (Máster). Josep Arcarons fue uno de nuestros jóvenes valores más prometedores de los 80 y 90, llegando incluso a discutirle el título nacional júnior a un tal Marc Colomer y pasando por los equipos de GasGas y Alfer.
De sus inicios como piloto de trial, de su ascenso al Equipo Nacional de la Federación, así como de su relación con Antonio Portús y Josep Rovira Paxau, o de su etapa como entrenador/mochilero junto a Diego Garrido, y su exitosa transición a las motos de agua junto a su primo Jordi hablamos largo y tendido con el ‘santvicentenc’ aprovechando la presentación oficial de la última cita del Campeonato del Mundo de TrialGP 2024.
– Has sido uno de los patrocinadores locales del TrialGP de España 2024 en Ripoll, cuya organización ha liderado el Ripoll Motor Club, tu club. ¿Cómo surgió la posibilidad de echarles una mano?
– Mi vinculación con el Ripoll Motor Club viene de largo. De hecho, cuando competía lo hacía con ellos. Y ya de esa época que conozco a Josep Soldevila, su presidente, así como a otros de sus compañeros en el club, como los hermanos Vilà, etc. ‘Solde’ es una bellísima persona y siempre está tirando del carro. Es el primero en arremangarse cuando hace falta. No se le caen los anillos. Y bueno como ya entreno de vez en cuando con ellos pues en cuanto me comentaron que iban a organizar la última cita del Campeonato del Mundo de TrialGP 2024 aquí, en Ripoll, no lo dudé ni por un instante y me ofrecí a ayudarles. Cuando es algo relacionado con el trial, con este bonito deporte que tanto me ha dado, siempre estoy abierto a colaborar.
– Del 12 al 15 de septiembre Ripoll fue el epicentro mundial del deporte del equilibrio dinámico con la disputa de la última cita del Campeonato del Mundo de TrialGP y de la tercera edición FIM Trial Vintage Trophy, competición homóloga pero con motos clásicas. ¿Por qué no te vimos participar en esta última?
– ¡Ya me hubiese gustado! Sabéis que soy muy competitivo, pero no pudo ser. Tengo que atender dos restaurantes, el Trot del Cavall y El Molí, aquí, en el centro de Ripoll. Y como esperaba estuvieron a tope, repletos de comensales, la verdad. No os engañaré. Me hubiese gustadoa mucho participar en el Trial Vintage. Y lo habría hecho con mi Montesa Cota 330 preparada en Can Portús, en Vic. Pero para ello tendría que entrenar y, por lo que os he comentado antes, no lo puedo hacer con regularidad. Dos restaurantes y entrenar… son dos cosas muy difíciles de compaginar. En Ripoll no ha sido posible, pero no digo no a tomar parte algún día no muy lejano en alguna otra prueba de trial cercana. Tengo la suerte de contar en mi vida con Georgina, mi actual mujer, que siempre me apoya. Es un pilar muy importante, está a mi lado en todo momento. Es muy trabajadora y no le da pereza nada. De hecho, fue idea suya apoyar al Ripoll Motor Club en su aventura mundialista. Me dijo: ‘Tanto el Trot como El Molí tienen que estar de alguna forma en el TrialGP de España en Ripoll’.
– Sabemos de tu carácter competitivo, así como de tu buen hacer todavía al manillar de una moto de trial. De encontrar tiempo para prepararte y correr, a qué competición te gustaría regresar: al Trofeo Nacional de Trial, en TR5, Veteranos A o B, o la Copa de España de Trial de Clásicas?
– ¡Me gustan ambas! (Risas). Del CET, cualquier categoría me iría bien. Y en clásicas, tres cuartos de los mismo. Todavía mantengo ese gen competitivo de cuando era más joven. Supongo que al tener que dejar el trial de competición cuando estaba en lo mejor por motivos extra deportivos ello hace que todavía se me tensen los músculos a las primeras de cambio cuando escucho algo relacionado con las carreras. (Más risas). Me pasa con todo. A cualquier cosa a la que juego o en la que participo me gusta hacerlo para ganar. Soy muy competitivo en todo. (Sonríe).
– En cualquiera de las dos seguro que coincidirías nuevamente con antiguos y grandes rivales y amigos. ¿Qué recuerdas del paso por ambas?
– Tengo recuerdos muy buenos de los dos. De mi paso por el Campeonato de España cuando era joven guardo, como os podréis imaginar, grandes momentos. Me lo pasaba muy bien. Lo disfrutaba mucho. Y eso que entre medio tuve que hacer la mili. (Sonríe). Fue en Huesca, en el cuartel Sancho Ramírez. Pasé allí tres meses y en todo momento me trataron muy bien. Imagino que por mi condición de deportista de élite. El resto del servicio militar obligatorio lo hice en Barcelona, en donde coincidí con Nani Roma y Amós Bilbao. Recuerdo que cada vez que íbamos a un pueblo, a una carrera del CET, era como si fuera fiesta mayor. Nos venían a ver muchas personas, nos seguía mucho público y te sentías un poco como una estrella del rock. (Risas). Tanto en Sénior B como en A. Recuerdos todos ellos muy bonitos que siempre irán conmigo. La Copa de España de Clásicas me pilló más mayor, y no en mi mejor momento anímico y económico. Pero la gente del Ripoll Motor Club me animó y ayudó a participar, y por suerte les pude devolver tanto cariño con el título en 2008. Esos momentos no tan buenos también los recuerdo. Y muy en especial a toda esa gente que estuvo a mi lado y me apoyó y echó un cable cuando lo necesitaba.
– Antes de repasar en profundidad tu estadía en los dos, retrocedamos hasta tus inicios. ¿Quién te descubrió el trial como deporte?
– Mis hermanos Ángel y Ramón tenían moto, y siempre se iban con los amigos a desayunar por los pueblos colindantes a mi Sant Vicenç de Torelló natal, en Barcelona. Yo era pequeño pero como vivíamos en una casa de payés tenía la suerte de que por allí podía ir en moto sin que nadie me dijese nada. Al principio llevaba las que estaban por allí, hasta que un buen día me compraron una Sherpa 125. Con ella hice mis primeros pinitos de trial y mi primer profesor fue mi hermano Ángel. Éramos siete hermanos y mis padres, así que ya os podéis imaginar lo que ello supone, el dinero no nos sobraba. Él trabajaba en una fábrica y cuando libraba entrenábamos. También fue quién me llevó a mis primeras carreras. Gracias a él pude competir todos aquellos años. (Sonríe).
– En los 70 y 80, muchos pilotos tenían su primera toma de contacto con el trial a través de la bicicleta. ¿Tu también?
– No. no. Yo me inicié ya con moto.
– ¿Cómo fueron aquellos primeros pasos para ‘trialear’ con aquella Bultaco Sherpa?
– Mi hermano Ángel y también mi otro hermano Ramón, me enseñaron y explicaron cómo funcionaba una moto de trial y qué tenía que hacer una vez subido a ella. Ellos formaban parte de un grupo de trialeros de Torelló y Sant Pere y Sant Vicenç de Torelló que todos los fines de semana se reunían para entrenar o hacer excursiones. Y bueno poco a poco me fui metiendo en la ‘colla’ y entre unos y otros me mostraron y enseñaron los conceptos básicos. Como subir piedras, hacer los giros… La verdad es que lo pasé muy mal al comienzo. Recuerdo una salida a desayunar a Vidrà, pueblo cercano, pasando por ‘Els Ferrers’, dos grupos de zonas muy divertidas que los trialeros de Osona seguro que conocen bien. Llegué a casa molido, pero muy contento. (Sonríe). Para la siguiente salida ya me planteé mejorar mi pilotaje seriamente para no sufrir, y por eso en cuanto tenía un rato libre entrenaba. El siguiente domingo que fui con ellos y repetimos recorrido… la cosa ya cambió. (Risas). Recuerdo que aquella segunda vez regresamos por ‘La Coma’, un camino trialero ya más técnico y que para hacerlo tenías que tener cierto nivel de habilidad. Ahora no sé cómo estará, pero en aquellos entonces era ‘complicadito’. Mi progresión era tan rápida y buena que algunos amigos de mis hermanos ya empezaban a quejarse entre risas de mí. Decían que aprendía demasiado. (Más risas).
– Pero a los 3 ó 4 meses os hicisteis con una Beta TR32, sucesora de la primera moto de trial fabricada por la marca italiana, la TR 240. Imaginamos que notarías, y mucho, el cambio de una a otra. ¿No es así?
– ¡Ya te digo! Mis padres tenían un restaurante y recuerdo que llegué a un trato. Mi padre me dijo que si le ayudaba en el restaurante él me cambiaría la moto y así fue. Me compró la TR32 y, ciertamente, era como un avión. Nada que ver con la Sherpa. Allí ya empecé a evolucionar aún más rápido y a marcar diferencias. Seguía entrenando, pero también ayudaba a mi padre en el restaurante. Lo cierto es que aprovechaba cualquier pausa para subirme a ella y seguir entrenando. Muchas veces, solo tres o cuatro minutos. Lo justo para dar tres o cuatro giros por los terrenos de detrás de lo que hoy es el Tennis Torelló.
– Y pasado más o menos el mismo tiempo, fuiste a Can Portús, tienda y taller de Antoni Roma en Vic, uno de los primeros ‘gurús’ preparando motos para la competición, y te agenciaste una Montesa Cota 307. Esta última iría finísima, ¿no?
– ¡Finísima! Creo que conocí a Antonio Portús y su hijo a través de mis hermanos. Recuerdo ir a Can Portús, a su taller, y charlar con él sobre motos y trial. Me ayudó un tiempo con la preparación de mi TR32 pero al poco me dejó la mencionada 307. Eso ya era otro nivel. Es curioso, cada vez que cambiaba de moto, a una mejor, mi evolución era mayor y más acrecentada. Daba pasos largos, muy largos. Y por eso en nada ya participé en mi primera carrera. Una cita organizada por KM2 y a la que me llevó, como no, mi hermano Ángel, quien además corría siempre con todos los gastos.
– Y con ella hiciste tus primeras carreras. Pero nada de carreras sociales, directamente al Campeonato de Cataluña. ¡¡Pero si ya existía el COTA!! ¿Cómo es que no te fogueaste primero en este?
– Fue cosa de mi hermano Ángel. Me dijo que había una carrera y que si quería participar en ella. En ningún momento nos planteamos si era un social o una puntuable para el certamen catalán. Además, el COTA creo que ya había empezado y nosotros solo aprovechamos un domingo que no trabajaba. Fue en Mollet, población no muy lejos de casa. Más tarde sí que nos centramos en participar en las siguientes del calendario del COTA.
– No empezarías en el COTA pero lo has ganado en tres ocasiones –1987, 1993 y 1995– y en dos categorías distintas –Juvenil y Trialers–. ¿Crees que es el mejor campeonato social de nuestro país?
– Es un muy buen campeonato. Te permite aprender mucho y evolucionar muy rápido. Cierto es que yo lo hice al revés: debuté en el catalán y luego hice el COTA, pero lo hicimos por desconocimiento, por novatos. No sabíamos nada, no éramos profesionales. ¡Éramos payeses! Pero una vez vimos dónde estaba, y ya con el consejo de Portús, apostamos por el COTA como competición para seguir formándome como piloto. Es un campeonato que estaba muy bien organizado por el Moto Club Vall del Ges, y que contaba con distintas categorías para ir subiendo de nivel paso a paso. Recuerdo que empecé en un nivel pero a las pocas carreras ya me cambié a uno superior y no hubo problema en hacerlo. Otra cosa es si lo que buscas es ganar el campeonato en tu categoría. Pero si solo quieres aprender y mejorar tu pilotaje, lo bueno es iniciarlo en una categoría y si ves que estás por debajo o por encima subir o bajar hasta que encuentres tu sitio. Y luego si quieres ya irás a luchar por la categoría la temporada siguiente.
– Este 2024 el COTA alcanza las 38 ediciones y celebra sus 40 años de existencia, aunque ahora de la mano del MC Vall del Ges y el MC Tona. ¿Te han invitado a su cumpleaños?
– No me han comentado nada, pero si me invitan haré todo lo posible por estar allí. ¡40 años no se celebran todos los días! Son muchos años. Una competición tan longeva, con tantos participantes y de tan alto nivel no es flor de un día. Detrás hay, sin duda, un gran trabajo y esfuerzo organizativo. Yo les admiro. Si me invitan, iré, y si no, les mando igualmente un fuerte abrazo y les felicito por el gran trabajo hecho y que siguen haciendo. Ojalá sigan en la brecha 40 años más.
– Lo tuyo y la 307 fue llegar y besar el santo. No en vano, en vuestro estreno en Mollet, Barcelona, os adjudicasteis la victoria en la categoría Juvenil, en Superior 125. ¿Cómo lo celebraste?
– No lo recuerdo. (Risas). Pero sí te puedo asegurar que fue un domingo muy especial. Imagínate ir a competir a una carrera en donde no conoces a nadie del paddock y encontrarte nada más llegar las carpas y remolques de los equipos oficiales de tiendas y talleres como KM2, Zona Cero… A sus pilotos bien uniformados… Y nosotros llegábamos con lo justo. Yo, de hecho, participé con unos pantalones Montesa dejados por Portús y con una camiseta también Montesa, pero no especial, sino de aquellas de toda la vida, nada de diseño. ¿Las botas? Unas de mi hermano que encima me iban uno o dos números grandes. De esa guisa competí, pero no lo cambiaría. Y más cuando mis padres incluso bajaron a verme después de dar de comer a nuestros animales de granja. Entre la granja y el restaurante casi nunca salían. Por eso guardo tan buen recuerdo de aquella primera carrera y victoria. (Sonríe).
– Pilotaste un año aquella 307, hasta que otro genio de la mecánica, Josep Rovira Paxau, te sedujo para que pilotaras para GasGas bajo su protección. ¿Cómo te convenció para que cambiaras la Montesa por una de las motos de la firma fundada por Narcís Casas y Josep María Pibernat?
– Fue a través de unos clientes de Paxau, los propietarios de Muebles Bardolet de Torelló. Ellos venían mucho a comer a nuestro restaurante, El Molí, que estaba a las afueras de Sant Vicenç de Torelló. Era el segundo tras regentar mis padres el del Tennis Torelló. Sabían que yo hacía trial y que ya competía y un día se lo comentaron a Paxau. Le dijeron que estaba con Portús y que por qué no me hacía una prueba. Inicialmente fue reacio, ya que ya tenía varios pilotos de la zona. Pero lo convencieron, y así fue como me invitó a que probara una de sus motos. Me dejó una Gas Gas y recuerdo que la probé en las piedras cercanas a donde estaba su taller en Torelló. ¿Recordáis las típicas piedras suyas? Pues allí. Cuando se lo conté a Antonio Portús, él me dijo que no desaprovechara la ocasión. Paxau estaba cerca de mi casa, en el pueblo de al lado, y encima era una bellísima persona. ¡’Palante’!, me dijo, recordándome después que Motos Portús siempre estaría ahí para lo que necesitara.
– Con 16 años y ya como piloto de GasGas, continuaste brillando. Primero, ganado el certamen catalán en Sénior, y su homólogo de carreras de larga duración, y discutiéndole el título nacional júnior a un tal Marc Colomer. ¿Qué recuerdas de aquella temporada batiéndote el cobre con el de Santa Pau?
– Ganar ambas competiciones me dio alas, la verdad. Era muy divertido competir, me lo pasaba muy bien y encima estaba cerca de casa. Cuando echo la vista atrás y lo pienso… cuando eres joven no te das cuenta de lo que estás viviendo. Por eso cuando lo pienso ahora… Estar compitiendo en el Campeonato de Cataluña y poco después pasar al Nacional y encontrarte con un piloto como Marc Colomer… Era un chico como yo, pero él sí pudo llegar lejos, muy lejos. A parte de ser buena persona, tenía un talento natural innato. Era muy buen piloto, muy fino, y tenía detrás un muy buen equipo. A diferencia de mí, él sí se pudo dedicar al 100% al trial, yo no pude. Yo estaba con GasGas y Paxau y aunque hacía todo lo que podía, y siempre le estaré agradecido por ello, no llegábamos ni por asomo al apoyo y ayuda que recibía Marc ya en ese momento.
– … pero estar con Paxau ya era un gran qué, ¿no?
– Sí. Paxau te lo daba todo y te ayudaba siempre, pero te lo tenías que ganar. No te regalaba nada por la cara. Y eso siempre lo valoraré. Cualquier cosa que logres, que sea porque te lo has ganado. Esa gran enseñanza saqué de Paxau. Pero ya sabéis cómo son estas cosas, quien no se lo gana, no lo valora. Yo siempre he valorado mucho todo lo que hacía por mí. Todo su esfuerzo en inversión en mí. Te daba cosas a cambio de resultados. ¿No los conseguías? Entrena más, esfuérzate más. Y eso lo valoras mucho porque cada día aprendes. ¿No sabes cómo superar un paso? Practica hasta que te salga. Pero hazlo. No te rindas a las primeras de cambio. Si no sabes, es porque no has entrenado lo suficientemente bien.
– Marc venía de ganar en Juvenil B y muchos veían en él al nuevo Jordi Tarrés. Los rivales, ¿también?
– Competir aquella temporada con él fue muy bonito. También es verdad que allí noté la presión por hacerlo bien. Por lo que he comentado antes. Marc iba como iba y nosotros, como lo hacíamos. Pero al mismo tiempo, me gustaba saber que tenía a mi familia, a Paxau y resto de mi gente a mi lado, pendientes de mi. Y como bien decís, ya se le veía que no era como los demás. Puedes ser bueno e ir en moto bien, pero para estar arriba y lograr todo lo que consiguió también has de ser especial, tener un don. Y Marc lo tenía, como Tarrés. Quien como yo tuvo la suerte de compartir zonas con él, ya lo veía. Era distinto. Yo lo hacía bien pero no tenía ese toque, ese algo que te hace distinto al resto. Pero en ganas e ilusión, no me ganaba nadie, seguro que yo era el piloto del paddock con más de ambas cosas, porque poder estar ahí ya era un gran premio para mí. No todo el mundo podía estar.
– Antes de dar el salto a Sénior A terminaste también subcampeón en Sénior B. ¿Qué te faltó?
– Controlar los nervios. Nos os podéis imaginar lo nervioso que me ponía en cada carrera. Yo quería hacerlo bien, estar delante, pero me medía a gente más profesional y con mayor talento innato como por ejemplo Marc, y ello me podía. Aún así acabé aquella temporada subcampeón. Me supo mal no ganar el título, pero estar ahí midiéndome con uno de los que a la postre sería uno de los mejores pilotos de la historia de nuestro deporte ha acabado siendo como una victoria.
– Desde 1990 a 1994, siempre con GasGas, te moviste entre el 9º y el 12º de media en la máxima categoría. Pero cuando empezabas a romper tu techo de cristal a nivel de resultados tuviste que dejar el trial por cuestiones familiares.
– Ciertamente, me movía por la zona media del Top10, pero en mi última temporada en Sénior A acabé quinto. No sabéis lo que supone ser quinto en la máxima categoría del Campeonato de España de Trial. Yo ahora sí que le doy la importancia que tiene, y más cuando tuve que dejar de competir estando en mi mejor momento. No sé donde hubiera llegado, la verdad. No creo que hubiera ganado a Jordi (Tarrés), a Marc (Colomer) o incluso a Amós (Bilbao). También Joan Pons estaba subiendo como una flecha. Pero en aquel momento, tomé la decisión que consideré la mejor para mi y mi familia. No continué porque mi padre sufrió un accidente de tráfico que lo dejó en silla de ruedas y no podía dejar que mi madre estuviera sola en el restaurante. Además, estábamos haciendo un segundo restaurante aún más grande que el primero para albergar bodas, bautizos y comuniones. Por eso decidí no seguir y ponerme al frente del restaurante. Recuerdo una conversación con Paxau poco antes de colgar las botas, fue en su despacho. Me dijo: ‘No quiero que lo dejes, pero le haces mucha falta a tu madre’.
– Paxau fue uno de tus grandes apoyos en ese momento tan delicado. ¿No es así?
– Soy muy afortunado de haber tenido a Paxau en mi vida. Quien lo ha conocido y ha compartido tiempo con él sabe de lo que hablo. Entré en su casa con 16 y estuve hasta los 22 años. Era un niño y salí ya hombre, o al menos ya adulto. Siempre fue muy amable y buena persona conmigo, me trató siempre muy bien, pero también fue exigente y gracias a ello aprendí mucho. Realmente fue como un segundo padre para mí. En aquellos momentos tan difíciles tantp él como su esposa, Aurora, siempre estuvieron a mi lado y junto a mi familia. Y siempre me repetía que cuando quisiera una moto, que en su taller estaría una esperándome. Dejé el trial para ocuparme del restaurante pero siempre tuve a Paxau a mi lado, nunca le olvidaré, siempre estará presente en mi vida. Tanto él como Antoni Portús. Han sido dos genios en este maravilloso mundo del trial y yo he tenido la suerte de tenerlos a mi lado. Me enseñó también muchas lecciones de vida.
– ¿Ah sí? ¿Cómo cuál?
– Recuerdo que un domingo me acompañó a una carrera del COTA en Tona, el último pueblo antes de Vic subiendo por la C-17 desde Barcelona. Quedamos a las 8 de la mañana y yo antes ya estaba delante de su puerta, más que nada porque no le gustaba la gente impuntual. Bueno pues en una zona me enfadé con la moto porque puse un pie, lo típico. La culpa siempre es de la moto y no nuestra. Cuando me marcó el control, me paró Paxau, me apartó a unos arbustos cercanos y me dijo: ‘Josep, que sea la última vez que te quejas de mi moto. Esta moto es mía. Si no sabes más, entrena más’. Y ya no me dijo nada en todo lo que quedaba de carrera. La cita la acabé ganando, por cierto. Al día siguiente me citó a las 9 de la mañana en su taller. Como os imaginaréis yo pensaba que me iba a echar del equipo por mi actitud y me iba a quitar aquella moto. Bueno pues fue llegar y le dijo a su inseparable Pere Vilageliu: ‘Pere, coge la moto del chaval’. Yo estaba muerto de miedo pensando que mis peores temores se iban a hacer realidad. Nada de eso, me hizo un gran regalo, me puso piezas nuevas. ¿Por qué? Muy sencillo: porque había ganado. Y nunca más me comentó nada al respecto de aquella carrera. De aquella experiencia saqué en claro que lo fácil es quejarse de los demás cuando en realidad el primer culpable es uno mismo. Si no lo logras, es porque no sabes más. ¿Solución? Entrena más, aprende más. Y esto vale para todo en la vida.
– Además de en el CET, también dejaste tu impronta en el Campeonato del Mundo. Ni más ni menos que 24 carreras, siendo tu estreno en Biasca, Suiza en 1989. Acabaste el 59 de… ¡¡84 participantes!! Prácticamente como si todos los participantes de TR1, TR2, TR3 y Junior hicieran a día de hoy los mismos pasos. Erais muchos pilotos, ¿no?
– Sí, pero mira ¡que era malo! ¡¡El 59 de 84!! (Risas) Pero es que los que terminaron por encima era muy, muy buenos. Participé en el Mundial gracias a la RFME y a su proyecto deportivo, con Ignacio Verneda y Jordi Prat, ‘El Súper’, a la cabeza. Cuando estás compitiendo no valoras lo que es competir por todo el mundo contra los mejores pilotos de muchos países distintos y sin que ello te cueste un duro. Fui muy afortunado de poder entrar y formar parte del Equipo Nacional de la RFME junto a mi gran amigo Xavi Vilalta.
– Estarás de acuerdo en afirmar que antes puntuar no solo era mucho más difícil que ahora, sino que era casi como una victoria…
– ¡¡Por supuesto!! No es como ahora que hay varias: TrialGP, Trial2, Trial3… Antes era una sola categoría y en ella coincidíamos mucha gente. Y cuando estabas allí pronto te dabas cuenta si podías estar o no. Ojo, eso sí, no era sencillo llegar sin la ayuda de una fábrica o de una federación nacional que apostara por los jóvenes. En España tuvimos, y tenemos, la suerte de contar con el proyecto deportivo del Equipo Nacional, por el que pasaron nombres como Tarrés, Bilbao, Andreu Codina, Gabino Renales… Estaban delante y ello ayudó muy mucho a que los que veníamos detrás tuviéramos referentes y un camino bien marcado a seguir.
– Vamos, que un punto valía su peso en oro…
– ¡Ya te digo! Un punto… Si en mi debut acabé el 59… ¡iImagínate la de gente que tenía por delante!! (Risas). Sumar puntos en el Mundial era muy complicado, tenías que ser muy, muy bueno. De hecho, yo nunca puntué y mira que tuve 24 carreras para lograrlo. Estar entre los 20-25 primeros ya era una gran victoria, ya que el Top 15 era intocable, siempre lo formaban los mismos pilotos, de hecho, más bien los 20 primeros. (Sonríe). Y no penséis que el 18 al día siguiente bajaba al 23. No, no, nada de eso, eran inamovibles. Del 20 al 30, en cambio, sí que intercambiábamos posiciones. Y del 30 para atrás siempre éramos los mismos pilotos. Por eso, cuando empezamos a entrar con asiduidad entre el 20 y 30, llegó lo divertido. Más que nada porque cuanto más adelante terminabas salías luego más atrás y así podías ver a los buenos cómo lo hacían. Además, que no es lo mismo llegar a una zona virgen que a una ya con la trazada buena bien marcada.
– Tu mejor carrera en el Campeonato del Mundo la protagonizaste en Myslenice, Polonia, donde te clasificaste el 22. ¿Qué recuerdas de ella?
– Fue una cita muy difícil. Lógicamente, acabar el 22 no fue una victoria, pero sí que fue un momento en el que todo el trabajo realizado con el equipo y la RFME fructificó. Y más compartiendo tan buen resultado con mi buen amigo Xavi (Vilalta). Nos las teníamos en las zonas, pero fuera de ellas éramos muy amigos. Compartíamos habitación, entrenábamos juntos, en Torelló o en Santa Pau, en su casa… Verneda no se lo creía. (Risas).
– Como dices, durante todos esos años compartiste entrenamientos y carreras con Xavi Vilalta, uno de tus grandes amigos y compañero tuyo en GasGas. ¿Cómo lo conociste?
– Guardo muchos y muy buenos recuerdos con él, pasamos muchísimas horas juntos. Lo conocí estando con Paxau. Él venía de JP, se unió al equipo y allí arrancó nuestra relación y amistad. Nos lo pasábamos muy bien juntos, todo el día estábamos riendo. ‘Billy’ era más bueno que yo, sinceramente, mucho más bueno. También tenía un don para el trial. Era muy fino y tenía mucho tacto con el gas. Tenía una mano derecha única, increíble… mágica. Si lo visteis competir o entrenar, seguro que sabéis a qué me refiero. Y lo mejor es que siempre tenía una sonrisa en su rostro. Además, te lo daba todo, siempre estaba dispuesto a ayudarte. No tengo palabras suficientes para describirlo. Fue un gran amigo y un gran compañero que por desgracia se nos fue demasiado pronto. Fui muy afortunado de tenerlo en mi vida.
– ¿Coincidisteis en el equipo nacional?
– Llegamos juntos a través de Paxau. ‘Paxi’ siempre tuvo muy buena relación con Verneda y por ello le sugirió que nos enrolara en el Equipo Nacional junto a Amós Bilbao y Javier Puig de la Rosa. ‘Billy’ y yo éramos los dos jóvenes que estábamos ahí dando guerra y supongo que por eso nos incorporaron. Fue una oportunidad única y que no todo el mundo tiene. Estar en el Equipo Nacional cuesta mucho y es a su vez un gran privilegio. Tuve la suerte de estar en el mismo varias temporadas y tengo grandes recuerdos y anécdotas que siempre me acompañarán. Verneda era muy amable y cariñoso con nosotros, que éramos muy jóvenes. También ‘El Súper’ se desvivía por nosotros. Imaginaos lo que era para un payés como yo ir a correr el Campeonato del Mundo. ¡Una pasada! ¡Un sueño hecho realidad! Pero no solo para mi, sino para toda mi familia: padre, madre, hermanos… Cuando eres tan joven y estás en el Equipo Nacional no te das cuenta de lo que ello supone, de la importancia que tiene. Pero cuando te vas haciendo mayor, todos aquellos recuerdos de juventud adquieren otro matiz. Te das cuenta de que has de tener mucha suerte para estar allí. Y más cuando éramos humildes trabajadores y el dinero no nos sobraba, más bien al contrario. Pero por suerte se cruzaron en mi camino las personas adecuadas y en el momento perfecto: Portús, Paxau y Verneda. (Sonríe).
– Amós Bilbao también os echó un cable, ¿no es así?
– Cierto. Era muy bueno y siempre que podía entrenaba con nosotros y nos aconsejaba. Nosotros éramos unos críos y él ya llevaba un buen bagaje a sus espaldas. Además, era oficial de GasGas. No solo nos enseñó cosas del trial, sino también a ser persona. Y, sobre todo, a disfrutar. (Risas). Que trabajáramos y que nos lo pasáramos bien mientras lo hacíamos, que los resultados ya llegarían. Como así fue.
– ¿Y Lluís Gallach?
– También ha sido una de las grandes personas con las que he tenido la suerte de coincidir en el mundo del trial. Fue cuando estaba en GasGas con ‘Billy’. Como persona, profesional, piloto… no tiene precio. Tiene un corazón enorme, que no le cabe en el pecho. Recuerdo entrenar con él e incluso quedarnos a comer en su casa, con sus padres. Y mira, en mi vida he comido unos macarrones tan ricos como los que preparaba su madre, los mejores, sin duda. Mi madre los hacía buenos, porque le ponía un poco de canela, pero los de la suya… Nos preparaba unas fiambreras de macarrones de olé. Los llevábamos a las carreras y nos los comíamos allí, en la Fiat Ducato con la que viajábamos o en la caravana que arrastraba. Lluís te regalaba todo lo que sabía, te lo contaba todo, independientemente de si luego eras rival o no. Y si no lo aprendías, te lo volvía a explicar. Tenía una paciencia infinita con nosotros. Era y es una persona increíble. He competido contra él y si lo hacía bien y vencía era de los primeros en felicitarme. Además, siempre era el primero en estar listo para entrenar. Quedábamos a las 8h y él ya estaba allí el primero, siempre puntual. Recuerdo entrenar con él en el Forat Micó, por Sant Pere de Torelló, otro lugar mítico trialero de Osona. Recuerdo entrenar de sol a sol y en el trayecto de regreso quedarme dormido en la furgoneta de lo cansado que acababa. Pasé con él tres muy buenos años.
– Tras colgar las botas, Vilalta siguió vinculado al trial como mochilero de grandes figuras, como por ejemplo David Cobos, Marc Freixa o Albert Cabestany, además de ser responsable del propio Equipo Nacional de la RFME. Con la situación en casa estabilizada, ¿alguien te planteó ser su mochilero o llevar su equipo?
– Creo que en su momento Paxau me comentó si quería acompañar a algún piloto, aunque ya sabía que por el restaurante lo iba a tener complicado, pero obviamente dije que no, no podía. Además, al dejarlo decidí pasar página. Ya tenía otras motivaciones además de muy poco tiempo para dedicarme a ello, pero de haber podido, seguro que habría aceptado. Ha de ser muy divertido estar con algún piloto top, compartiendo su día día y, sobre todo, contribuyendo a su evolución y crecimiento. Son todos muy buenos y exigentes, como yo. Por eso creo que habría casado bien con cualquiera de ellos.
– ¿Cómo te convertiste en preparador de Diego Garrido, piloto que a mediados de los 2000 era uno de los pilotos más prometedores del Equipo Nacional de la RFME?
– Diego y yo nos conocimos en la celebración de un cumpleaños de Paxau. Aurora quiso darle una sorpresa y homenaje a Josep en el restaurante ‘El Tinell’ de Seva, cerca de Vic. Pilotos y ex pilotos que habían pasado por su taller o casa estuvimos invitados. Y allí es donde le conocí, a él y a su padre. Y bueno ‘Paxi’ y ellos me plantearon la posibilidad de hacer de mochilero de Diego. Justo por aquellos entonces yo me había traspasado el restaurante que tenía en Sant Pere, L’Arribada, y quería tomarme un año sabático para desconectar. Los astros, como se suele decir, se alinearon para que coincidiéramos y trabajáramos juntos. (Sonríe).
– ¿Cómo era su preparación? ¿Cómo era su día a día entre carreras?
– Cada día nos planteábamos qué entrenar, dónde y con quién. Salíamos siempre muy temprano. Entrenábamos toda la mañana y por la tarde nos acercábamos al Fitness Vic para proseguir con su puesta a punto física en el gimnasio de Jaume Palau (ver entrevista aquí).
– Ciertamente, tanto tú como Diego pasasteis por el Fitness Vic y por Jaume Palau, actual preparador físico de Gabriel Marcelli, Sondre Haga o Shinya Hirohata entre otros. Os pondrías muy ‘tochos’, ¿no?
– ¡Mucho! (Risas). Nos marcaba cada día qué rutina hacer: cuántas horas en moto, qué ejercicios y grupos de músculos trabajar… Y lo mismo que hacía Diego lo hacía yo. Lo hacía no solo para estar a su mismo nivel físico, sino para ‘picarlo’ un poco y demostrarle que a pesar de mi edad aún le podía dar caña. (Más risas). Nos motivábamos el uno con el otro. Jaume es un gran preparador y todos los pilotos buenos han pasado por sus manos. Diego tuvo también esa suerte. Nos machacaba mucho, pero sin duda valió la pena.
– ¿Cómo eran vuestros entrenamientos con moto?
– Era muy divertido, lo exigía y algún día también lo picaba. Le marcaba de vez en cuando pasos más complicados para su nivel para que los probara. Primero él y después yo. En muchas ocasiones los superaba, pero en las que no… si yo después por mala pata lo lograba… ¡ya era mío! (Risas). Era una forma de mantenerlo siempre atento y con hambre de mejorar, nos lo pasamos bien. Fue una experiencia muy bonita todo aquel año a su lado, junto a él y con su familia. Su padre Pepe, su madre Pepa, su hermana… Pepe y yo siempre estábamos en contacto y en las carreras era su segundo mochilero. Diego me tenía mucha confianza y creía a pies juntillas cualquier indicación que le diese. Si tenía dudas, me preguntaba. Y si teníamos dudas los dos, Pepe nos las resolvía. (Sonríe).
– … como tiene que ser.
– Los Garrido son gente muy humilde y trabajadora que siempre han estado en las carreras. Estar junto a tu hijo y ver como se desenvuelve, como crece, viajar por todo el mundo con él… no tiene precio. Y siempre sin inmiscuirse ni condicionar el trabajo de las personas que acompañábamos a Diego. Además, al estar en el Equipo Nacional también se sintió muy arropado en todo momento. Esto último también fue importante. Con la RFME no nos faltaba nada, ni un detalle, y luego al salir de la carpa siempre tuvimos a su familia. Los que hayáis tenido a vuestros padres en las carreras sabéis de lo que hablo. Yo, por circunstancias de la vida, no los tuve a mi lado. Por eso, cuando ves a estas familias que lo dan todo para que su hijo descubra el mundo y disfrute practicando su deporte favorito… es increíble. Los que tengáis hijos y podáis acompañarlos, hacedlo, no lo dudéis ni por un instante, disfrutad de vuestros hijos y con vuestros hijos. Pero siempre haciendo de padres, no de entrenadores o técnicos. Ya hay gente para ello. Esto, por desgracia, hay padres que no lo hacen y deberían de aprenderlo por el bien de sus hijos, y suyo.
– Diego se repartía entre Madrid y Cataluña. ¿Es así? ¿Cómo lo llevaba?
– Entre semana estaba conmigo y mi familia, con mi esposa de entonces y con mi hijo. Durante el día estábamos los dos y por la noche estábamos los cuatro. De viernes a domingo, en cambio, sus padres le venían a ver. El fin de semana estaban con nosotros. En cierto modo, era como tener un trabajo. De lunes a viernes moto y el fin de semana la familia.
– El trabajo realizado empezó a dar sus frutos más pronto que tarde ya que Diego pisó el podio en el Mundial Júnior en varias ocasiones entre 2004 y 2005. De hecho, lo hizo en 11 ocasiones, cinco como segundo y seis como tercer clasificado. ¿Qué le faltó para conseguir alguna victoria?
– Estuvimos muy cerca, yo creo que nos faltó un poco de suerte. Y también los nervios no nos ayudaron. Diego sabía que podía estar delante, y yo. También, al estar en el Equipo de la RFME había presión. Supongo que sentía que tenía que ganar sí o sí, y todo este cóctel de emociones y cosas no jugaron a nuestro favor. Aún así, no es fácil estar 11 veces en el podio cuando lidias con semejante presión. Por eso, ahora que ha pasado el tiempo creo que de haber seguido el título lo habría ganado seguro.
– Ciertamente, aquel 2005, además, acabó tercero en la general. ¿Crees que de haber seguido hubiera sido un claro aspirante al título al año siguiente?
– Completamente, pero por desgracia no pude acompañarle la temporada siguiente. Solo estuve dos con él. Mi hijo Roger era muy pequeño y quise pasar tiempo con él, ya que con Diego estábamos mucho tiempo fuera de casa. Él no entendía que su padre no estuviera. De haber seguido con Diego, estoy convencido de que ahora sería Campeón del Mundo Júnior. Le poníamos tanta ilusión y empeño que seguro que lo habríamos logrado. Con esto no quiero decir que no fue campeón porque yo no estuve, no. Que no se mal interprete. Formábamos un muy buen equipo, solo que por circunstancias de la vida no pudimos culminar nuestra buena asociación con un título.
– ¿Crees que lo que aprendió contigo Diego ahora se lo transmite a su sobrino Hugo Barrera, actual piloto del Equipo Nacional de la RFME en Trial2?
– Diego sabe mucho y si bien es cierto que algo aprendería de mí, estoy seguro que luego ha aprendido mucho más porque la edad ya tiene eso, la experiencia es un grado. Estoy seguro de que Hugo está aprendiendo de un muy buen profesor. Diego aprendió mucho de su estancia conmigo, de su estancia con Paxau, de su paso por el equipo nacional… En definitiva, de la vida. Y seguro que a todo ello le ha dado su propio toque para hacerse su propio librillo de instrucciones.
– ¿Cambiando de tercio, cómo te animaste a participar en la Copa de España de Trial de Clásicas?
– Fue a través del Ripoll Motor Club, de Soldevila y de los hermanos Vilà, Jaume y Agustí. Ellos me animaron a participar.
– ¿Te sorprendió el nivel de sus participantes?
– ¡Mucho! ¡Era como estar en el Campeonato del Mundo! (Risas). Todos muy profesionales y con motos ‘pata negra’. No eran motos normales. Todas ellas muy bien preparadas y muy finas. Todos decían que iban a echar la mañana, a pasar el rato y a divertirse, pero a la que te descuidabas… ¡Zasca! No te perdonaban. ¡Te pasaban por encima! Iban a ganar. (Más risas).
– Se dice que lo mejor de las clásicas es el ambiente. ¿Estás de acuerdo?
– En todos los campeonatos de trial hay muy buen ambiente, pero en los de clásicas quizás un poco más. También porque te encuentras con ex compañeros y ex pilotos de tu época y compartes muchas risas y diversión. Pero esto fuera de las zonas, dentro… ¡no hay amigos! ¡No hay perdón! (Risas). No, en serio, es un ambiente fantástico y muy sano. Son gente normal, que ha vivido y disfrutado el trial desde siempre y que lo llevan muy adentro, y esto último es muy bonito.
– El título lo ganaste en 2008 con una Montesa 330 ¿Era similar a la 307 como la que le compraste en su día a Portús?
– Sí, fue con una 330 también preparada por Antonio (Portús). Fue muy curioso porque cuando se la llevé iba con mi hijo y al verla me dijo: ‘¿Qué quieres: una moto o un avión?’. Y yo, con todo el respeto, le dije que lo que él quisiera. Mi hijo tenía 7 u 8 años y de regreso a casa me preguntó por qué me había dado a elegir entre una moto y un avión. Y yo, por supuesto, le expliqué lo que era una y otra cosa para el ‘avi’ Portús. (Sonríe). Ya os podéis imaginar lo que me preparó. En efecto, un avión y en mayúsculas. Una Cota 330 hecha con todo el buen hacer de Portús. Es una moto que a día de hoy funciona como un reloj. Ese motor gira con precisión suiza, es perfecto. Va tan fina… estoy seguro que por eso acabé ganando el título nacional con ella. Y eso que me las tuve con un tal Carlos Casas, Mr. Scottish. Cuidado, todo un hueso.
– De un tiempo a esta parte, algunos jóvenes han irrumpido con fuerza en las competiciones de clásicas. Y a los más puristas no les hace demasiada gracia por su estilo moderno de pilotaje. ¿A ti qué te parece?
– Yo creo que las clásicas han de llevarse como clásicas. Pero sí que es verdad que los que llegamos tras Jordi (Tarrés) pilotamos de forma distinta, más por el aire y menos por tierra. Es algo instintivo, haces lo que sea necesario para no poner un pie. Habría que ser quizás un poco más estricto con esto, ¿no? Pero como ya llevo un tiempo fuera del campeonato… Tampoco sé como está ahora el nivel en Experts o Post Clásicas C, y no quiero meterme en ¡ningún berenjenal! (Sonríe).
– Desde entonces no compites pero cuando puedes matas el gusanillo trialero en el área del MC Ripoll. ¿Buen sitio para albergar la última cita del Campeonato del Mundo de TrialGP y el FIM Trial Vintage Trophy, no?
– ¡¡Por supuesto!! Solo tenéis que echarle un ojo a los últimos triales hechos por el RMC en Ripoll. Es un lugar espectacular y con todo tipo de zonas naturales. ‘Escocia’ es el grupo de zonas más conocido. ‘Solde’ y su gente prepararon dos recorridos, uno para cada campeonato, con zonas de nivel aparentemente fácil, pero puñeteras, no sé si me explico.
– Por cierto, Ripoll también alberga el CTER, el Centre de Tecnificació Esportiva del Ripollès, y el Talents Catalunya Trial Ripoll. ¿Qué te parecen ambos proyectos?
– ¡Fantásticos! Y es muy bueno para Ripoll tenerlos. También estoy seguro de que el ‘culpable’ es Soldevila, que es muy tozudo. (Sonríe). De ambos proyectos han surgido pilotos de nivel como Gabriel Marcelli. Otros, quizás no llegarán tan arriba, pero están en el CET y lo están haciendo también muy bien en sus niveles. Y estoy seguro de que cuando sean más mayores ellos, así como los que están ahora, pondrán en valor su paso por el CTER y el equipo Talents Catalunya Trial Ripoll. Se darán cuenta de todo lo que han aprendido aquí. Ojalá hubiera más iniciativas como las de Ripoll en otras ciudades. Y también de otros deportes, claro. Más que nada porque además de formar deportistas están formando personas.
– Por cierto, además de trial, practicas enduro y una vez al año te escapas a Marruecos con Jordi Arcarons, el ex piloto de raids y familar tuyo. ¿Nunca te ha animado a que corras un rally raid?
– Jordi y yo somos familia, y encima es uno de mis ídolos junto a su hermano Toni. Recuerdo que un día, hablando, me invitó a ir, a que lo probara. Pero llegó la pandemia y tuvimos que posponerlo. Afortunadamente, tras la misma decidí hacerlo con mi hijo, tomarnos unos días de vacaciones y vivir la experiencia juntos. Pues bien, lo hicimos y fue una experiencia única, indescriptible. Jordi no solo es muy buen profesor, sino que también tiene mucha paciencia. Y la verdad es que todo lo que rodea sus cursos está planificado y preparado al milímetro, hasta el más mínimo detalle. Tienes la ropa, las motos, mecánico, avituallamientos… Me gusta el enduro como modalidad y es muy divertida también, pero no es fácil. Y os pondré un ejemplo. Al poco de llegar, con mi cuñado Marc, mi hijo y dos amigos más de Ripoll nos quedamos atrás del grupo y cuando Jordi no nos miraba nos pusimos a hacer el cabra por las dunas. Haciendo trial esto ha de ser pan comido, pensaba. Pues no llevábamos ni 100 metros que Jordi se nos acerca y nos dice que nos calmemos, que ya habrá tiempo para disfrutar de las dunas. Antes, eso sí, teníamos que aprender a surcarlas y él nos lo iba a enseñar. Fue como cuando abres la puerta de los toriles y sale el bravo. Uno para aquí, otro para allá… (Risas). Nos lo pasamos tan bien que desde entonces cada año me guardo cinco días e intento escaparme a Marruecos y vivir la experiencia con Jordi.
– ¿Y tú a él para que participe en un trial?
– Él con el enduro y los raids ya tiene más que suficiente. El trial no le llama la atención para nada, no es lo suyo. En cambio, su hermano Toni, varias veces Campeón de España de Motocross, sí que en su día hizo algún trial. Eso sí, yo era muy pequeño, fue en un COTA que se montó en el Tennis Torelló. Él participó con una Cota 349 blanca.
– Con él, competiste en su día en moto de agua, ¿verdad?
– Entre el 2000 y el 2004. Un día probé una moto de agua y me gustó. Contacté con los importadores de Polaris en aquel momento en nuestro país, CM Motorsport y me dejaron un modelo de competición, la CT 85 con 150CV. Empecé a competir en el Campeonato de España de Motos de Agua de Velocidad. Tras ganar Copa de España y Copa del Rey en distintas categorías, me pasé a la modalidad de raids y allí lo hice con Jordi. No hace falta que os diga el ‘supercrack’ que es en cuanto a raids y navegación se refiere. Por aquellos años, además, estaba Beefeater como patrocinador. El organizador del campeonato era, por cierto, Álvaro Bultó. Yo estuve con Polaris y con Beefeater como patrocinador. Esta etapa en los raids con motos de agua fue muy divertida y me lo pasé siempre muy bien.
– ¿Te sirvió tu experiencia trialera para surcar las olas sobre una moto de agua?
– No se parecen en nada, son dos mundos muy distintos. Pero lo que sí me ayudó es mi bagaje como piloto, el haber estado en el CET y Mundial. Has de saber muy bien como viene la ola y como surcarla, como trazarla. Y encima has de estar muy fuerte físicamente, mucho más que en el trial. Y no os equivoquéis, el agua no es blanda, al contrario, es muy dura. Por eso cuando te caes te quemas. Te puedes hacer mucho daño si te vas al agua yendo rápido. Vas dando golpes hasta que te hundes. Pero antes de hundirte te acuerdas del agua. (Sonríe).
– ¿Te preparaste físicamente con Jaume Palau en el Firness?
– Por aquella época iba unas dos veces por semana al gimnasio y me ayudó. Pero me preparé principalmente haciendo motocross. Me machacaba mucho, tandas de 2 y 3 horas. Me cargaba un par de depósitos.
– Imaginamos que estás al tanto de la actualidad deportiva. Nos gustaría saber tu opinión sobre lo último acontecido en TrialGP: Busto y la gasolina, Raga con su salida de TRRS y posterior retirada, Fajardo y su colaboración con Electric Motion…
– Sí, la sigo, y procuro estar al día. Lo de Busto en Japón es un fallo que puede tener cualquiera, pero cuando estás arriba y compites por el Mundial es un error que no se puede permitir. Es un fallo grande y lo tienes que asumir tú como piloto, aunque no sea tuyo, no es fácil. Lo de Raga, bajo mi punto de vista, es un error de TRRS. Es mi opinión, Raga y Joan Ricart, ‘Richi’, a menudo vienen a cenar al restaurante con sus esposas, son muy especiales. A Adam lo conozco desde que era pequeño, lo recuerdo de un cursillo con ‘Billy’ en Fitero, en Navarra. Creo que está haciendo un gran trabajo en Sherco y no es fácil con 40 años estar donde está y cómo está. Terminar ahí delante, con los mejores, es súper competitivo. Yo creo que aún le podía quedar algún año más de competición, pero entiendo que haya querido poner fin a su carrera aquí, en Ripoll, cerca de donde vice ahora. Será un recuerdo muy especial para él y para Ripoll y ya iba siendo hora de que disfrute a tiempo completo de sus padres, de su mujer, de sus hijos… No ha de demostrar nada a nadie, le tengo mucho cariño. En cuanto a Jeroni, es bueno que siga vinculado al trial a través de las eléctricas. Son muy divertidas y algunos dicen que el futuro de nuestro deporte. De hecho, en su momento Soldevila me dejó probar la suya y el concepto me cautivó. Pero para mí, donde se ponga una moto de gasolina…